Malos tiempos para el amor: por qué en verano se multiplican las rupturas y qué hacer para que tu relación sobreviva
El número de divorcios es mayor después de las vacaciones ya que la convivencia y más tiempo en pareja pueden pasar factura.

El verano es tiempo de más planes, días de playa, tardes de chiringuito y cenas al aire libre, pero también de discusiones, conflictos y rupturas de pareja. Así lo demuestra la estadística ya que según los datos del INE en septiembre las peticiones de divorcio aumentan un 20% con respecto al resto del año.
Además, los expertos destacan que septiembre no es el único mes duro para el amor, enero también suele ser complicado. ¿Por qué? Ambos tienen en común que son el cierre de periodos vacacionales como el verano o la Navidad.
"El periodo vacacional de verano es una época del año a la que llegamos exhaustos. Hemos acumulado el estrés y los problemas de todo el año. Esta parada en seco también altera nuestro ritmo habitual y nuestra rutina", contextualiza la sexóloga y terapeuta de pareja Elena Requena.
La experta confirma que "no es un mito que se produzcan más rupturas en verano" y afirma que "no es algo casual". "En vacaciones la convivencia se estrecha, pasamos mucho más tiempo juntos y esto, igual que ocurre en otras etapas vitales, como es la jubilación por ejemplo, agudiza los problemas", explica Requena.
"Pasamos más tiempo juntos porque tenemos más tiempo libre y hay muchas relaciones que ya están deterioradas. El no compartir tanto tiempo juntos en otros momentos del año hace que la relación más o menos se sostenga, pero cuando tenemos más tiempo libre y tienes que tener a la otra persona delante y hay una fricción previa ya es un poco '¿qué estamos haciendo?", destaca por su parte Miriam González, psicóloga especializada en relaciones interpersonales y de pareja.
Para David Cercas, asesor matrimonial y autor del libro El arte de un matrimonio feliz, en estas etapas de vacaciones "lo que aflora es que la relación no está bien, se confirma lo que estaba escondido". "Nos damos cuenta de que quizás no tenemos una convivencia sana, no hemos sabido respetarnos con cariño, atender las necesidades del otro, comunicar lo que tenemos dentro… Nos damos cuenta de que no estamos bien", cuenta el experto.
Además, Cercas explica que también entran en juego las expectativas y la idealización de las vacaciones, en las que hay que divertirse, descansar y hacer planes que normalmente no se hacen durante el resto del año. "Hemos idealizado unos tiempos que si no están bien consensuados también generan estrés o agobio", matiza.
Para Requena, en el caso de las mujeres hay que tener en cuenta que muchas de ellas son las que durante todo el año "llevan la carga mental y logística de la casa" y los siguen haciendo en vacaciones. "Esto no es justo y debe haber un diálogo de toda la familia previo para que esta responsabilidad recaiga en todos los miembros", explica la terapeuta de pareja.
"Todo este caldo de cultivo hace que nos mostremos más sensibles a los problemas que surgen y tengamos menos aguante", asegura Requena.
Las señales de que la relación no va bien
En vacaciones o durante el estrés del día a día, los conflictos y los pequeños roces en pareja son inevitables. Pero, cuando llega el verano y se pasan más horas juntos, ¿cómo saber si esas discusiones son puntuales o indican que algo en la relación no va bien?
“La relación está deteriorada en el momento en el que ya no compartimos cosas juntos. En el momento en que priman los intereses individuales respecto a un objetivo común de la pareja, cuando la ausencia de comunicación se convierte en el modo de comunicación habitual… todo esto son síntomas de que está pasando algo”, explica Miriam González.
Tal y como explica David Cercas, hay que intentar saber si es algo puntual o un problema grave, y para eso puede ayudar una tercera persona como un psicólogo o un terapeuta de pareja. “Puede ser algo puntual porque hay cosas que se enquistan, que no se saben hablar, y a veces hace falta alguien externo para hablarlo de forma reflexiva y sin hacerse daño”, aconseja el experto.
Intentar entender qué está pasando en la pareja y por qué hay sentimientos de frustración o irritabilidad es fundamental. “Sentirnos irritables o notar que nos molestan conductas que antes no lo hacían de nuestra pareja puede ser también una señal de que algo está ocurriendo. Una persona a la que acompañaba me decía, ‘es que me molesta cómo abre el grifo de la cocina’. Obviamente, no era eso lo que molestaba y había un trasfondo que explica esto mucho mejor”, ejemplifica Elena Requena.
