Soraya Romero Hernández, autora del libro 'Demasiado ayer': "Da miedo que un chaval de 20 años te diga que con Franco se vivía mejor"
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Soraya Romero Hernández, autora del libro 'Demasiado ayer': "Da miedo que un chaval de 20 años te diga que con Franco se vivía mejor"

Hablamos con la escritora sobre una novela que parte del fusilamiento de su bisabuelo a manos del bando fascista durante la guerra civil española.

La escritora Soraya Romero Hernández.M.J. Pichaco Gallardo

La periodista y escritora Soraya Romero Hernández nació en Madrid en 1983. En 2014 abandonó España para poner rumbo a Suiza. Lo hizo por amor a un helvético al que califica como un suizo atípico y muy latinizado al que conoció en Madrid, donde él vivió en varias etapas. En Berna ambos crían y educan a su hijo, que crece influenciado por las dos culturas. Como señala la escritora, a su vástago también le define el lugar del que viene su madre y lo que ha vivido, al igual que a Soraya Romero le define de dónde viene y quiénes son sus ancestros.

Y fue precisamente esa búsqueda de sus antepasados, de saber de dónde venía, lo que le hizo encontrarse con lo que le ocurrió a su bisabuelo Nicomedes, fusilado por los fascistas en 1937. Su historia fue como la de muchos otros represaliados por el bando franquista, pero no exactamente. Y esa diferencia fue que le dio la idea de una novela llamada Demasiado ayer que publica Kailas Editorial. Por ello hablamos con la autora sobre su libro, del horror de la dictadura y del peligro que suponen para nuestra sociedad la desmemoria, la resignificación de las palabras y de un concepto de libertad manipulado.

Demasiado ayer es una ficción que parte de una historia real ocurrida en tu familia. ¿Por qué escribiste este libro?

Parte de una documentación real, pero no es una historia real al uso. Descubrí una documentación vinculada al asesinato de mi bisabuelo por parte de padre, Nicomedes, y los dos documentos que encontré contenían una información que me pareció lo suficientemente potente y atractiva como para pensar que había una historia detrás. Uno es una sentencia judicial por un delito de lesiones cometido por él y otra es su expediente de fallecimiento a posteriori. Eso significa que el registro de defunción se realizó a los tres años de su muerte porque a mi bisabuela le negaban sistemáticamente que estuviera muerto. Al encontrarme con esta documentación y enfrentarme a ese lenguaje enrevesado e incluso lírico, porque es lo que hacía el franquismo, manipular las palabras para dotarlas de esa grandiosidad, es cuando se despertó en mí por un lado el enfado y por otro la fascinación de ver un pasado que no era tan idealizado. Todos pensamos que somos buenas personas, que venimos de familias inmaculadas, y a veces hay que mirar las heridas de frente y replantearse que lo mismo de donde venimos no es un lugar tan amable. Y aquello me movió para construir una historia en la que para mí era mucho más interesante intentar crear a partir de esto un personaje oscuro, un antihéroe, y explorar la psicología que marca a ese tipo de personas en un contexto de guerra, de violencia y de muerte en el que muchas veces salen esas manzanas que pudren el cesto pero que no se golpean solas.

  Soraya Romero Hernández con su novela 'Demasiado ayer'.Javi Aparicio

¿Por qué negaban a tu bisabuela que su marido hubiera sido asesinado?¿Cuál era la explicación?

En la documentación figura que es porque piden testigos para poder demostrar que le habían fusilado, porque obviamente el cadáver ya estaba enterrado. Es terrible que uno tenga que demostrar algo que sabe de facto que ha sucedido, y por eso se juega un poco con la ironía en la novela de que 'a lo mejor no está muerto sino que ha ido por tabaco y no ha vuelto'. Pero no fue un hecho aislado. Mi bisabuelo no fue la única persona que aparecía registrada a posteriori. Esto era una negación sistémica de lo que el régimen estaba haciendo. Gracias al trabajo del historiador Francisco Espinosa sobre la guerra civil en Huelva descubrí que esa provincia de la que procedía mi familia nunca tuvo posibilidad de defensa. Solo hubo represión, no hubo una guerra al uso, entraron y aniquilaron, y cuando tú aniquilas además luego niegas la mayor. Lo que se deduce en los papeles es que los que le asesinaron no sabían nada porque no habían hecho nada. Yo creo que simplemente intentaron no asumir la responsabilidad de lo que estaba sucediendo ni ponerle nombre a lo que estaban haciendo.

