Que no cunda el pánico, China seguirá creciendo

Que no cunda el pánico, China seguirá creciendo

Si las industrias de los países desarrollados tienen exceso de producción, resulta muy difícil encontrar nuevas oportunidades de inversión que merezcan la pena. La urbanización se ha completado. Por lo tanto, no nos podemos limitar a tomar como referencia la experiencia de los países desarrollados para juzgar el potencial de crecimiento de China durante una recesión.

HANGZHOU, CHINA - JANUARY 19: (CHINA OUT) Citizens purchase goods at a supermarket on January 19, 2016 in Hangzhou, Zhejiang Province of China. China's GDP in 2015 was about 67.67 trillion yuan (10.29 trillion USD), grew by 6.9 percent which be...ChinaFotoPress via Getty Images

PEKÍN - El desplome inminente de la economía china ha resurgido como una opinión popular en los medios de comunicación de todo el mundo. La razón por la que se ha predicho este desplome esta vez es la persistente desaceleración del crecimiento de China después del año 2010. La tasa de crecimiento cayó del 10,6% en 2010 al 7,3% en 2014 y al 6,9% en 2015, la cifra más baja en 25 años. Es la primera vez que China experimenta un periodo de desaceleración tan prolongado después de la transición a una economía de mercado en 1979.

El descenso sigue siendo notable. Y se suele atribuir a los problemas estructurales internos de China, como una propiedad estatal ineficiente, un alto apalancamiento de la deuda, el envejecimiento y un modelo de crecimiento insostenible impulsado por la inversión. Estos problemas estructurales son difíciles de solucionar. Por eso, el desplome de la economía se concebía como inevitable. El caos presente desde la segunda mitad del año pasado en el mercado de valores y en el mercado de cambios refuerza este pesimismo con respecto al futuro de China. Fue la opinión principal en el Foro de Davos y en otras cumbres internacionales.

Como economía en estado de transición que es, China tiene muchos problemas estructurales. La decisión del tercer pleno de realizar una reforma exhaustiva en 2013 pretendía afrontar estos problemas. Sin embargo, la desaceleración que se dio a partir del 2010 se debió más a factores externos o cíclicos.

En 2010 las tasas de crecimiento de Brasil, la India y Rusia, los demás países del grupo BRIC, fueron, respectivamente, de un 7,5% , de un 10,3% y de un 4,5%. Sus índices de crecimiento en 2014 cayeron hasta alcanzar respectivamente un 0,14% , un 7,3% y un 0,6%. La desaceleración de sus tasas de crecimiento es similar a la de China y la caída es incluso mayor. No podemos atribuir esta disminución del ritmo a los problemas estructurales de China. Además, las tasas de crecimiento de Corea del Sur y Singapur fueron del 6,1% y del 15,2% en 2010, y en 2014 descendieron notablemente hasta un 3,3% y un 2,9%. Son economías de alto rendimiento y renta alta y se supone que tienen pocos problemas estructurales. Sin embargo, se toparon con una desaceleración del crecimiento aún más pronunciada en el mismo periodo que China. Únicamente los factores comunes cíclicos y externos podrían explicar por qué estos cuatro países presentan un patrón similar de desaceleración del crecimiento en el mismo periodo de tiempo.

Se supone que las economías de alto rendimiento y renta alta tienen pocos problemas estructurales. Sin embargo, se toparon con una desaceleración del crecimiento aún más pronunciada en el mismo periodo que China.

De hecho, no cuesta comprender las causas de esta desaceleración simultánea en tantos países. Hay tres factores importantes para el crecimiento de un país: la exportación, la inversión y el consumo.

En primer lugar, de 1979 a 2013, la tasa media anual de crecimiento de las exportaciones era de un 16,8%. Sin embargo, debido a la lenta recuperación de la crisis financiera global de 2008 y al consecuente y sutil crecimiento de la demanda en Estados Unidos, Europa y otros países desarrollados, el índice de crecimiento de las exportaciones cayó hasta un 6,1% en 2014 y llegó hasta un -1,8% en 2015. Otras economías de mercado emergentes y las economías de altos ingresos y orientadas a la exportación de Asia oriental también se vieron afectadas de manera similar.

