España fue pionera en producir esta energía en la Segunda Guerra Mundial y ahora quiere desandar su camino
Una historia que comenzó en 1948.
España fue pionera en producir esta energía en la Segunda Guerra Mundial y ahora quiere desandar su camino
Una historia que comenzó en 1948.
España fue pionera en producir esta energía en la Segunda Guerra Mundial y ahora quiere desandar su camino
Una historia que comenzó en 1948.
España fue pionera en producir esta energía en la Segunda Guerra Mundial y ahora quiere desandar su camino
Una historia que comenzó en 1948.
España fue pionera en producir esta energía en la Segunda Guerra Mundial y ahora quiere desandar su camino
Una historia que comenzó en 1948.

España fue uno de los países que, tras la Segunda Guerra Mundial, apostó por el desarrollo de la energía nuclear como una solución a su dependencia energética. Sin embargo, después de más de siete décadas de avances en este sector, el país ha decidido cambiar de rumbo y abandonar progresivamente esta fuente de energía.
Tras el fin del conflicto bélico mundial, Europa quedó devastada, y España, aunque no participó directamente en la guerra, se enfrentaba a un grave problema energético. En 1948, en pleno franquismo, se dieron los primeros pasos en la investigación de la energía nuclear con la creación de la Junta de Investigaciones Atómicas.
Este organismo tenía tres objetivos principales. El primero era la explotación de yacimientos de uranio, cuya existencia ya se había detectado en la década de 1930. El segundo, la formación de personal científico especializado en tecnología nuclear y, el tercero, el desarrollo de técnicas de extracción, metalurgia y física del uranio.
La dependencia energética fue una de las principales razones por las que España apostó por la energía nuclear, una situación que sigue vigente. Según Eurostat, en 2022 España importó el 75% de la energía que consume, lo que aumenta su vulnerabilidad ante la volatilidad de los mercados internacionales.
España y su historia con la energía nuclear
El verdadero impulso al desarrollo nuclear llegó en 1951, con la creación de la Junta de Energía Nuclear (JEN), que sentó las bases del sector en España con apoyo de países como Estados Unidos, Italia, Suiza y Alemania .
En 1956, contrató a la empresa estadounidense General Electric para la adquisición de un reactor experimental, destinado exclusivamente a la investigación civil. Sin embargo, los accidentes nucleares ocurridos en otros países en las siguientes décadas generaron dudas sobre la viabilidad de la energía nuclear en España.
Aun así, en 1967 se inauguró la Planta Caliente M-1 , destinada al tratamiento de combustibles irradiados, y entre 1968 y 1970 entraron en funcionamiento las primeras centrales nucleares del país que fueron: José Cabrera, Vandellós I y Santa María de Garoña.
Años después, en 1972, se fundó la Empresa Nacional del Uranio, SA (ENUSA) , encargada de la gestión del suministro de uranio y del abastecimiento de las centrales nucleares españolas.
El fin de la energía nuclear en España
Pese a haber sido un país pionero en el desarrollo de la energía nuclear, España ha decidido abandonar progresivamente esta fuente de energía. De hecho, las centrales de primera generación José Cabrera y Vandellós I están en proceso de desmantelamiento, mientras que Santa María de Garoña ya ha cesado sus operaciones. Además, el plan del Gobierno prevé el cierre de las cinco centrales nucleares de segunda generación aún activas que son: Almaraz I y II, Ascó I y II, Cofrentes, Trillo I y Vandellós II
El objetivo es sustituir progresivamente la energía nuclear por fuentes renovables, como la solar y la eólica. Sin embargo, el debate sigue abierto ya que mientras algunos defienden la eliminación total de la energía nuclear por razones de seguridad y sostenibilidad, otros advierten sobre los riesgos de depender en exceso de las importaciones energéticas y de perder una fuente de electricidad estable y libre de emisiones de CO₂.
España fue uno de los países que, tras la Segunda Guerra Mundial, apostó por el desarrollo de la energía nuclear como una solución a su dependencia energética. Sin embargo, después de más de siete décadas de avances en este sector, el país ha decidido cambiar de rumbo y abandonar progresivamente esta fuente de energía.