A pesar de empezar en un episodio de la Guerra Civil, no es una novela sobre la Guerra Civil, pero sí sobre las consecuencias de los contextos desfavorables y violentos e impregnados de muerte, y cómo eso puede marcar vida y puede marcar a generaciones. Andalucía fue una de las comunidades más golpeadas en estos términos en esta desigualdad de la que hablamos. Todos conocemos los crímenes de La Desbandá, que fue atroz, pero en el caso de Huelva hay más de 120 fosas comunes y más de 10.000 víctimas asesinadas sin juicio previo. Sobre todo se fueron a las zonas mineras y rurales. Hubo un aniquilamiento con extrema violencia, y no son palabras mías sino de los historiadores que han podido analizar en profundidad los documentos que están a buen recaudo también en la Junta de Andalucía y a los que se puede tener acceso. Allí el aniquilamiento, las ejecuciones y el terror fueron atroces.

Y en el caso de tu bisabuelo, ¿de qué le acusaron exactamente?

No se sabe tampoco. Es algo que no se revela en los documentos, pero a veces no había razones. Te podían acusar de masón, de haber robado algo cuando no lo habías hecho, simplemente podía ser algún vecino vengativo que decidía jugártela. Si nos ponemos en el contexto de 1937 date cuenta que cualquiera era posible víctima y posible verdugo. En un ambiente en el que lo que prima es el miedo, la amenaza y el terror, todos somos potencialmente buenos y villanos. Y esto es de lo que va también Demasiado ayer, esa potencialidad del monstruo en el que nos podemos convertir si las circunstancias alimentan ese monstruo que nos habita a todos. Todos creemos que somos buenas personas hasta que la vida nos pone a prueba y lo mismo nos toca sobrevivir, no vivir, y es ahí cuando realmente el mal y otras emociones pueden apoderarse de nosotros.

"En un ambiente en el que lo que prima es el miedo, la amenaza y el terror, todos somos potencialmente buenos y villanos"

Fíjate con la pandemia y el papel higiénico, o cuando tuvisteis el apagón en España. Contemplaba desde Suiza las imágenes en televisión y pensaba que era maravilloso ver a los vecinos y la gente que se ayudaba y que bajaba a la calle y cantaba. Y pensaba, si nos dan una semana más, si los apagones duraran lo que duran por ejemplo en Cuba, ¿en qué nos transformaríamos nosotros? Porque ahí ya entra en juego la supervivencia. Entonces tenemos que reconectar con eso, con esa idea de la potencial maldad que nos habita a todos en casos extremos.

¿Cómo supiste la historia de tu bisabuelo Nicomedes? ¿Te costó encontrar información?

Soy una aficionada a la genealogía. De hecho así comenzó la historia de mi anterior novela, Las semillas del silencio, por un trazado del árbol genealógico familiar. Cuando había terminado de escribirla y contaba con un poquito de tiempo volví a retomar la búsqueda de mis antepasados. Estaba intentando trazar el camino de los padres de mi abuela paterna, de los que tenía algunos datos más, obtuve más datos gracias a los grupos de indexadores. Son personas que de manera voluntaria y altruista digitalizan muchísima información que está todavía en registros civiles o en iglesias y que el paso del tiempo y el abandono acaban degradando. Lo suben a internet para que los que hacemos esa búsqueda tengamos una posibilidad de obtener respuestas.