En segundo lugar, para enfrentarse a la crisis global de 2008, China, al igual que otros países, adoptó un estímulo fiscal para apoyar las inversiones. Esos proyectos de inversión ya se han completado. La economía global aún no ha vuelto a la normalidad y la demanda externa todavía es débil. Si no hay nuevos estímulos, el crecimiento de las inversiones sufrirá una desaceleración cíclica inevitable. Esta disminución cíclica en la inversión es común a todos los países.

Si el crecimiento de las exportaciones y de la inversión es débil, el consumo se convierte en el principal factor del que depende el crecimiento económico. El crecimiento del consumo de China se mantiene estable en un 8% debido a la consistencia de la tasa de empleo. El crecimiento del consumo de otras economías de mercado y de las economías de renta alta y de alto rendimiento orientadas a la exportación de Asia oriental no era tan sólido como el de China. Como consecuencia, su desaceleración ha sido mucho más drástica que la de China.

Han pasado ocho años desde el azote de la crisis global de 2008. Estados Unidos, la eurozona y otros países desarrollados todavía no han recuperado su crecimiento normal. Debido a razones políticas, es difícil que los países de altos ingresos castigados por la crisis implementen las reformas estructurales necesarias como la reducción de los sueldos, la disminución de los beneficios sociales, el desapalancamiento financiero y la consolidación del presupuesto del déficit con el objetivo de fomentar la competitividad y la vitalidad económicas. Puede que se hayan quedado anclados en décadas pasadas, como Japón tras el estallido de la burbuja en 1991, y que su crecimiento a ritmo de caracol esté contribuyendo a la escasa demanda global. El futuro crecimiento de China y de otras economías de mercado emergentes tendrá que depender sobre todo de su demanda nacional.

El objetivo del Gobierno chino es mantener una tasa de crecimiento anual del 6,5% o superior durante el decimotercer plan quinquenal entre los años 2016 y 2020 para conseguir doblar el PIB y el ingreso anual por hogar para el año 2020 con respecto a los niveles del año 2010. Como es probable que la demanda externa sea escasa en los próximos años, que China sea capaz de alcanzar su objetivo de crecimiento depende de la situación de su demanda interna, incluidos el consumo y la inversión. Y hay oportunidades en ambas áreas.

En primer lugar, como país de renta media que es, China tiene oportunidades más que suficientes para mejorar su industria. Aunque hay un serio exceso de producción en las industrias del acero, el cemento, el cristal, el aluminio y en la industria naval, entre otras, -aunque las industrias de transformación tradicionales con mano de obra intensiva han perdido su ventaja comparativa debido a la subida de los sueldos- todas pertenecen a la categoría de industrias de nivel medio-bajo. China cuenta con muchas oportunidades de inversión para cambiar esta etiqueta por la de industria de nivel medio-alto con herramientas de precisión, equipamiento avanzado, etc. Las inversiones de ese tipo generarán altos beneficios económicos.

En segundo lugar, len el pasado as inversiones en infraestructuras de China se centraron en conectar las ciudades por medio de carreteras, trenes de alta velocidad, aeropuertos y puertos marítimos. Dentro de las ciudades las infraestructuras (servicio de alcantarillado o de metro) son escasas. Invertir en estos sectores puede reducir los costes de transacción, fomentar la eficiencia económica y generar grandes beneficios sociales y económicos.

La existencia de tantas buenas oportunidades de inversión durante la actual desaceleración económica es la principal diferencia entre China como país emergente y los países desarrollados.

En tercer lugar, es extremadamente necesario invertir en proteger el medioambiente. En su rápido proceso de crecimiento económico, China se ha topado con un serio problema de contaminación. Invertir en este ámbito conllevaría importantes beneficios sociales.

En último lugar, la urbanización. En la actualidad, solo un 55% de la población de China reside en áreas urbanas. La tasa de urbanización en los países de renta alta normalmente excede el 80%. Con el desarrollo económico y el aumento de la tasa de urbanización en los próximos años, será necesario invertir para proporcionar viviendas, infraestructuras urbanas y otros servicios públicos.

