Animan a dejar a un lado las gachas de avena en el desayuno y apostar por los alimentos ricos en proteínas
Lo mejor es un desayuno rico en proteínas y bajo en azúcares y grasas procesadas.

El desayuno siempre ha sido considerado la comida más importante del día y no es casualidad. Durante la noche, mientras dormimos, el organismo continúa trabajando y lleva a cabo procesos metabólicos esenciales. Todo esto lo hace utilizando las reservas de energía que almacenamos a lo largo del día anterior.
Cuando nos despertamos, es el momento en el que el cuerpo, después de varias horas de ayuno ––normalmente entre 7 y 10 horas––, necesita nutrientes que nos aporten energía para volver a funcionar al máximo rendimiento.
Sin embargo, los expertos advierten que no todos los alimentos que solemos consumir a primera hora son realmente saludables o recomendables. Uno de los casos más llamativos es el de las gachas de avena, un plato que, pese a que es muy práctico, podría no ser la mejor opción para arrancar la jornada.
¿Por qué las gachas no son la mejor elección?
Durante años, las gachas de avena se ganaron fama como una alternativa fácil de preparar, digerible y saciante. No obstante, su composición hace que resulten insuficientes si se convierten en la base habitual del desayuno. Se trata de un alimento mayoritariamente rico en carbohidratos (un 66 % en peso), con un aporte limitado de proteínas y fibra.
Este desequilibrio puede traducirse en picos de azúcar en sangre y falta de saciedad a lo largo de la mañana. De hecho, su índice glucémico relativamente alto está asociado a mayores fluctuaciones en los niveles de glucosa, lo que, a largo plazo, puede favorecer el riesgo de enfermedades crónicas como la diabetes.
La alternativa
La recomendación de los nutricionistas es que un desayuno saludable debe incluir proteínas de calidad, grasas saludables y una porción adecuada de fibra. Esto significa que los huevos, los lácteos, el tofu o incluso el pescado pueden convertirse en protagonistas de la mesa matutina.
Estos alimentos, combinados con frutas frescas, verduras y cereales integrales, ayudan a mantener estables los niveles de energía, evitan la sensación de hambre prematura y proporcionan nutrientes esenciales para el buen funcionamiento del organismo.
Eso no significa que las gachas deban desaparecer por completo del menú. Una opción es enriquecerlas con ingredientes ricos en proteínas, como yogur, frutos secos, semillas o incluso un poco de pollo o pescado. De este modo, el plato gana en valor nutricional y se convierte en un desayuno más equilibrado.
Otros alimentos que conviene evitar
Junto con las gachas, hay otros alimentos que conviene limitar a primera hora. Los fritos, por ejemplo, pueden resultar muy atractivos por su sabor y textura, pero contienen compuestos nocivos formados en el proceso de cocción y un exceso de calorías que favorece la obesidad y los problemas cardiovasculares.
Del mismo modo, los productos con alto contenido de azúcar —como bollería, galletas o panes dulces— generan picos de insulina que a largo plazo afectan al metabolismo y aumentan el riesgo de resistencia a la insulina.
Tampoco se libran las carnes procesadas, como el jamón o el tocino, cuyo elevado contenido en sal y aditivos puede ser dañino para la salud si se consumen de manera habitual.
Un desayuno equilibrado
Apostar por un desayuno rico en proteínas y bajo en azúcares y grasas procesadas aporta energía sostenida durante el día, y contribuye a la prevención de enfermedades a largo plazo. En este contexto, las gachas pueden tener su lugar, pero siempre que se complementen con ingredientes que equilibren la mesa. La clave está en elegir bien y recordar que el desayuno es, más que una costumbre, una inversión en salud.