Y justamente buscando a estos bisabuelos una de esas indexadoras me dijo que se había metido en ArchivaWeb, que es una página de la Junta de Andalucía en la que se custodia la documentación, el patrimonio documental andaluz histórico, y que había encontrado algo de estas dos personas, concretamente el expediente matrimonial. Me dije que ya que podía haber encontrado algo de ellos iba a buscar al resto de familiares de raíces andaluzas. Y ahí es cuando introduzco el nombre de mi bisabuelo, que todos sabíamos que había sido asesinado por el régimen, pero no sabíamos ni el cuándo, ni el dónde, ni el cómo. Y lo primero con lo que me topo es con una sentencia judicial por un delito de lesiones cometido por él. Imagínate el varapalo y al mismo tiempo la expectación de decir '¿qué es esto?', '¿qué hay detrás?', '¿quién eras?' Porque eso que tú fuiste también me habita en mí. Yo soy porque esta persona fue. Y ya lo segundo que encontré fue el expediente de defunción a posteriori. El proceso fue un poco serendípico, iba buscando una cosa y encontré otra, y fíjate, en esa otra información que encontré es donde estuvo el germen de Demasiado ayer.

  Soraya Romero Hernández es una escritora española afincada en Suiza.Javi Aparicio

¿Qué fue lo que más te costó escribir de la novela y por qué?

Esta novela parte de la muerte o de la no muerte de su personaje o del muerto que aún respira, como dice el resumen del libro. Además, el entorno que me rodeaba en ese momento tampoco era muy favorable. Justo un mes antes de empezar la novela falleció un muy buen amigo mío muy joven. Al poco de escribir la novela fallece Carmen Maceiras, que era mi mentora y mi guía en toda la trazabilidad de Las semillas del silencio. Y al mes de eso fallece otra buena amiga mía en Suiza que me ayudó con todo mi proceso de integración. Así que la novela vino doblemente marcada por la muerte. Yo estaba en un proceso oscuro también cuando empecé a escribirla y me he dado cuenta de que de alguna manera he decidido transitar la herida mirándola de frente. Recuerdo por ejemplo la dureza de ver el documental catalán Los internados del miedo sobre aquellos horribles internados franquistas. Pero para mí era imperativo el enfrentarme, el no obviar ese dolor porque sabía que de alguna manera me iba a ayudar a meterme en esta oscuridad que habitan los personajes de la novela. O el tener que documentarme sobre cómo funciona el mundo de la tanatopraxia para recrear la vida de Pepe en el tanatorio. Eso fue durísimo y me provocaba hasta ansiedad a veces porque yo arrastraba mi propio dolor personal. Diría que eso ha sido lo más duro, pero a la vez creo que ha habido un proceso de sanación cuando he tenido que transitarlo de esa manera tan profunda. Y ojalá el lector pueda percibir que la manera en la que se ha trazado la psicología de esos personajes es muy real y nos apele a ese dolor que nos atraviesa a todos en diferentes momentos de nuestra vida.

Con respecto al documental Los internados del miedo fue para mí un punto de partida brutal. Y digo brutal porque ves a gente de 70 y 80 años rota ante la cámara. Ves a ese niño que aún les habita, rotos en lágrimas y con vidas destrozadas por los abusos a los que fueron sometidos. Y creía que era necesario intentar transmutar ese dolor y esa parte de la historia que todavía resuena porque esas personas todavía están vivas y porque todavía no se ha hecho justicia social en torno a lo que vivieron dentro de esas instituciones. Entonces revisitaba eso ya como ejercicio personal de conocer en primera persona lo que sucedía, esa realidad terrorífica y esos detalles escabrosos que son superdesagradables, pero que hay veces que nos toca mirarlos de frente para conocer lo que ha sucedido en este país. Parece que ahora tiene que haber un borrón y cuenta nueva y este empeño que hay de no mirar al pasado. Hay muchos que dicen lo pesada que es la gente con el tema del franquismo, que para qué si eso ya pasó. Pues es que como dice el refrán, para vivir la vida hay que mirar al futuro, pero para entenderla hay que mirar al pasado. Y creo que si no revisitamos el pasado vamos a cometer, que ya los estamos cometiendo, muchísimos errores que llevaron a España a una de las etapas más turbias y oscuras de su historia.

¿Cómo se podría hacer justicia con las víctimas de abusos sexuales por parte de miembros de la Iglesia Católica?

