La región española que decide enfrentarse a la plaga mortal para los perros a golpe de escopeta
Las autoridades municipales han optado por matar las orugas procesionarias a cañonazos.

La oruga procesionaria ha empezado a ser una pesadilla en algunos municipios. Se teme sobre todo su efecto mortal en los perros de estas zonas, en el caso de que se acerquen a ellas. Así que hay ya un municipio que ha decidido algo parecido a lo que dice el dicho de "matar moscas a cañonazos", en, en este caso, se trata es de algo real, aunque lo que matan son orugas, disparando generalmente a sus nidos.
Se trata del Ayuntamiento de Sant Lluís, situado en la isla de Menorca, que ha anunciado que va a realizar este una nueva campaña de control de la procesionaria del pino, en la que además van a participar de voluntarios de esta localidad, acompañados por inspectores de medio ambiente. Esta actuación se realiza en varias zonas verdes municipales donde haya concentración de pinos mediterráneos.
El meollo de la cuestión es que van a emplear escopetas contra esta procesionaria, cosa que, por lo visto, no es la primera vez que hacen. Ahora sí, utilizando una munición adecuada para este tipo de intervenciones, según han asegurado los responsables municipales, que insisten, asimismo, con que cuentan con las preceptivas autorizaciones de Delegación del Gobierno para realizar esta iniciativa.
Cabe recordar que esta oruga, conocida comúnmente como la procesionaria del pino, y cuyo nombre científico es Thaumetopoea pityocampa, está muy extendida en los pinares de toda Europa y, aunque, muy en concreto a lo largo de nuestra la Península Ibérica.
Como todas las orugas, este animal sufre una metamorfosis, así que, cuando se encuentra en fase de mariposa deposita sus huevos en las copas de las coníferas que eclosionarán un mes después formando un nido y albergando hasta 200 orugas en cada uno. Éstas son las que bajan de los árboles y durante unos meses, debido a sus cobertura de pelos protectores que desprenden una sustancia tóxica, dañina tanto para las personas o niños que puedan tocarla y, especialmente mortal, para los perros que puedan oler o incluso tragarse estas larvas.
Los efectos más característico, de ocurrir ese contacto con los perros, son la inflamación, ulceración y erosión de la lengua del animal, que puede evolucionar hasta la necrosis (muerte del tejido) y consecuentemente la pérdida parcial o tota de ella. Dependiendo de la complexión y estado del animal, se dice que puede resultar mortal.
En cuanto a cómo detectar si nuestra mascota ha estado en contacto con los agentes tóxicos que desprenden estas orugas, los síntomas más comunes son la hipersalivación, decaimiento e hipertermia. En este caso, llevarlo rápidamente a su veterinario.