“A veces entramos en un proceso de normalizar cosas que no son normales, que nos están llevando a un camino de ruptura porque está desapareciendo ese tercer elemento de la constitución de la pareja, que son tres elementos, cada uno de los miembros de la pareja y la pareja en sí misma. Entonces desaparece esa parte que es el tercer elemento, la pareja en sí misma y se quedan las dos partes individuales”, añade González.
Para Cercas, hay que prestar atención a señales como “sentir la apatía, sentir que el otro ya no te aprecia, solo ver los defectos del otro, las cosas que hace mal…”. “Cuando eso nos obsesiona y vemos a la otra persona desde ese punto de vista pensamos que tiene muchos defectos y no sabemos reconocer todas las cosas buenas que el otro sí tiene. Muchas veces no somos conscientes de que la otra persona es imperfecta y nosotros también”, añade el asesor matrimonial.
“Se dan tantos factores de comunicación y dificultades que hacen que una pareja diga ‘tenemos que aprender a hablarnos’. Los temas de la familia política también erosionan las relaciones porque cada uno es hijo de sus padres, con sus costumbres y con la educación que ha recibido. El otro también tiene un padre y una madre al que hay que respetar, igual que yo necesito que se respete a los míos”, comenta Cercas.
Para él, lo más fundamental es tratar al otro con respeto y a partir de ahí intentar encontrar una solución: “La base de la relación de pareja es que el otro es un sujeto de derechos y si está conmigo es porque le da la gana. Hay que aprender a gestionar cómo querernos de la forma que sea mejor para cada pareja”.
Cómo evitar que la pareja se resienta durante el verano
No es un mito que se produzcan más rupturas después del verano pero, como sucede en muchos casos con las relaciones interpersonales, con interés, ciertos códigos y una buena comunicación pueden evitarse conflictos y situaciones desagradables.
“Tenemos que intentar predecir lo que queremos que ocurra. Hay que pensar qué queremos que sean estas vacaciones y preguntar al otro qué le gustaría, contar lo que me apetece a mí y llegar a un consenso. Hay que darle un poco de gusto el uno al otro, que eso también es el amor”, explica David Cercas.
El coach matrimonial asegura que es inevitable que haya pequeñas discusiones pero que eso no significa que la relación entre en terreno pantanoso. “Seguro que vamos a tener conflictos, pero ninguno va a tener el 100% de la razón, así que antes de que llegue la discusión vamos a pactar que lo importante es la relación, que ninguno tiene el 100% de la razón y que esto no va de ‘a ver si gano yo’. Hay que tener una comunicación empática”, aconseja Cercas.
Es algo en lo que coincide Elena Requena, que recuerda que en el periodo vacacional “hay que reforzar la comunicación y escuchar los deseos propios y los de la pareja”. “Fomentar espacios de puesta en común, intentar realizar actividades que sean agradables para ambos, puede ser el punto de partida para generar un ambiente relajado y de escucha”, recomienda la terapeuta de pareja, que también recalca la importancia de la independencia. “Hay que ofrecer momentos en solitario al otro, si es que los necesita, o demandar lo mismo para nosotros mismos”, asegura.
Para Cercas esto también es imprescindible ya que hay que “tener tiempos personales autónomos”. “Tiempos en los que yo me enriquezco con mi deporte, lectura, amigos, mi tiempo personal para perder el tiempo como yo quiera perderlo sin que el otro me juzgue. Hay que definir esos momentos del día porque tampoco hace falta pasar 24 horas juntos. Esto va de que cada uno se enriquezca personalmente para ofrecer luego algo al otro. Hay que darse esos espacios”, explica Cercas.
“Las parejas que tienen una relación sana, tienen responsabilidad respecto al bienestar del otro”, recuerda Miriam González, que cree que las vacaciones son el momento perfecto para salir de la rutina y ayudar a la pareja. “Algo que es apetecible ahora con más luz, más tiempo, es que experimenten situaciones novedosas, que hagan algo juntos que no han hecho nunca, que se reencuentren en un entorno que les sea nuevo a los dos. Aunque tengan hijos, que encuentren algún momento para hacer alguna actividad nueva que les reubique o refuerce esa parte de pareja”, insiste la psicóloga.
Además, tampoco hay que perder de vista la corresponsabilidad doméstica y recordar que las tareas son compartidas para que los dos miembros de la pareja sientan que están de vacaciones y no recaiga en uno todo el peso. “En un hogar todo es de los dos. Hay que servir al otro ,servir a la familia, servir a los hijos. Las vacaciones son de los dos pero también son de los dos las cargas de la familia, la cuestión económica, la cuestión material de la casa… se pueden hablar, negociar y buscar la manera de que los dos estemos contentos, bien”, recuerda Cercas. “Cuando el otro está bien yo estoy bien”, resume el asesor matrimonial sobre la esencia de la pareja en vacaciones.
