Este fue el palacio romano más grande de España y su destrucción hace 30 años aun duele

Este fue el palacio romano más grande de España y su destrucción hace 30 años aun duele

Hubo un gran movimiento ciudadano para evitar su demolición.

Este fue el palacio romano más grande de España y su destrucción hace 30 años aun duele

Hubo un gran movimiento ciudadano para evitar su demolición.

Este fue el palacio romano más grande de España y su destrucción hace 30 años aun duele

Hubo un gran movimiento ciudadano para evitar su demolición.

Este fue el palacio romano más grande de España y su destrucción hace 30 años aun duele

Hubo un gran movimiento ciudadano para evitar su demolición.

Este fue el palacio romano más grande de España y su destrucción hace 30 años aun duele

Hubo un gran movimiento ciudadano para evitar su demolición.

Vista de la Gran Mezquita de Córdoba y el puente romano.Getty Images

Hace más de tres décadas de la controvertida demolición del palacio más grande del Imperio Romano en España. Fue una construcción atribuida al emperador Maximiano Herculio que finalmente se destruyó en 1991 para dar paso a la estación de tren de alta velocidad de Córdoba.

Ubicado a unos 600 metros de las antiguas murallas de Córdoba, había sido un símbolo del poder imperial de Maximiano, que gobernaba desde allí sobre la península ibérica y el norte de África en el siglo III. El palacio incluía plazas rectangulares, un criptopórtico de 109 metros, baños y varias zonas de recepción. 

Todo el conjunto era un diseño arquitectónico monumental que, según historiadores, superaba en tamaño y esplendor a otros centros de poder romanos, como el Foro de Trajano, en Roma.

Su destrucción a cambio de una estación de tren

El 22 de mayo de 1991, con el inicio de la demolición, arqueólogos de toda España se movilizaron para intentar preservar este tesoro patrimonial. Durante días, trabajaron incesantemente para documentar el complejo antes de que las excavadoras arrasaran con mosaicos, lápidas, templos, un teatro, y hasta los restos de un circo romano, además de la imponente residencia del emperador. 

Ante la demolición, grupos de arqueólogos y ciudadanos firmaron peticiones y durmieron junto al yacimiento en protesta. Pero los esfuerzos resultaron insuficientes pues las autoridades regionales y nacionales consideraron que la construcción de la estación de AVE era inapelable. 

Esta decisión desencadenó una campaña de desinformación, asegurando que el yacimiento carecía de valor o que los arqueólogos lucraban con la preservación. Incluso Herminio Trigo, entonces alcalde de Córdoba, llegó a calificar el conjunto histórico como “un montón de piedras”.

Una decisión que llegó tarde

A pesar de la movilización social y del interés académico, la conservación no fue prioritaria. Seis años después de la demolición, en 1997, el área fue declarada Bien de Interés Cultural. Actualmente, solo una parte mínima del complejo puede observarse en un parque arqueológico que, según denuncian asociaciones culturales, permanece cerrado y en condiciones de abandono.

En una conferencia titulada Treinta años después de Cercadilla, en 2021, Camino Fuertes, arqueóloga de la Agencia Andaluza de Instituciones Culturales, expresó la frustración de la comunidad histórica calificando la demolición como “una herida abierta". 

Hace más de tres décadas de la controvertida demolición del palacio más grande del Imperio Romano en España. Fue una construcción atribuida al emperador Maximiano Herculio que finalmente se destruyó en 1991 para dar paso a la estación de tren de alta velocidad de Córdoba.

Ubicado a unos 600 metros de las antiguas murallas de Córdoba, había sido un símbolo del poder imperial de Maximiano, que gobernaba desde allí sobre la península ibérica y el norte de África en el siglo III. El palacio incluía plazas rectangulares, un criptopórtico de 109 metros, baños y varias zonas de recepción. 

Todo el conjunto era un diseño arquitectónico monumental que, según historiadores, superaba en tamaño y esplendor a otros centros de poder romanos, como el Foro de Trajano, en Roma.

Su destrucción a cambio de una estación de tren

El 22 de mayo de 1991, con el inicio de la demolición, arqueólogos de toda España se movilizaron para intentar preservar este tesoro patrimonial. Durante días, trabajaron incesantemente para documentar el complejo antes de que las excavadoras arrasaran con mosaicos, lápidas, templos, un teatro, y hasta los restos de un circo romano, además de la imponente residencia del emperador. 

