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El nombre de la vena que explica por qué los anillos de boda se colocan con frecuencia en la mano izquierda

El nombre de la vena que explica por qué los anillos de boda se colocan con frecuencia en la mano izquierda

Se creía que existía una conexión directa entre el dedo anular y el corazón.

El nombre de la vena que explica por qué los anillos de boda se colocan con frecuencia en la mano izquierda

Se creía que existía una conexión directa entre el dedo anular y el corazón.

El nombre de la vena que explica por qué los anillos de boda se colocan con frecuencia en la mano izquierda

Se creía que existía una conexión directa entre el dedo anular y el corazón.

El nombre de la vena que explica por qué los anillos de boda se colocan con frecuencia en la mano izquierda

Se creía que existía una conexión directa entre el dedo anular y el corazón.

El nombre de la vena que explica por qué los anillos de boda se colocan con frecuencia en la mano izquierda

Se creía que existía una conexión directa entre el dedo anular y el corazón.

Novia colocando el anillo en el dedo del novio. Intercambio de anillos. Pareja feliz celebrando su boda al aire libre en verano.Andrew Olifirenko

Desde hace siglos, el anillo de boda ha simbolizado la unión y el compromiso entre dos personas. Estas alianzas están pensadas al milímetro, por ejemplo, su forma circular representa el amor eterno y su colocación en el dedo anular de la mano izquierda se basa en una antigua creencia anatómica sobre una vena.

Se trata de la famosa “vena amoris”, o vena del amor, una idea que surgió en la antigüedad y que, aunque ha sido desacreditada por la ciencia moderna, dio pie a una de las tradiciones más románticas y duraderas del matrimonio.

El origen de esta tradición se remonta al siglo II, cuando los antiguos egipcios creían que existía una conexión directa entre el dedo anular y el corazón, a través de una pequeña vena o nervio. Este conducto simbólico, que unía el dedo con el órgano del amor, fue retomado por los romanos, quienes la bautizaron como vena amoris.

El historiador romano Appian fue uno de los primeros en documentar esta creencia, que otorgaba al cuarto dedo de la mano un valor especial en lo que a relaciones sentimentales se refiere. Así, colocar el anillo en ese dedo no solo representaba compromiso, sino una conexión física y emocional directa con el corazón de la persona amada.

El toque cristiano y el simbolismo medieval

El cristianismo también adoptó esta costumbre, relacionando el cuarto dedo con el amor terrenal, en contraste con dl pulgar, índice y corazón, que representaban la Santísima Trinidad en los rituales ortodoxos.

Sin embargo, durante la Edad Media, el simbolismo se volvió más complejo. En aquel entonces, la mano izquierda era vista con sospecha e incluso asociada con lo demoníaco. Los zurdos eran frecuentemente perseguidos por considerarse “tocados” por el mal. A pesar de eso, entre los siglos XVI y XVII, la costumbre de colocar la alianza en la mano izquierda comenzó a expandirse por Europa, especialmente en tradiciones ortodoxas y católicas.

¿Y qué dice la ciencia?

No existe una vena especial que conecte el dedo anular izquierdo directamente con el corazón. La vena amoris es, simplemente, una invención poética, pero eso no ha impedido que siga siendo una de las historias más queridas detrás del rito nupcial.

Aunque la anatomía haya desmentido el mito, el romanticismo de esta teoría ha perdurado. La idea de que una vena imaginaria lleva el amor directamente al corazón ha alimentado durante siglos la magia de ese gesto tan simple como colocar un anillo.

Desde hace siglos, el anillo de boda ha simbolizado la unión y el compromiso entre dos personas. Estas alianzas están pensadas al milímetro, por ejemplo, su forma circular representa el amor eterno y su colocación en el dedo anular de la mano izquierda se basa en una antigua creencia anatómica sobre una vena.

Se trata de la famosa “vena amoris”, o vena del amor, una idea que surgió en la antigüedad y que, aunque ha sido desacreditada por la ciencia moderna, dio pie a una de las tradiciones más románticas y duraderas del matrimonio.

El origen de esta tradición se remonta al siglo II, cuando los antiguos egipcios creían que existía una conexión directa entre el dedo anular y el corazón, a través de una pequeña vena o nervio. Este conducto simbólico, que unía el dedo con el órgano del amor, fue retomado por los romanos, quienes la bautizaron como vena amoris.

El historiador romano Appian fue uno de los primeros en documentar esta creencia, que otorgaba al cuarto dedo de la mano un valor especial en lo que a relaciones sentimentales se refiere. Así, colocar el anillo en ese dedo no solo representaba compromiso, sino una conexión física y emocional directa con el corazón de la persona amada.