Esta batalla la están librando muy bien desde el Patronato de la Mujer. Y este tema engancha además con Las semillas del silencio, que también saca a la luz lo que sucedía en las inclusas, instituciones que fueron creadas para llevar a la gente por el camino de lo que consideraban la rectitud. No solo en la de Madrid, cerrada en 1983, sino en las de toda España. Yo creo que tiene que haber un reconocimiento honesto y abierto aceptando la responsabilidad individual y colectiva. Y luego la educación pública para la reflexión crítica en las escuelas, los museos, para no olvidar que los errores se pueden repetir, y que seamos capaces de construir una memoria colectiva que promueva la reconciliación social, el respeto, el perdón. Pero el perdón solo viene cuando se acepta que se han hecho las cosas mal. Esos tres puntos son indispensables. Como decía Saramago 'somos la memoria que tenemos'. Y sobre esa memoria vamos a construir lo que somos. Entonces es absurdo intentar tapar o maquillar el horror cuando sabemos que ese horror ha existido y que está documentado.

"Si no revisitamos el pasado vamos a cometer errores que llevaron a España a una de las etapas más turbias y oscuras de su historia"

En Suiza, te digo por comparativa, hay una exposición hasta 2026 sobre los llamados Verdingkinder, los niños objeto. Aunque parece difícil pensar que en una democracia tan antigua como Suiza también sucedieron horrores, sí ocurrieron. Estos niños fueron como los incluseros, instrumentalizados para explotarlos no solo en el campo, sino que también fueron maltratados por las familias que les acogían y se les arrancaba de sus propias familias por temas moralistas. Podía ser porque eran hijos de madres solteras o porque se determinaba que la familia no estaba preparada para criar a ese niño. Todos los países tienen historia que revisitar y deberes que hacer, y yo creo que en esto a nosotros todavía nos quedan muchas cosas que poner en orden. Aunque también es verdad que lo españoles siempre nos comparamos para algunas cosas cuando nos falta contexto de otras. Y por ejemplo Suiza está muy lejos de la perfección que quiere reflejarse. Es un país como todos, con sus luces y sus sombras, y a pesar de lo que ha tardado en reconocer lo que se ha hecho con estos niños y con los gitanos, está haciendo un muy buen trabajo de reconocimiento, de abrazar esa memoria colectiva, de darle su sitio y el espacio a esas voces que todavía siguen vivas, de contar su verdad y hacerlo espacios públicos como en un museo, y se está llevando a los niños de las escuelas a conocer esa realidad en una exposición que está girando por todo el país. En ese sentido sería interesante poder copiar en España ciertos modelos de lo que es ese proceso de reconciliación con la memoria colectiva.

Con los datos que tenemos, con lo que hemos visto en estos 50 años desde la muerte del dictador, ¿se ha hecho realmente justicia con las víctimas de la dictadura?

Yo creo que no, pero claro, esto es una creencia. Si hubiéramos hecho los deberes creo que no existiría todavía este concepto de enfrentamiento que sigue existiendo en España, de esas dos Españas y las dos Españas revividas. Yo creía unos años atrás que empezábamos a ver la luz en ese sentido y parece que hemos vuelto a dar pasos hacia atrás y que nuevamente es muy adecuado tener a la gente enfadada y enfrentada, porque la gente enfadada y la gente que actúa desde la emoción y desde las tripas y no desde la cabeza es gente mucho más manipulable. Y al final estás concentrando tu miedo en el vecino y en el enemigo, y esto nos remonta otra vez a la guerra civil. Es que el ambiente del 37 era ese, no poder fiarte de nadie y ver en esa persona que vivía al lado y que hasta hace poco te regalaba unas manzanas o te echaba una mano en el campo, de repente se convierte potencialmente en tu enemigo, y esos fantasmas vuelven. Para mí no hemos superado todavía esa etapa y creo que a veces hay interés partidista en que esto no suceda.

  Soraya Romero Hernández es periodista y escritora.

Se han promulgado leyes como la de Memoria Histórica o la Memoria Democrática, pero ¿qué opinas de que haya partidos que apuestan por lo que han llamado leyes de concordia?