La existencia de tantas buenas oportunidades de inversión durante la actual desaceleración económica es la principal diferencia entre China como país en vías de desarrollo y los países desarrollados. Si las industrias de los países desarrollados tienen exceso de producción, resulta muy difícil encontrar nuevas oportunidades de inversión que merezcan la pena. La urbanización se ha completado. Por lo tanto, no nos podemos limitar a tomar como referencia la experiencia de los países desarrollados para juzgar el potencial de crecimiento de China durante una recesión. Esta es la razón por la que el premier de la República Popular China, Li Keqiang, declaró en marzo del año pasado que China contaba con un amplio margen de maniobra para enfrentarse a la crisis económica.

Además de las oportunidades para invertir, China también goza de multitud de recursos para apoyar las inversiones.

En primer lugar, el total de deuda pública acumulado por el Gobierno central y local de China es inferior al 60% del PIB. En muchos otros países desarrollados y en vías de desarrollo, la deuda pública supera al 100% del PIB.

China cuenta con un amplio margen fiscal para apoyar la inversión en infraestructura. La única limitación es que en el pasado los Gobiernos locales pidieron créditos a corto plazo a bancos y a bancos sumergidos para financiar la inversión en infraestructura a largo plazo, provocando así un problema de desajuste de plazos. El ministro de finanzas chino abordó el problema hace poco dando permiso a los Gobiernos locales para emitir fianzas a largo plazo para reemplazar a los créditos. Cuando sea necesario, los Gobiernos chinos pueden adoptar otra serie de políticas fiscales expansionarias para apoyar la inversión en infraestructura.

En segundo lugar, el ahorro generado por la economías familiares de China es prácticamente el 50% del PIB, uno de los más altos del mundo. El Gobierno puede utilizar la política fiscal activa para potenciar la inversión privada y puede utilizar la asociación entre el sector público y privado para construir infraestructuras.

En tercer lugar, esta inversión requiere de un intercambio extranjero para importar tecnología, equipos y materias primas de otros países. China dispone de casi 3 billones de euros en reservas de divisas, la cantidad más alta del mundo.

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El puente Chaotianmen, completado en 2007, contrasta con las zonas más rurales de Chongqing (China). (Mark Horn. Getty Images)

Las condiciones mencionadas anteriormente explican en qué se diferencia China de otros países en vías de desarrollo. Es cierto que hay otras naciones que también tienen buenas oportunidades de inversión, pero sus inversiones suelen estar limitadas por la insuficiente fuerza fiscal del Gobierno, por el bajo índice de ahorro privado o por no tener las suficientes reservas de divisas al toparse con perturbaciones externas y con unas presiones de crecimiento a la baja. China no tiene limitaciones de este tipo.

Además, las tasas de interés y la proporción de reservas de los bancos de China son bastante altas. Y como Estados Unidos, la eurozona y Japón tienen unas tasas de interés muy bajas o incluso de 0, se enfrentan a problemas de liquidez. El Gobierno chino puede bajar las tasas de interés y la proporción de reservas para apoyar la inversión.

Si se dan todas las condiciones favorables mencionadas, China podrá mantener una tasa de crecimiento alta que creará puestos de trabajo, aumentará la renta familiar y mantendrá el crecimiento del consumo a un nivel razonablemente alto. Estas condiciones favorables no cambiarán durante el decimotercer plan quinquenal. Incluso aunque no mejoren las condiciones externas y el crecimiento de las exportaciones sea relativamente débil, China sigue teniendo la capacidad de lograr un crecimiento del 6,5% o incluso más solo a partir de la inversión nacional y el crecimiento del consumo.

Como se encuentra capacitada para alcanzar su objetivo de crecimiento, China continuará siendo el principal motor internacional, aportando alrededor de un 30% al crecimiento mundial cada año.

Este post fue publicado originalmente en la edición estadounidense de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del inglés por Lara Eleno Romero

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