lampedusa
El 9N en Ceuta, Melilla y Lampedusa
Sinceramente, no deja de preocuparme que el enconamiento del conflicto pueda llevar a que se nos presente la independencia como la llave de un paraíso que conlleve de forma ficticia y automática la inmediata abolición de la desigualdad. Pero tampoco la unidad de España nos blinda de ningún infierno. Los últimos cinco siglos así parecen constatarlo.
Asilo
X es un profesional sirio, de origen palestino, que vive y trabaja en Bruselas. Su familia lleva décadas asentada en Damasco. Un buen día el padre salió de casa, ya en medio de la guerra civil, y nunca regresó. No han vuelto a saber de él. Así que su madre y sus dos hermanos decidieron tratar de reunirse con X en Europa. Tuvieron suerte y llegaron a Lampedusa.
Son refugiados, no invasores (y no es Lampedusa, es Europa)
Expresar nuestro duelo unánime no limpia para nada la culpa en la omisión de socorro ni la responsabilidad europea ante la globalización de la desigualdad. Tenemos que dejarnos la piel para que la protección internacional sea una realidad.
Lampedusa muestra las vergüenzas de la UE
La UE, en una nueva muestra de hipocresía, llora la pérdida de vidas humanas en sus costas ignorando motivos, causas y responsabilidades. Peor aún, los mismos que organizan ceremonias de duelo, aprobaban hace poco leyes que penalizan, no sólo a los inmigrantes, sino a quien ose ayudarles.
La tragedia en Lampedusa es la tragedia de Europa
No basta expresar compasión, ni es suficiente lamentar y condenar la falta de solidaridad que habita en la desigualdad, la injusticia y la miseria que lleva a tantos africanos a arriesgar la vida y, a cada tanto, a perderla.