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El Rey, en las antípodas de Trump

El Rey, en las antípodas de Trump

Fue particularmente estimulante escuchar las palabras del rey de España, que pronunció un hermoso discurso. Podría decirse que fue la contrahechura casi perfecta del de Trump.

El rey Felipe VI interviene en representación de España al inicio de la segunda jornada de apertura del nuevo periodo de sesiones de la Asamblea General de Naciones UnidasEFE

El pasado martes, Trump desgranó en el curso de la Asamblea General de la ONU su conocido ideario negacionista, introspectivo, centrípeto, reaccionario. El obsceno líder republicano aseguró que las teorías que demuestran el cambio climático son una gran estafa, denigró la ONU como institución inútil que ni siquiera valdría la pena conservar; se hizo sebosa propaganda personal asegurando que él, con su habilidad y su sapiencia, había de dedicarse a poner fin a guerras que la propia ONU era incapaz de terminar (la mendaz teoría de las siete guerras canceladas, lo que le habría hecho merecedor del Nobel de la Paz); auguró que Europa irá “al infierno” si mantiene los actuales criterios “de fronteras abiertas” sobre inmigración, se declaró enemigo acérrimo del multilateralismo, criticó con dureza a los países decentes que han reconocido el Estado palestino (a cuyos representantes diplomáticos USA negó el acceso a la sede de la ONU, sita en territorio norteamericano) porque ello supone a su juicio un balón de oxígeno para los terroristas de Hamas, arremetió contra las energías renovables, elogió el “carbón limpio y hermoso” y no olvidó defender sus propios intereses en el sector energético (además de exigir a los aliados que dejen de comprar petróleo a Rusia, asunto en el que sin duda tiene razón)…

Trump, en fin, tiñó de ocre el decadente panorama internacional en esta reunión en la cumbre del mundo, que, pese a todas las críticas, constituye el mayor, si no el único, anclaje colectivo a la civilización y a la ética pública de los derechos humanos, tan característica de este tiempo. Por eso fue particularmente estimulante escuchar al día siguiente las palabras del rey de España, que pronunció un hermoso discurso que fue, podría decirse, la contrahechura casi perfecta del de Trump. Pocas veces se ha dado con tanta claridad el contraste entre la derecha global más reaccionaria que los republicanos de Trump representan y el consenso socialdemócrata europeo que aún pervive a pesar el desgaste que ha experimentado la idea democrática emanada de la Segunda Guerra Mundial, realzada por el fin de la política de bloques y finalmente banalizada por la multipolaridad que hoy rige y que evidentemente no estamos sabiendo gestionar.

Felipe VI es un personaje con una idea clara del eclecticismo que le corresponde representar y de la misión histórica que la Constitución de 1978 le asigna. Y en este papel, el rey español, con auctoritas y sin potestas, ha desgranado la posición que corresponde a la comunidad occidental. Si Trump está empeñado en erigir una fortaleza frente a la inmigración y deportar a todos los ilegales que consiga detener, el Rey ha señalado que “la inmigración, adecuadamente gestionada, es un vector de desarrollo mutuo para las sociedades origen, tránsito y destino, y que los derechos humanos delios migrantes deben ser, en consecuencia, la referencia principal de nuestra acción”.

Si Trump ha puesto groseramente en duda el papel y la funcionalidad de Naciones Unidas, a las que ha retirado fondos (entre ellos los de USAID, la agencia norteamericana de cooperación, esenciales para evitar hambrunas y mantener sencillamente vivas a ciertas comunidades en situaciones extremas), el rey elogió el multilateralismo, señaló el éxito que ha constituido la creación de la Unión Europea y ha ofrecido la capacidad de diálogo y de elaboración de consensos de nuestro país para sostener la labor de Naciones Unidas, una institución hoy más necesaria que nunca.

