El PP debe aclararse ante Trump
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El PP debe aclararse ante Trump

"Feijóo tiene una nueva oportunidad para romper amarras con Vox y su patriotismo arancelario aunque, hasta ahora, las rupturas se han producido en sentido inverso".

El presidente del PP, Alberto Núñez FeijóoEFE/ Javier Cebollada

Los hechos se han acelerado en los últimos días. El mundo construido desde 1945 se desmorona. Una voluntad de poder renacida impera sin suficientes contrapesos porque no se basa tanto en alcanzar unos objetivos determinados —muchas veces utilizados como meros señuelos— sino en ejercer el dominio por el dominio, aunque conlleve efectos indeseados. Solo hay que ver la reacción de las bolsas a los anuncios erráticos de aplicación de los aranceles por parte de la Administración de Trump. La guerra comercial no sólo es contraproducente para Estados Unidos, sino que puede llevar al país a una contracción de su economía, como acaba de advertir la Reserva Federal de Atlanta en un informe.

La anunciada retirada estadounidense del apoyo a Ucrania en su resistencia ante la ocupación rusa hay que leerla en este sentido, porque ello abriría la puerta a una vuelta del reparto europeo entre áreas de influencia. Por eso, la encrucijada que vive Europa afecta de pleno a nuestro país: está en juego nuestro ser y nuestro modelo de desarrollo colectivo. Ante este reto, las fuerzas democráticas convocadas por el presidente Pedro Sánchez esta semana deberían aunar esfuerzos en defensa de la democracia, el Estado de bienestar y un europeísmo sin fisuras. Es más lo que les une que lo que les separa, al menos en el ámbito de la izquierda. Se trata de compatibilizar la coordinación europea para la defensa y la seguridad, ante desafíos como las guerras híbridas y el terrorismo yihadista. También para el desarrollo de la protección social, que es lo que combate a los partidos troyanos de la ultraderecha.

No es de recibo que, todavía hoy, el presidente del principal partido de la oposición racanee su apoyo mirando de reojo a Vox, del que ha llegado a reclamar su vana presencia en estas reuniones. En el colmo de la exageración, el señor Feijóo cree que la ultraderecha, experta en la política de la exclusión, sería víctima de un supuesto apartheid inaceptable, banalizando de nuevo un término histórico tan hiriente para la memoria de sus víctimas. Parece que el dirigente del PP no ha querido enterarse de que el señor Abascal está claramente alineado no solo contra el modelo democrático de bienestar europeo, sino con las políticas arancelarias que tanto daño pueden infligir a nuestras empresas exportadoras y, en especial, al sector agroalimentario que tanto dicen defender.

Feijóo tiene una nueva oportunidad para romper amarras con Vox y su patriotismo arancelario aunque, hasta ahora, las rupturas se han producido en sentido inverso. El PP debe aclararse y dejar de confundir a los ciudadanos en este momento tan grave, como le reclaman cada vez más voces dentro del espectro ideológico conservador. No era esta la política para adultos que esperaban del máximo dirigente del PP.

Claro que la estrategia practicada por la oposición hasta ahora no invita al optimismo. Por ejemplo: el PP es capaz de defender y denostar a la vez el acuerdo de la UE -de cuyo gobierno forma parte- con Mercosur. A pesar de que es una oportunidad para nuestro sector agroalimentario ante las amenazas arancelarias. Así lo han hecho en la última sesión de la comisión de Agricultura, donde sendos diputados han estado más entretenidos en cómo usa su partido la IA para jugar con sus frivolidades políticas.

Ante el golpe propinado contra el tablero internacional, el PP ha demostrado una tibieza y una ambigüedad iniciales impropias de un partido que pertenece a la familia conservadora europea. Una actitud que contrasta con la voz clara y meridiana del futuro canciller alemán, Friedrich Merz, defendiendo la independencia europea y practicando un cordón sanitario contra la derecha autoritaria, de la que tendrían que aprender aquí. A estas alturas, el PP debería saber que con Vox no se puede ir ni a la vuelta de la esquina.

Entre el patriotismo arancelario de Vox y la connivencia ambivalente del PP, la derecha y la ultraderecha parecen dignos herederos de la dialéctica materialista. Aquella que se rige por la ley de las contradicciones internas, la que no tiene nada que ofrecer, más allá de una oposición de desgaste sin sentido. 

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Es diputado por Lleida y portavoz de Deporte del Grupo Parlamentario Socialista.

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