Bienvenidos al crustáceo crujiente, bienvenidos a RTVE

Bienvenidos al crustáceo crujiente, bienvenidos a RTVE

Me preocupa una deriva de RTVE hacia el modelo Telemadrid, o aún peor, hacia Canal Nou. Me preocupa un canal público, financiado con nuestros impuestos, que funcione como un chiringuito del PP. Me preocupa un ente desprestigiado que ya no vean más que los acólitos.

"Bienvenidos al Crustáceo Crujiente, dónde el reloj de la evolución camina hacia atrás". Cuando formulé mi interpelación al ministro Montoro sobre Radio Televisión Española (RTVE), a principios de este mes en el Senado, no puede evitar acudir a una cita del genial Calamardo. Sí, ese calamar quejoso (repunante que diríamos en mi pueblo) de los dibujos de Bob Esponja, que a veces veo y disfruto con los peques en casa; aprovecho, por cierto, para solicitar al responsable de programación de Clan TVE que incluyan algún capítulo nuevo, porque...

Si volvemos al principio y reformulamos la frase de la serie animada, bien podríamos resumir lo que ha sucedido en este país: "Bienvenidos a la España del Partido Popular, dónde el reloj de la evolución camina hacia atrás". Y, desdichadamente, RTVE es uno de los espacios donde mejor queda eso reflejado.

Cuando el PP llegó al poder heredó una corporación saneada (enjugados más de 7.500 millones de euros de déficit del aznarismo) y con una legislación de financiación propia, la Ley 8/09, que aunque necesitada de retoques ahora debido a este ciclo económico, establecía una vía positiva de ingresos.

Asimismo, desde la aprobación por el Congreso y por el Senado de la Ley 17/2006, y el posterior Mandato Marco, se habían establecido claramente los principios que el Ente debía seguir para cumplir con la encomienda de servicio público. El que la presidencia de RTVE tuviera que contar con 2/3 de los votos del Parlamento, aseguraba la necesidad de consenso e independencia en la dirección del canal público.

De la sustancial mejora de la gestión de RTVE dan buena muestra las audiencias crecientes a partir de 2007, tanto de la radio como de la televisión pública, así como el sinfín de reconocimientos y premios internacionales por su calidad e independencia del poder político. Así las cosas, parecía que España había superado definitivamente la época de la gubernamentalización y de las condenas por manipulación informativa -acordémonos del célebre "Ce-Ce-O-O" del inefable Urdaci-; ya no mirábamos a la BBC con complejo de inferioridad.

Pues bien, hete aquí que una de las primeras decisiones del Ejecutivo de Rajoy al llegar al poder fue aprobar un Decreto-Ley -evitando así el control previo de las Cámaras- para dinamitar la exigencia de los 2/3 para elegir un presidente de RTVE, de forma que el Partico Popular en solitario, con la complicidad de CIU (¡qué pronto se ponen de acuerdo cuando les interesa¡), escogió como nuevo presidente a Leopoldo González-Echenique Castellanos de Ubao (respiren).

Lo que vino después fue una auténtica bacanal de gubernamentalización del Ente. Recordemos que se nombró jefe de informativos a Julio Somoano, cuya tesis de Máster había sido: Una estrategia de comunicación para la victoria electoral del Partido Popular, en la que reflejaba pensamientos tales como: "El PP no debería dejar pasar una forma de politización, como es hacerlo en programas de entretenimiento". No nos extrañó, por tanto, que se comenzara a hacer chistes que cambiaban "Águila Roja" por "Águila Azul"...

A partir de ahí, se han venido produciendo denuncias de manipulación constantes en el Consejo de Informativos y por parte de la plantilla, periodistas que se niegan a firmar informaciones... Hasta hemos tenido que pasar por la vergüenza de que a mediados del año pasado el Consejo de Europa denunciara injerencias gubernamentales en RTVE, situándonos en el nivel de libertad informativa de países como Rusia, Bielorrusia, Azerbaiyán; o el reciente espacio de mítines de nuestro Presidente del Gobierno: Turquía.

No es ya solo la transformación del Ente en una RTVE al servicio del Partido Popular, sino también la baja calidad de muchos otros programas, rozando incluso la chabacanería. Tenemos una televisión pública en la que los ejemplos para el Día de la Mujer Trabajadora de este año fueron la Duquesa de Alba o Tita Cervera; una televisión pública en la que la presentadora del magazine de la mañana se pregunta si el alma de los delincuentes se traslada a las personas que reciben sus órganos en donación; una televisión pública que mantiene un programa que hace filosofía de la caridad y de las miserias expuestas en público como Entre Todos -que bien podría ser un título perfecto para el PP en el Caso Bárcenas-.

"Deduzco que a su señoría no le gusta nada la programación de RTVE", me espetó Montoro durante el debate. Efectivamente, no me gusta mucho. Pero el problema no soy yo; el problema es que a la ciudadanía española tampoco le gusta. Los datos de los telediarios de la televisión pública son desastrosos: han perdido más de un millón de espectadores desde 2012, el TD1 ya es el tercero en su franja.

Los datos de RNE no son mejores: según el Estudio General de Medios (EGM) correspondiente al año 2013, la radio pública ha perdido 700.000 oyentes.

Pero, es que además hemos vuelto a la senda del déficit disparado en lo económico. Los datos de los ejercicios 2012 y 2013 arrojan un déficit de 113 millones de euros, que amenaza con ser estructural y repetirse este 2014.

"Si como dice usted ya no la ve nadie, ¿entonces qué le preocupa?", me decía el ministro de Hacienda. Pues me preocupa una deriva de RTVE hacia el modelo Telemadrid, o aún peor, hacia Canal Nou. Me preocupa un canal público, financiado con nuestros impuestos, que funcione como un chiringuito del PP. Me preocupa un ente desprestigiado que ya no vean más que los acólitos. Me preocupa la situación de un canal que transmite la imagen de España hacia el exterior.

Desde el PSOE, hemos pedido al Gobierno que vuelva a caminar hacia delante, que recupere la vía del consenso, que acordemos con la mayor concertación posible un modelo sostenible y de futuro de RTVE que sirva, además, para cumplir el mandato de servicio público. Sinceramente, no tengo más esperanzas de que el PP recupere la cordura en este tema de las que tengo en que la recupere en otros muchos asuntos. ¡Y bien qué lo siento!

Ibán García del Blanco

Senador del PSOE y miembro de la Comisión Mixta Congreso-Senado de Control de RTVE