Tras el fin del conflicto bélico mundial, Europa quedó devastada, y España, aunque no participó directamente en la guerra, se enfrentaba a un grave problema energético. En 1948, en pleno franquismo, se dieron los primeros pasos en la investigación de la energía nuclear con la creación de la Junta de Investigaciones Atómicas.
Este organismo tenía tres objetivos principales. El primero era la explotación de yacimientos de uranio, cuya existencia ya se había detectado en la década de 1930. El segundo, la formación de personal científico especializado en tecnología nuclear y, el tercero, el desarrollo de técnicas de extracción, metalurgia y física del uranio.
La dependencia energética fue una de las principales razones por las que España apostó por la energía nuclear, una situación que sigue vigente. Según Eurostat, en 2022 España importó el 75% de la energía que consume, lo que aumenta su vulnerabilidad ante la volatilidad de los mercados internacionales.
España y su historia con la energía nuclear
El verdadero impulso al desarrollo nuclear llegó en 1951, con la creación de la Junta de Energía Nuclear (JEN), que sentó las bases del sector en España con apoyo de países como Estados Unidos, Italia, Suiza y Alemania .
En 1956, contrató a la empresa estadounidense General Electric para la adquisición de un reactor experimental, destinado exclusivamente a la investigación civil. Sin embargo, los accidentes nucleares ocurridos en otros países en las siguientes décadas generaron dudas sobre la viabilidad de la energía nuclear en España.
Aun así, en 1967 se inauguró la Planta Caliente M-1 , destinada al tratamiento de combustibles irradiados, y entre 1968 y 1970 entraron en funcionamiento las primeras centrales nucleares del país que fueron: José Cabrera, Vandellós I y Santa María de Garoña.
Años después, en 1972, se fundó la Empresa Nacional del Uranio, SA (ENUSA) , encargada de la gestión del suministro de uranio y del abastecimiento de las centrales nucleares españolas.
El fin de la energía nuclear en España
Pese a haber sido un país pionero en el desarrollo de la energía nuclear, España ha decidido abandonar progresivamente esta fuente de energía. De hecho, las centrales de primera generación José Cabrera y Vandellós I están en proceso de desmantelamiento, mientras que Santa María de Garoña ya ha cesado sus operaciones. Además, el plan del Gobierno prevé el cierre de las cinco centrales nucleares de segunda generación aún activas que son: Almaraz I y II, Ascó I y II, Cofrentes, Trillo I y Vandellós II
El objetivo es sustituir progresivamente la energía nuclear por fuentes renovables, como la solar y la eólica. Sin embargo, el debate sigue abierto ya que mientras algunos defienden la eliminación total de la energía nuclear por razones de seguridad y sostenibilidad, otros advierten sobre los riesgos de depender en exceso de las importaciones energéticas y de perder una fuente de electricidad estable y libre de emisiones de CO₂.
España fue uno de los países que, tras la Segunda Guerra Mundial, apostó por el desarrollo de la energía nuclear como una solución a su dependencia energética. Sin embargo, después de más de siete décadas de avances en este sector, el país ha decidido cambiar de rumbo y abandonar progresivamente esta fuente de energía.
Tras el fin del conflicto bélico mundial, Europa quedó devastada, y España, aunque no participó directamente en la guerra, se enfrentaba a un grave problema energético. En 1948, en pleno franquismo, se dieron los primeros pasos en la investigación de la energía nuclear con la creación de la Junta de Investigaciones Atómicas.
Este organismo tenía tres objetivos principales. El primero era la explotación de yacimientos de uranio, cuya existencia ya se había detectado en la década de 1930. El segundo, la formación de personal científico especializado en tecnología nuclear y, el tercero, el desarrollo de técnicas de extracción, metalurgia y física del uranio.
La dependencia energética fue una de las principales razones por las que España apostó por la energía nuclear, una situación que sigue vigente. Según Eurostat, en 2022 España importó el 75% de la energía que consume, lo que aumenta su vulnerabilidad ante la volatilidad de los mercados internacionales.
