Qué dice la ciencia sobre la relación entre paracetamol en el embarazo y autismo que la Administración Trump da por cierta
Donald Trump echa mano de rumores para justificar que se limite el consumo del fármaco y sugiere dosificar en varias etapas la aplicación de vacunas a los niños.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, convirtió este lunes en anuncio oficial lo que ya había deslizado el domingo durante el funeral del activista de ultraderecha Charlie Kirk: el consumo de paracetamol durante el embarazo podría ser la causa del autismo. Sin aportar pruebas científicas que sostengan dicha afirmación, el mandatario republicano no ha dudado ni un segundo en echar mano de rumores para defender su discurso y pedir a las estadounidense que limiten el uso de paracetamol durante la gestación.
"Hay un rumor, que no sé si es cierto o no, de que en Cuba no tienen Tylenol (la marca de paracetamol más popular en Estados Unidos) porque no tienen dinero y prácticamente no tienen autismo. Hay otras partes del mundo que no tienen Tylenol y tampoco tienen autismo. Eso ya dice mucho", apuntó Trump durante su comparecencia esta noche en la Casa Blanca, acompañado por su secretario de Salud, Robert F. Kennedy Jr., reconocido por su oposición al uso de vacunas.
A partir de ahí, el presidente de Estados Unidos ha recalcado que "el consumo de Tylenol durante el embarazo puede estar asociado a un mayor riesgo de autismo” y avanzó que la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) ordenará el cambio en el etiquetado del medicamento en todo el país para que se incluya la advertencia. Se trata del analgésico más consumido entre los estadounidenses adultos: los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) calculan que más de 50 millones lo toman una vez al mes y más del 50% de las mujeres embarazadas lo consumen en algún momento de la gestación.
El secretario de Salud de Estados Unidos, Robert F. Kennedy Jr., ha aprovechado el acto en la Casa Blanca para atacar a los Institutos Nacionales de Salud estadounidenses, a los que acusó de pasarse muchas décadas "centrándose en investigaciones políticamente seguras e infructuosas" sobre los factores genéticos del autismo. Un discurso que remató con una metáfora cargada de bastante mala uva: "Sería como estudiar los factores genéticos del cáncer de pulmón sin analizar los cigarrillos".
Por su parte, el regulador que debe velar por la seguridad de los fármacos en EEUU, Mike Makary, ha defendido el nuevo discurso oficial afirmando que "tenemos pruebas que no podemos ignorar", pese a que la comunidad científica insiste en que no existen evidencias concluyentes que relacionen el paracetamol con el autismo.
La comunidad científica ha reaccionado casi al momento después de escuchar el anuncio de Trump en la Casa Blanca. "Las enfermedades que se tratan con paracetamol durante la gestación son mucho más peligrosas que cualquier riesgo teórico y pueden causar graves problemas de salud”, ha recordado el Colegio Estadounidense de Obstetras y Ginecólogos que, en la misma línea que la Autism Science Foundation, defiende que el fármaco sigue siendo seguro si se usa en la dosis adecuada.
Cierto es que algunos estudios científicos de reciente publicación habrían apuntado todo lo contrario. En agosto, la Escuela de Medicina de Icahn en Mount Sinai concluía que la exposición al paracetamol durante el embarazo podría aumentar el riesgo de autismo y déficit de atención con hiperactividad (TDAH). Sin embargo, los propios autores admiten limitaciones y pieden ensayos más amplios antes de sacar conclusiones. Investigaciones de mayor alcance, como la publicada en 2024 en la revista JAMA con registros de salud suecos, no han encontrado relación entre el fármaco y trastornos del neurodesarrollo.
Trump también carga contra las vacunas
El mismo día en el que Donald Trump abordaba el asunto del paracetamol y el autismo, el presidente estadounidense ha querido hablar también de otro frente: el calendario de las vacunas infantiles y ha propuesto espaciar las dosis en cuatro o cinco etapas. “Tienes un bebé, frágil, y le ponen una inyección con una mezcla de unas 80 vacunas, todas de una vez. Está claro que si se administran de forma separada no hay problema”, ha declarado.
Además, Trump también ha cuestionado la aplicación de la vacuna de la hepatitis B en los recién nacidos: “No hay ninguna razón para poner la vacuna de la hepatitis B a un recién nacido. Yo esperaría hasta que el niño tenga 12 años y esté más desarrollado, y entonces que se la pongan", ignorando por completo que el virus se transmite, además de por vía sexual, por la sangre y otros fluidos, lo que hace que la inmunización temprana sea clave.
Trump ha usado además el ejemplo de la vacuna cuádruple MMRV —contra sarampión, paperas, rubéola y varicela—, que ya había sido restringida en menores de cuatro años por un bajo riesgo de convulsiones febriles. Lo ha presentado como prueba de que “cuando se mezclan puede haber un problema” y ha insistido en que “no hay desventaja en darlas por separado”.
El comité asesor que hace recomendaciones sobre inmunización a los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades se encuentra, además, bajo nueva dirección: Kennedy ha destituido a todos sus integrantes en junio y los ha sustituido por perfiles críticos con la vacunación obligatoria. La exdirectora de los CDC, Susan Monarez, ha declarado en el Senado que Kennedy le confesó hablar “a diario con el presidente Trump sobre cambiar el calendario de vacunación infantil” desde septiembre.
El resultado es un cóctel de política y salud que ha dejado un reguero de titulares inquietantes: rumores sobre Cuba, advertencias contra el paracetamol y dudas sobre las vacunas, todo mezclado en un mismo discurso presidencial. Y lo ha hecho en un país donde la desinformación médica ya es un problema grave. Para la ciencia, el peligro no es el paracetamol ni el calendario vacunal, sino el efecto inmediato de las palabras presidenciales: sembrar alarma entre embarazadas y padres con un mensaje que no está respaldado por pruebas sólidas.