Ya en relación directa con Gaza, el Rey, que ya tomó clara posición en su reciente viaje a Egipto, señaló a Netanyahu como verdadero “responsable de actos aberrantes que están en las antípodas de todo lo que este foro -Naciones Unidas- representa. Repugnan a la conciencia humana y avergüenzan al conjunto de la comunidad internacional”. Un juicio de extraordinaria dureza en cuyo enunciado no ha olvidado el monarca mencionar a Hamás, cuyos atentados merecen igual condena, que se explicita para evitar equívocos: “condenamos rotundamente el execrable terrorismo de Hamas y especialmente aquella matanza brutal del 7 de octubre de 2023 contra la población israelí y reconocemos el derecho de Israel a defenderse. Pero, con la misma firmeza, demandamos que el gobierno de Israel aplique sin reservas el derecho internacional humanitario en toda Gaza y Cisjordania”.

Es muy difícil atribuir alguna escora a esta toma correcta y equilibrada de posiciones, que comparte un sector muy mayoritario de la opinión pública española. El Rey ha contado con el asesoramiento y el impulso del Gobierno constitucional para redactar este alegato -Sánchez ha dicho que comparte las tesis del monarca al ciento por cierto- pero sería injusto atribuir a Felipe VI el sometimiento a una idea ajena y particular. Las relaciones trasatlánticas son estratégicas y la Corona hace bien cristalizando una posición común. Lo plausible es que el jefe del Estado ha sabido ver la ubicación precisa de la mayoría social, que coincide con la descrita en el discurso en cuestión.

Ya se sabe que VOX está extramuros de este marco constitucional. Lo extraño, en cambio, es que el PP liderado por Feijóo no haya sido capaz de ver que en este posicionamiento no cabía la vacilación, el aprovechamiento sectario o la diferenciación oportunista. El único designio que no se despega de la boca de Feijóo es el de exigencia de dimisión del adversario, hasta el extremo de que la cantilena resulta ya jocosa por pueril y previsible. Se da, en fin, el infausto caso de que tenemos una oposición ofendida por no estar gobernando y dispuesta a todo para gobernar. Nuestra derecha, en fin, demuestra de este modo su mediocridad, lo que, desde luego, no es precisamente un acicate para votarla en las urnas cuando toque. Ni un elemento que contribuya a la estabilidad de este país.

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Mallorquín, de Palma de Mallorca, y ascendencia ampurdanesa. Vive en Madrid.

 

Antonio Papell es ingeniero de Caminos, Canales y Puertos del Estado, por oposición. En la Transición, fue director general de Difusión Cultural en el Ministerio de Cultura y vocal asesor de varios ministros y del Gabinete de Adolfo Suárez. Ha sido durante más de dos décadas Director de Publicaciones de la Agencia Española de Cooperación Internacional (Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación). Entre 2012 y 2020 ha sido Director de Comunicación del Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos y director de la centenaria Revista de Obras Públicas, cuyo consejo estuvo presidido en esta etapa por Miguel Aguiló. Patrono de la Fundación Caminos hasta 2024, en la actualidad es asesor de la Fundación. Ha sido durante varios años codirector del Foro Global de la Ingeniería y Obras Públicas que se celebra anualmente en colaboración con la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo en Santander.

 

Fue articulista de la agencia de prensa Colpisa desde los años setenta, con Manu Leguineche; editorialista de Diario 16 entre 1981 y 1989, editorialista y articulista del grupo Vocento desde 1989 hasta el 2021; y después de unos meses como articulista del Grupo Prensa Ibérica, es articulista del Huffington Post. También publica asiduamente en el diario mallorquín Última Hora. Ha sido colaborador del Diario de Barcelona, El País, La Vanguardia, El Periódico, Diario de Mallorca, etc. Ha participado y/o participa como analista político en TVE, RNE, Cuatro, Punto Radio, Cope, TV de Castilla-La Mancha, La Sexta, Telemadrid, etc. Ha sido director adjunto de “El Noticiero de las Ideas”, revista de pensamiento de Vocento. Ha publicado varias novelas y diversos ensayos políticos; el último de ellos, “Elogio de la Transición”, Foca/Akal, 2016.

 

Asimismo, ha publicado para la Ed. Deusto (Planeta) sendas biografías profesionales de los ingenieros de Caminos Juan Miguel Villar Mir y José Luis Manzanares. También es autor de un gran libro conmemorativo sobre el Real Madrid: “Real Madrid, C.F.: El mejor del mundo” (Edit. Global Institute).