Aquí entra en juego el poder de las palabras y me remito a lo que encontré en el expediente de mi bisabuelo, lo de la aplicación del bando de guerra por desafección al régimen. Eso es dotar de lirismo y de belleza a la barbarie y no darle a las palabras el significado que tienen, resignificarlas. Las palabras han tenido que atravesar siglos de historia para llegar hasta nosotros como las conocemos y han llegado como las conocemos por consenso social. Todos sabemos que una mariposa es una mariposa y que la nostalgia es el anhelo de aquello que tuvimos y que ya no está, y eso es por consenso colectivo. Lo que no podemos permitir es que estas palabras que han llegado hasta nosotros se resignifiquen con intereses partidistas o individualistas. Y tampoco podemos permitir que palabras tan importantes dentro de las democracias como libertad o genocidio se manoseen y se utilicen para usos malintencionados y para manipular a la gente. Entonces, esto de la concordia, bueno, pues vámonos al diccionario y veremos lo que es concordia. Entonces pactemos entre todos como sociedad si ese término nos conviene o no. Yo creo que no es apropiado pasar de puntillas sobre la significación de las palabras porque lo mismo va a ofender a alguien.

Dijo Ignatius, el cómico, al que vi en una entrevista y me gustó muchísimo, que mencionaba que las palabras nunca van a decidir del todo la realidad, pero es lo único que tenemos. Y no podemos permitir que las palabras se vilipendien. A las cosas hay que llamarlas por su nombre y si queremos llamarlas de otra manera entonces que haya un consenso social para que eso suceda.

"No podemos permitir que las palabras se resignifiquen con intereses partidistas o individualistas y se usen para manipular a la gente"

Según el CIS, el 19 por ciento de los jóvenes españoles de 18 a 24 años, o sea que son personas que ya han nacido en el siglo XXI, creen que durante la dictadura fueron años buenos o muy buenos para el país y para la gente. ¿Qué opinión te merece esto?

Pues esto me merece la opinión de recordarme que cuando yo termine el bachillerato siempre nos quedábamos a las puertas de la guerra civil, nunca nos adentrábamos del todo en este tema. Yo ya me adentré en la guerra civil española en la carrera, en periodismo. Entonces creo que no se está haciendo a colación de lo que hemos hablado antes de los espacios y cómo se podría mejorar el trabajo de la memoria histórica que es mediante la educación. No solo la de casa, sino la de las escuelas y el trabajarlo a través de los museos, que en España ya se ha hecho, pero claramente es un mensaje que no está permeando entre la juventud y eso da miedo. Da miedo que un chaval de 20 años te diga que con Franco se vivía mejor. Está claro que se ha perdido la memoria colectiva de esa familia porque creo que leí una vez que bastan tres generaciones para que la memoria colectiva comience a desaparecer. Es muy preocupante y no te puedo decir que la solución es esta porque todos tenemos opinión sobre qué se podría hacer mejor, pero en realidad es un tema muy complejo y lo que no hay es que banalizar ni otra vez maquillar las palabras. Creo que aprovechando que efectivamente se cumplen 50 años de la muerte de Franco sería un buen momento para que los chavales en compañía de los docentes revisitaran la historia con todas sus luces y sus sombras, pero es un tema muy complejo y personalmente a mí como madre me preocupa muchísimo.

Esta misma encuesta señalaba que el 21 por ciento de los españoles en general cree que los años del franquismo fueron buenos...

Es que fíjate, la reflexión, lo que nos están diciendo estos chavales, por ponerte un ejemplo, una metáfora, es como si voy a una heladería y en realidad en vez de tener 20 sabores, yo sería mucho más feliz si me dejan elegir solo entre dos, porque cuantas más posibilidades tengo de elección es peor. O sea que es mejor que yo no pueda elegir y que alguien decida por mí. Y hay gente que está defendiendo algo que no han vivido y que yo tampoco he vivido, pero que he podido rescatar a través de las voces de mi madre principalmente, y de mi padre y mis tíos, que sí que vivieron la posguerra. Y porque personalmente me ha adentrado en el tema, porque me resuena, no solo por el asesinato de mi propio bisabuelo, sino porque me resuena como ciudadana. Pero en realidad el mensaje, fíjate la contradicción, que ahora queremos libertad, que es como la palabra de moda, pero en realidad el concepto de libertad está siendo completamente manipulado porque prefieren que alguien tome decisiones por ellos y que se impongan esas decisiones porque creen que así van a ser más felices. Yo no sé si hay una proyección aspiracional de lo que creen que pueden llegar a ser y hay una falta absoluta de conciencia de clase, pero es parte de este proceso de manipulación de las palabras del que te he hablado y que es tan peligrosa.

