ILGA-Europe, la ONG más importante del continente en defensa de los derechos del colectivo, alerta ante los nuevos límites legales que se le imponen y su criminalización. España no sale mal parada, pero aún tiene deberes pendientes.
Los invasores rusos lo aplastan todo, pero hay un factor adicional de riesgo para ser víctima de persecución, abusos y humillaciones siendo homosexual.
"Ni un paso atrás" ha sido el lema del Orgullo de este año, cuando partidos como Vox quitan banderas multicolores de las ventanas y hasta las tiran a la basura.
"Es horrible. El mundo está en contra. Nos van a torturar. Vamos a morir", dicen los homosexuales ante la aprobación de la norma, una de las más duras del mundo.
El paso dado por Jakub Jankto, perteneciente al Getafe, es el primero que da un futbolista de LaLiga. No son tantos los que le precedieron en el balompié masculino mundial.
“Viví una doble vida y quiero ayudar a otra gente”, confiesa desde Nueva Zelanda, el país que más culto rinde al deporte de bestias jugado por caballeros.
La sección 377A del código penal castiga con hasta dos años de cárcel a los hombres que cometan “cualquier ultraje contra la moral pública” con otro hombre.
Deberá luchar contra su discriminación, promocionar sus derechos y defender "la despenalización universal de la homosexualidad y de la identidad trans".
Tantos años de criminalización y patologización dan como resultado un estigma que aún pervive. A los activistas LGTBI de entonces hay que agradecerles los logros de hoy.
Las infidelidades y la homosexualidad ya son delito en el país y se pagan con esa condena. Ahora se sabe que se aplicará igualmente a los aficionados futboleros.