El pueblo medieval de Guadalajara en el que la mitad de sus habitantes son artistas
Una tierra de muchos encantos, más allá de lo puramente artístico.

A más de 1.100 metros de altitud, el pequeño pueblo Pelegrina despliega ante los visitantes todo un espectáculo que vale la pena observar al menos una vez en la vida. Los buitres leonados planean majestuosos sobre el cañón formado por el río Dulce, mientras la villa, erigida desde el siglo XII en un meandro rocoso, conserva sus vestigios medievales y acoge a una comunidad de artistas única en España.
De los 15 habitantes que actualmente quedan en esta pedanía del municipio de Sigüenza, en la provincia de Guadalajara, más de la mitad tienen vocación artística y cada Semana Santa organizan lo que se conoce como Pelegrinart, una muestra donde exhiben sus creaciones en óleo, acrílico, cerámica y grabado. Estas obras están inspiradas en los acantilados de la Hoz de Pelegrina y los parajes circundantes.
Los lienzos y piezas tridimensionales reflejan los cortados rocosos, los meandros del río Dulce y el majestuoso vuelo de buitres leonados, convirtiendo este remanso serrano en un verdadero museo viviente. No obstante, Pelegrina es una tierra de muchos otros encantos, más allá de lo puramente artístico, como por ejemplo por su imponente naturaleza o sus vestigios arquitectónicos que parecen una puerta al pasado.
Naturaleza e historia
Sin ir más lejos, Félix Rodríguez de la Fuente encontró en este paraje la inspiración para rodar varios de sus documentales en los años 70. Por ello, los vecinos de Pelegrina quisieron rendir homenaje a su figura levantando un bonito mirador en su nombre en 1980. Esta iniciativa buscaba honrar la gran labor de divulgación ambiental que llevó a cabo años atrás. Además, junto al mirador se erigió un monumento pétreo en su memoria.
Por otro lado, la Torre árabe primitiva, reforzada en el siglo XII y convertida en castillo episcopal, corona la colina sobre la que se fundó la villa. Aunque hoy sus muros se encuentren semiderruidos tras diversas contiendas, aún conservan el eco de su época defensiva. Junto a él se encuentra la Iglesia de la Santísima Trinidad que resguarda un artesonado mudéjar policromado y un retablo renacentista del siglo XVI.
A escasos kilómetros al sur, el barranco de Gollorío presume de una joya escondida: una cascada de 50 metros que solo aparece en otoño y primavera, cuando las lluvias hacen que el río aumente el caudal. En verano apenas gotea y en invierno se convierte en una escultura de hielo natural. El sendero que conecta Pelegrina con este enclave recorre unos 10 kilómetros con 400 metros de desnivel, perfecto para los amantes del senderismo.