En los últimos años se ha hablado mucho de la libertad. ¿En qué notas que se intenta manipular el concepto de libertad?

Yo creo que está manipulada, como se refleja en la novela, porque no atiende a un concepto colectivo de libertad. Yo tenía una profesora de filosofía a la que recuerdo con mucho cariño que me decía 'tu libertad termina donde empieza la mía'. Extrapola eso a los millones de habitantes que somos sobre la tierra e intenta encontrar un consenso. Y luego en nuestra pérdida de memoria. Volviendo al tema de la memoria colectiva, yo soy migrante en otro país, yo soy esa amenaza de la que se habla ahora en otro sitio. Esto se menciona en la novela, la deuda histórica que España tiene con México, con aquellos barcos de la esperanza que Lázaro Cárdenas mandó a Francia y mandó a Marruecos y también a Portugal para ayudar a los republicanos a salir del país. Y México se nutrió de toda esa cultura que España estaba perdiendo. Entonces, México y España comparten una historia de diásporas, de conexiones, de conflictos, de resistencia, y esa memoria también la hemos perdido y ahora solo vemos amenazas constantemente en otras personas. Por eso te digo que no solo el tema de la libertad, que es muy complejo, sino el darle forma a las palabras de manera tendenciosa y de manera que sirva a intereses muy particulares, no colectivos. En ese aspecto tenemos muy mala memoria. Pero esto no es nuevo, es algo que realmente es un mal que nos acecha como sociedad y nos ha acechado durante gran parte de nuestra historia.

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Soy redactor de LIFE en El HuffPost España, esa sección siempre necesaria en la que mostramos otro lado de la vida más amable y los temas que quizás no lo son tanto, pero que deben estar en la agenda.

 

Sobre qué temas escribo

Me encargo de contarte todo sobre los royals, un mundo apasionante en el que hay mucho que explicar, descubrir y analizar. También sobre celebrities, viajes, gastronomía y temas de sociedad. No puedo olvidar mi pasión por la cultura en general y por los libros en particular. Por eso realizo de forma habitual entrevistas a autores, algunos de ellos muy conocidos y mediáticos y otros que no lo son tanto pero que también tienen mucho que contar y que ofrecer. Por supuesto no olvido las redes sociales. Siempre estoy pendiente sobre todo de los stories de Instagram para acercar el contenido del Huff. Y de vez en cuando me pongo delante de la cámara para hablar sobre qué está pasando en el mundo royal, porque ahí siempre ocurre algo que merece la pena contar.

 

Mi trayectoria

Nací en León, me crie en Oviedo y me trasladé a Madrid para estudiar periodismo. Desde niño tuve claro que lo mío era contar historias, que mi vocación y mi pasión era y es el periodismo. Formé parte del periódico de mi colegio, y a los 12 años escribí un pequeño libro que nunca ha visto la luz, así como otras historias detectivescas y cómicas, y tuve claro que nada me gustaba más que formar parte algún día de una redacción, así que cursé periodismo en la Universidad Carlos III de Madrid. En segundo de carrera debuté en el mundo profesional con unas prácticas en las que aprendí cómo funcionan los medios locales y una radio. Continué en ABC.es, Cuatro y CNN+, Europa Press y después llegó NOXVO, donde me contrataron para llevar desde su nacimiento un medio digital lifestyle llamado Bekia.

 

Durante mis 14 años en Bekia, me encargué de coordinar la web, escribir sobre realeza, hacer entrevistas a personas relevantes tanto nacionales como internacionales, algunas de ellas realizadas en Cuba, París, Berlín o Venecia, redactar temas de viajes y gastronomía y ponerme delante de la cámara no solo para las citadas entrevistas, sino para grabar vídeos sobre realeza en el programa Royals, con el que cosechamos un gran éxito en Youtube. Esa etapa finalizó en agosto de 2025, cuando me incorporé con muchas ganas e ilusión a la sección de LIFE del Huff Post, donde no solo he podido seguir realizando labores similares, sino que me ha permitido conocer otros ámbitos y crecer profesionalmente. Por cierto, coescribí una obra de teatro y no pierdo la esperanza de ponerme de una vez con la novela a la que tantas vueltas sigo dando.

 


 

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