El toque cristiano y el simbolismo medieval

El cristianismo también adoptó esta costumbre, relacionando el cuarto dedo con el amor terrenal, en contraste con dl pulgar, índice y corazón, que representaban la Santísima Trinidad en los rituales ortodoxos.

Sin embargo, durante la Edad Media, el simbolismo se volvió más complejo. En aquel entonces, la mano izquierda era vista con sospecha e incluso asociada con lo demoníaco. Los zurdos eran frecuentemente perseguidos por considerarse “tocados” por el mal. A pesar de eso, entre los siglos XVI y XVII, la costumbre de colocar la alianza en la mano izquierda comenzó a expandirse por Europa, especialmente en tradiciones ortodoxas y católicas.

¿Y qué dice la ciencia?

No existe una vena especial que conecte el dedo anular izquierdo directamente con el corazón. La vena amoris es, simplemente, una invención poética, pero eso no ha impedido que siga siendo una de las historias más queridas detrás del rito nupcial.

Aunque la anatomía haya desmentido el mito, el romanticismo de esta teoría ha perdurado. La idea de que una vena imaginaria lleva el amor directamente al corazón ha alimentado durante siglos la magia de ese gesto tan simple como colocar un anillo.

Desde hace siglos, el anillo de boda ha simbolizado la unión y el compromiso entre dos personas. Estas alianzas están pensadas al milímetro, por ejemplo, su forma circular representa el amor eterno y su colocación en el dedo anular de la mano izquierda se basa en una antigua creencia anatómica sobre una vena.

Se trata de la famosa “vena amoris”, o vena del amor, una idea que surgió en la antigüedad y que, aunque ha sido desacreditada por la ciencia moderna, dio pie a una de las tradiciones más románticas y duraderas del matrimonio.

El origen de esta tradición se remonta al siglo II, cuando los antiguos egipcios creían que existía una conexión directa entre el dedo anular y el corazón, a través de una pequeña vena o nervio. Este conducto simbólico, que unía el dedo con el órgano del amor, fue retomado por los romanos, quienes la bautizaron como vena amoris.

El historiador romano Appian fue uno de los primeros en documentar esta creencia, que otorgaba al cuarto dedo de la mano un valor especial en lo que a relaciones sentimentales se refiere. Así, colocar el anillo en ese dedo no solo representaba compromiso, sino una conexión física y emocional directa con el corazón de la persona amada.

El toque cristiano y el simbolismo medieval

El cristianismo también adoptó esta costumbre, relacionando el cuarto dedo con el amor terrenal, en contraste con dl pulgar, índice y corazón, que representaban la Santísima Trinidad en los rituales ortodoxos.

Sin embargo, durante la Edad Media, el simbolismo se volvió más complejo. En aquel entonces, la mano izquierda era vista con sospecha e incluso asociada con lo demoníaco. Los zurdos eran frecuentemente perseguidos por considerarse “tocados” por el mal. A pesar de eso, entre los siglos XVI y XVII, la costumbre de colocar la alianza en la mano izquierda comenzó a expandirse por Europa, especialmente en tradiciones ortodoxas y católicas.

¿Y qué dice la ciencia?

No existe una vena especial que conecte el dedo anular izquierdo directamente con el corazón. La vena amoris es, simplemente, una invención poética, pero eso no ha impedido que siga siendo una de las historias más queridas detrás del rito nupcial.

Aunque la anatomía haya desmentido el mito, el romanticismo de esta teoría ha perdurado. La idea de que una vena imaginaria lleva el amor directamente al corazón ha alimentado durante siglos la magia de ese gesto tan simple como colocar un anillo.

Desde hace siglos, el anillo de boda ha simbolizado la unión y el compromiso entre dos personas. Estas alianzas están pensadas al milímetro, por ejemplo, su forma circular representa el amor eterno y su colocación en el dedo anular de la mano izquierda se basa en una antigua creencia anatómica sobre una vena.

Se trata de la famosa “vena amoris”, o vena del amor, una idea que surgió en la antigüedad y que, aunque ha sido desacreditada por la ciencia moderna, dio pie a una de las tradiciones más románticas y duraderas del matrimonio.

El origen de esta tradición se remonta al siglo II, cuando los antiguos egipcios creían que existía una conexión directa entre el dedo anular y el corazón, a través de una pequeña vena o nervio. Este conducto simbólico, que unía el dedo con el órgano del amor, fue retomado por los romanos, quienes la bautizaron como vena amoris.