España y su historia con la energía nuclear
El verdadero impulso al desarrollo nuclear llegó en 1951, con la creación de la Junta de Energía Nuclear (JEN), que sentó las bases del sector en España con apoyo de países como Estados Unidos, Italia, Suiza y Alemania .
En 1956, contrató a la empresa estadounidense General Electric para la adquisición de un reactor experimental, destinado exclusivamente a la investigación civil. Sin embargo, los accidentes nucleares ocurridos en otros países en las siguientes décadas generaron dudas sobre la viabilidad de la energía nuclear en España.
Aun así, en 1967 se inauguró la Planta Caliente M-1 , destinada al tratamiento de combustibles irradiados, y entre 1968 y 1970 entraron en funcionamiento las primeras centrales nucleares del país que fueron: José Cabrera, Vandellós I y Santa María de Garoña.
Años después, en 1972, se fundó la Empresa Nacional del Uranio, SA (ENUSA) , encargada de la gestión del suministro de uranio y del abastecimiento de las centrales nucleares españolas.
El fin de la energía nuclear en España
Pese a haber sido un país pionero en el desarrollo de la energía nuclear, España ha decidido abandonar progresivamente esta fuente de energía. De hecho, las centrales de primera generación José Cabrera y Vandellós I están en proceso de desmantelamiento, mientras que Santa María de Garoña ya ha cesado sus operaciones. Además, el plan del Gobierno prevé el cierre de las cinco centrales nucleares de segunda generación aún activas que son: Almaraz I y II, Ascó I y II, Cofrentes, Trillo I y Vandellós II
El objetivo es sustituir progresivamente la energía nuclear por fuentes renovables, como la solar y la eólica. Sin embargo, el debate sigue abierto ya que mientras algunos defienden la eliminación total de la energía nuclear por razones de seguridad y sostenibilidad, otros advierten sobre los riesgos de depender en exceso de las importaciones energéticas y de perder una fuente de electricidad estable y libre de emisiones de CO₂.
España fue uno de los países que, tras la Segunda Guerra Mundial, apostó por el desarrollo de la energía nuclear como una solución a su dependencia energética. Sin embargo, después de más de siete décadas de avances en este sector, el país ha decidido cambiar de rumbo y abandonar progresivamente esta fuente de energía.
Tras el fin del conflicto bélico mundial, Europa quedó devastada, y España, aunque no participó directamente en la guerra, se enfrentaba a un grave problema energético. En 1948, en pleno franquismo, se dieron los primeros pasos en la investigación de la energía nuclear con la creación de la Junta de Investigaciones Atómicas.
Este organismo tenía tres objetivos principales. El primero era la explotación de yacimientos de uranio, cuya existencia ya se había detectado en la década de 1930. El segundo, la formación de personal científico especializado en tecnología nuclear y, el tercero, el desarrollo de técnicas de extracción, metalurgia y física del uranio.
La dependencia energética fue una de las principales razones por las que España apostó por la energía nuclear, una situación que sigue vigente. Según Eurostat, en 2022 España importó el 75% de la energía que consume, lo que aumenta su vulnerabilidad ante la volatilidad de los mercados internacionales.
España y su historia con la energía nuclear
El verdadero impulso al desarrollo nuclear llegó en 1951, con la creación de la Junta de Energía Nuclear (JEN), que sentó las bases del sector en España con apoyo de países como Estados Unidos, Italia, Suiza y Alemania .
En 1956, contrató a la empresa estadounidense General Electric para la adquisición de un reactor experimental, destinado exclusivamente a la investigación civil. Sin embargo, los accidentes nucleares ocurridos en otros países en las siguientes décadas generaron dudas sobre la viabilidad de la energía nuclear en España.
Aun así, en 1967 se inauguró la Planta Caliente M-1 , destinada al tratamiento de combustibles irradiados, y entre 1968 y 1970 entraron en funcionamiento las primeras centrales nucleares del país que fueron: José Cabrera, Vandellós I y Santa María de Garoña.
Años después, en 1972, se fundó la Empresa Nacional del Uranio, SA (ENUSA) , encargada de la gestión del suministro de uranio y del abastecimiento de las centrales nucleares españolas.