Ante la demolición, grupos de arqueólogos y ciudadanos firmaron peticiones y durmieron junto al yacimiento en protesta. Pero los esfuerzos resultaron insuficientes pues las autoridades regionales y nacionales consideraron que la construcción de la estación de AVE era inapelable. 

Esta decisión desencadenó una campaña de desinformación, asegurando que el yacimiento carecía de valor o que los arqueólogos lucraban con la preservación. Incluso Herminio Trigo, entonces alcalde de Córdoba, llegó a calificar el conjunto histórico como “un montón de piedras”.

Una decisión que llegó tarde

A pesar de la movilización social y del interés académico, la conservación no fue prioritaria. Seis años después de la demolición, en 1997, el área fue declarada Bien de Interés Cultural. Actualmente, solo una parte mínima del complejo puede observarse en un parque arqueológico que, según denuncian asociaciones culturales, permanece cerrado y en condiciones de abandono.

En una conferencia titulada Treinta años después de Cercadilla, en 2021, Camino Fuertes, arqueóloga de la Agencia Andaluza de Instituciones Culturales, expresó la frustración de la comunidad histórica calificando la demolición como “una herida abierta". 

Hace más de tres décadas de la controvertida demolición del palacio más grande del Imperio Romano en España. Fue una construcción atribuida al emperador Maximiano Herculio que finalmente se destruyó en 1991 para dar paso a la estación de tren de alta velocidad de Córdoba.

Ubicado a unos 600 metros de las antiguas murallas de Córdoba, había sido un símbolo del poder imperial de Maximiano, que gobernaba desde allí sobre la península ibérica y el norte de África en el siglo III. El palacio incluía plazas rectangulares, un criptopórtico de 109 metros, baños y varias zonas de recepción. 

Todo el conjunto era un diseño arquitectónico monumental que, según historiadores, superaba en tamaño y esplendor a otros centros de poder romanos, como el Foro de Trajano, en Roma.

Su destrucción a cambio de una estación de tren

El 22 de mayo de 1991, con el inicio de la demolición, arqueólogos de toda España se movilizaron para intentar preservar este tesoro patrimonial. Durante días, trabajaron incesantemente para documentar el complejo antes de que las excavadoras arrasaran con mosaicos, lápidas, templos, un teatro, y hasta los restos de un circo romano, además de la imponente residencia del emperador. 

Ante la demolición, grupos de arqueólogos y ciudadanos firmaron peticiones y durmieron junto al yacimiento en protesta. Pero los esfuerzos resultaron insuficientes pues las autoridades regionales y nacionales consideraron que la construcción de la estación de AVE era inapelable. 

Esta decisión desencadenó una campaña de desinformación, asegurando que el yacimiento carecía de valor o que los arqueólogos lucraban con la preservación. Incluso Herminio Trigo, entonces alcalde de Córdoba, llegó a calificar el conjunto histórico como “un montón de piedras”.

Una decisión que llegó tarde

A pesar de la movilización social y del interés académico, la conservación no fue prioritaria. Seis años después de la demolición, en 1997, el área fue declarada Bien de Interés Cultural. Actualmente, solo una parte mínima del complejo puede observarse en un parque arqueológico que, según denuncian asociaciones culturales, permanece cerrado y en condiciones de abandono.

En una conferencia titulada Treinta años después de Cercadilla, en 2021, Camino Fuertes, arqueóloga de la Agencia Andaluza de Instituciones Culturales, expresó la frustración de la comunidad histórica calificando la demolición como “una herida abierta". 

Hace más de tres décadas de la controvertida demolición del palacio más grande del Imperio Romano en España. Fue una construcción atribuida al emperador Maximiano Herculio que finalmente se destruyó en 1991 para dar paso a la estación de tren de alta velocidad de Córdoba.

Ubicado a unos 600 metros de las antiguas murallas de Córdoba, había sido un símbolo del poder imperial de Maximiano, que gobernaba desde allí sobre la península ibérica y el norte de África en el siglo III. El palacio incluía plazas rectangulares, un criptopórtico de 109 metros, baños y varias zonas de recepción. 

Todo el conjunto era un diseño arquitectónico monumental que, según historiadores, superaba en tamaño y esplendor a otros centros de poder romanos, como el Foro de Trajano, en Roma.

Su destrucción a cambio de una estación de tren

El 22 de mayo de 1991, con el inicio de la demolición, arqueólogos de toda España se movilizaron para intentar preservar este tesoro patrimonial. Durante días, trabajaron incesantemente para documentar el complejo antes de que las excavadoras arrasaran con mosaicos, lápidas, templos, un teatro, y hasta los restos de un circo romano, además de la imponente residencia del emperador. 