El historiador romano Appian fue uno de los primeros en documentar esta creencia, que otorgaba al cuarto dedo de la mano un valor especial en lo que a relaciones sentimentales se refiere. Así, colocar el anillo en ese dedo no solo representaba compromiso, sino una conexión física y emocional directa con el corazón de la persona amada.

El toque cristiano y el simbolismo medieval

El cristianismo también adoptó esta costumbre, relacionando el cuarto dedo con el amor terrenal, en contraste con dl pulgar, índice y corazón, que representaban la Santísima Trinidad en los rituales ortodoxos.

Sin embargo, durante la Edad Media, el simbolismo se volvió más complejo. En aquel entonces, la mano izquierda era vista con sospecha e incluso asociada con lo demoníaco. Los zurdos eran frecuentemente perseguidos por considerarse “tocados” por el mal. A pesar de eso, entre los siglos XVI y XVII, la costumbre de colocar la alianza en la mano izquierda comenzó a expandirse por Europa, especialmente en tradiciones ortodoxas y católicas.

¿Y qué dice la ciencia?

No existe una vena especial que conecte el dedo anular izquierdo directamente con el corazón. La vena amoris es, simplemente, una invención poética, pero eso no ha impedido que siga siendo una de las historias más queridas detrás del rito nupcial.

Aunque la anatomía haya desmentido el mito, el romanticismo de esta teoría ha perdurado. La idea de que una vena imaginaria lleva el amor directamente al corazón ha alimentado durante siglos la magia de ese gesto tan simple como colocar un anillo.

Desde hace siglos, el anillo de boda ha simbolizado la unión y el compromiso entre dos personas. Estas alianzas están pensadas al milímetro, por ejemplo, su forma circular representa el amor eterno y su colocación en el dedo anular de la mano izquierda se basa en una antigua creencia anatómica sobre una vena.

Se trata de la famosa “vena amoris”, o vena del amor, una idea que surgió en la antigüedad y que, aunque ha sido desacreditada por la ciencia moderna, dio pie a una de las tradiciones más románticas y duraderas del matrimonio.

El origen de esta tradición se remonta al siglo II, cuando los antiguos egipcios creían que existía una conexión directa entre el dedo anular y el corazón, a través de una pequeña vena o nervio. Este conducto simbólico, que unía el dedo con el órgano del amor, fue retomado por los romanos, quienes la bautizaron como vena amoris.

El historiador romano Appian fue uno de los primeros en documentar esta creencia, que otorgaba al cuarto dedo de la mano un valor especial en lo que a relaciones sentimentales se refiere. Así, colocar el anillo en ese dedo no solo representaba compromiso, sino una conexión física y emocional directa con el corazón de la persona amada.

El toque cristiano y el simbolismo medieval

El cristianismo también adoptó esta costumbre, relacionando el cuarto dedo con el amor terrenal, en contraste con dl pulgar, índice y corazón, que representaban la Santísima Trinidad en los rituales ortodoxos.

Sin embargo, durante la Edad Media, el simbolismo se volvió más complejo. En aquel entonces, la mano izquierda era vista con sospecha e incluso asociada con lo demoníaco. Los zurdos eran frecuentemente perseguidos por considerarse “tocados” por el mal. A pesar de eso, entre los siglos XVI y XVII, la costumbre de colocar la alianza en la mano izquierda comenzó a expandirse por Europa, especialmente en tradiciones ortodoxas y católicas.

¿Y qué dice la ciencia?

No existe una vena especial que conecte el dedo anular izquierdo directamente con el corazón. La vena amoris es, simplemente, una invención poética, pero eso no ha impedido que siga siendo una de las historias más queridas detrás del rito nupcial.

Aunque la anatomía haya desmentido el mito, el romanticismo de esta teoría ha perdurado. La idea de que una vena imaginaria lleva el amor directamente al corazón ha alimentado durante siglos la magia de ese gesto tan simple como colocar un anillo.

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Soy redactora en El HuffPost España, donde te cuento las historias más curiosas y te intento ayudar a encontrar esos detalles que marcan la diferencia en la vida cotidiana.

 

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Mi trayectoria

Soy madrileña, pero con raíces en Castilla-La Mancha. Estudié Periodismo en la Universidad Ceu San Pablo, aunque siempre digo que mi verdadera escuela ha sido El HuffPost, el lugar donde escribí mis primeras líneas como periodista. Empecé como becaria y ahora colaboro en este medio que me ha visto crecer.


Mi pasión por el periodismo nació en la infancia, cuando dibujaba las portadas de los medios deportivos y soñaba con convertirme en una de aquellas reporteras que veía en la televisión.

 


 

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