El fin de la energía nuclear en España
Pese a haber sido un país pionero en el desarrollo de la energía nuclear, España ha decidido abandonar progresivamente esta fuente de energía. De hecho, las centrales de primera generación José Cabrera y Vandellós I están en proceso de desmantelamiento, mientras que Santa María de Garoña ya ha cesado sus operaciones. Además, el plan del Gobierno prevé el cierre de las cinco centrales nucleares de segunda generación aún activas que son: Almaraz I y II, Ascó I y II, Cofrentes, Trillo I y Vandellós II
El objetivo es sustituir progresivamente la energía nuclear por fuentes renovables, como la solar y la eólica. Sin embargo, el debate sigue abierto ya que mientras algunos defienden la eliminación total de la energía nuclear por razones de seguridad y sostenibilidad, otros advierten sobre los riesgos de depender en exceso de las importaciones energéticas y de perder una fuente de electricidad estable y libre de emisiones de CO₂.
España fue uno de los países que, tras la Segunda Guerra Mundial, apostó por el desarrollo de la energía nuclear como una solución a su dependencia energética. Sin embargo, después de más de siete décadas de avances en este sector, el país ha decidido cambiar de rumbo y abandonar progresivamente esta fuente de energía.
Tras el fin del conflicto bélico mundial, Europa quedó devastada, y España, aunque no participó directamente en la guerra, se enfrentaba a un grave problema energético. En 1948, en pleno franquismo, se dieron los primeros pasos en la investigación de la energía nuclear con la creación de la Junta de Investigaciones Atómicas.
Este organismo tenía tres objetivos principales. El primero era la explotación de yacimientos de uranio, cuya existencia ya se había detectado en la década de 1930. El segundo, la formación de personal científico especializado en tecnología nuclear y, el tercero, el desarrollo de técnicas de extracción, metalurgia y física del uranio.
La dependencia energética fue una de las principales razones por las que España apostó por la energía nuclear, una situación que sigue vigente. Según Eurostat, en 2022 España importó el 75% de la energía que consume, lo que aumenta su vulnerabilidad ante la volatilidad de los mercados internacionales.
España y su historia con la energía nuclear
El verdadero impulso al desarrollo nuclear llegó en 1951, con la creación de la Junta de Energía Nuclear (JEN), que sentó las bases del sector en España con apoyo de países como Estados Unidos, Italia, Suiza y Alemania .
En 1956, contrató a la empresa estadounidense General Electric para la adquisición de un reactor experimental, destinado exclusivamente a la investigación civil. Sin embargo, los accidentes nucleares ocurridos en otros países en las siguientes décadas generaron dudas sobre la viabilidad de la energía nuclear en España.
Aun así, en 1967 se inauguró la Planta Caliente M-1 , destinada al tratamiento de combustibles irradiados, y entre 1968 y 1970 entraron en funcionamiento las primeras centrales nucleares del país que fueron: José Cabrera, Vandellós I y Santa María de Garoña.
Años después, en 1972, se fundó la Empresa Nacional del Uranio, SA (ENUSA) , encargada de la gestión del suministro de uranio y del abastecimiento de las centrales nucleares españolas.
El fin de la energía nuclear en España
Pese a haber sido un país pionero en el desarrollo de la energía nuclear, España ha decidido abandonar progresivamente esta fuente de energía. De hecho, las centrales de primera generación José Cabrera y Vandellós I están en proceso de desmantelamiento, mientras que Santa María de Garoña ya ha cesado sus operaciones. Además, el plan del Gobierno prevé el cierre de las cinco centrales nucleares de segunda generación aún activas que son: Almaraz I y II, Ascó I y II, Cofrentes, Trillo I y Vandellós II
El objetivo es sustituir progresivamente la energía nuclear por fuentes renovables, como la solar y la eólica. Sin embargo, el debate sigue abierto ya que mientras algunos defienden la eliminación total de la energía nuclear por razones de seguridad y sostenibilidad, otros advierten sobre los riesgos de depender en exceso de las importaciones energéticas y de perder una fuente de electricidad estable y libre de emisiones de CO₂.