Ante la demolición, grupos de arqueólogos y ciudadanos firmaron peticiones y durmieron junto al yacimiento en protesta. Pero los esfuerzos resultaron insuficientes pues las autoridades regionales y nacionales consideraron que la construcción de la estación de AVE era inapelable. 

Esta decisión desencadenó una campaña de desinformación, asegurando que el yacimiento carecía de valor o que los arqueólogos lucraban con la preservación. Incluso Herminio Trigo, entonces alcalde de Córdoba, llegó a calificar el conjunto histórico como “un montón de piedras”.

Una decisión que llegó tarde

A pesar de la movilización social y del interés académico, la conservación no fue prioritaria. Seis años después de la demolición, en 1997, el área fue declarada Bien de Interés Cultural. Actualmente, solo una parte mínima del complejo puede observarse en un parque arqueológico que, según denuncian asociaciones culturales, permanece cerrado y en condiciones de abandono.

En una conferencia titulada Treinta años después de Cercadilla, en 2021, Camino Fuertes, arqueóloga de la Agencia Andaluza de Instituciones Culturales, expresó la frustración de la comunidad histórica calificando la demolición como “una herida abierta". 

Hace más de tres décadas de la controvertida demolición del palacio más grande del Imperio Romano en España. Fue una construcción atribuida al emperador Maximiano Herculio que finalmente se destruyó en 1991 para dar paso a la estación de tren de alta velocidad de Córdoba.

Ubicado a unos 600 metros de las antiguas murallas de Córdoba, había sido un símbolo del poder imperial de Maximiano, que gobernaba desde allí sobre la península ibérica y el norte de África en el siglo III. El palacio incluía plazas rectangulares, un criptopórtico de 109 metros, baños y varias zonas de recepción. 

Todo el conjunto era un diseño arquitectónico monumental que, según historiadores, superaba en tamaño y esplendor a otros centros de poder romanos, como el Foro de Trajano, en Roma.

Su destrucción a cambio de una estación de tren

El 22 de mayo de 1991, con el inicio de la demolición, arqueólogos de toda España se movilizaron para intentar preservar este tesoro patrimonial. Durante días, trabajaron incesantemente para documentar el complejo antes de que las excavadoras arrasaran con mosaicos, lápidas, templos, un teatro, y hasta los restos de un circo romano, además de la imponente residencia del emperador. 

Ante la demolición, grupos de arqueólogos y ciudadanos firmaron peticiones y durmieron junto al yacimiento en protesta. Pero los esfuerzos resultaron insuficientes pues las autoridades regionales y nacionales consideraron que la construcción de la estación de AVE era inapelable. 

Esta decisión desencadenó una campaña de desinformación, asegurando que el yacimiento carecía de valor o que los arqueólogos lucraban con la preservación. Incluso Herminio Trigo, entonces alcalde de Córdoba, llegó a calificar el conjunto histórico como “un montón de piedras”.

Una decisión que llegó tarde

A pesar de la movilización social y del interés académico, la conservación no fue prioritaria. Seis años después de la demolición, en 1997, el área fue declarada Bien de Interés Cultural. Actualmente, solo una parte mínima del complejo puede observarse en un parque arqueológico que, según denuncian asociaciones culturales, permanece cerrado y en condiciones de abandono.

En una conferencia titulada Treinta años después de Cercadilla, en 2021, Camino Fuertes, arqueóloga de la Agencia Andaluza de Instituciones Culturales, expresó la frustración de la comunidad histórica calificando la demolición como “una herida abierta". 

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Soy redactora en El HuffPost España, donde te cuento las historias más curiosas y te intento ayudar a encontrar esos detalles que marcan la diferencia en la vida cotidiana.

 

Sobre qué temas escribo

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Mis artículos son un surtido de historias curiosas, viajes, cultura, estilo de vida, naturaleza, ¡y mucho más! Mi objetivo es despertar tu curiosidad y acompañarte con lecturas útiles y entretenidas.

  

Mi trayectoria

Soy madrileña, pero con raíces en Castilla-La Mancha. Estudié Periodismo en la Universidad Ceu San Pablo, aunque siempre digo que mi verdadera escuela ha sido El HuffPost, el lugar donde escribí mis primeras líneas como periodista. Empecé como becaria y ahora colaboro en este medio que me ha visto crecer.


Mi pasión por el periodismo nació en la infancia, cuando dibujaba las portadas de los medios deportivos y soñaba con convertirme en una de aquellas reporteras que veía en la televisión.

 


 

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