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'Las amargas lágrimas de Petra von Kant' y 'Música para Hitler' y los sentimientos enfrentados

'Las amargas lágrimas de Petra von Kant' y 'Música para Hitler' y los sentimientos enfrentados

Dos obras de fuerte acento o inspiración alemana coinciden en la cartelera, justo ahora que la población se ultraderechiza.

Ana Torrent en Las amargas lágrimas de Petra von KantIsa Saiz

Coinciden en la cartelera Las amargas lágrimas de Petra von Kant en Nave 10 Matadero y Música para Hitler en los Teatros del Canal. Dos propuestas con una fuerte coartada cultural. La primera por ser un clásico europeo del siglo XX. La segunda por su protagonista, Pau Casals y su interpretación de las suites para violonchelo de Bach. Dos propuestas en apariencia diferentes que al ojo crítico producen sentimientos enfrentados.

Las amargas lágrimas… digamos que sería en teoría la que debería provocar más interés crítico. Su autor es un icono de la cultura europea del siglo XX, Fassbinder. Nombre que cuando se oye pronunciar se suele escuchar y hasta ver como un regodeo en la boca de quien lo dice, de a quien le han dado la oportunidad por poder pronunciarlo y mostrar que lo conoce.

La historia es la historia pasional no correspondida de siempre, pero en la que las protagonistas de esa pasión son mujeres. Una exitosa diseñadora de moda de marcas de lujo en sus cincuenta se divorcia. Y tras el divorcio se enamora hasta las trancas de una treintañera que por casualidad le presenta una amiga.

Se puede imaginar el shock que pudo producir en su momento, años sesenta, hablar de homosexualidad femenina tan abiertamente. Pero hoy en día, a pesar de la poca visibilidad que suele tener el lesbianismo, ese impacto se ha perdido. Y, a pesar de que está aumentando el ataque a la comunidad LGTBIQ+, goza de una cierta normalidad en la sociedad independientemente del color político.

Música para Hitler, dramatiza el momento en el que el músico Pau Casals, exiliado en Francia durante la Segunda Guerra Mundial, fue invitado a tocar las suites de violonchelo de Bach para Hitler en Berlín. Invitación que no aceptó arriesgándose a la represalia del régimen nazi que muy amable no iba a ser.

  Cristobal Suárez, Kiti Mánver y Carlos Hipólito en Música para HitlerSergio Parra

Esta obra de reciente creación, coge el testigo de todas esas otras obras anteriores a ella, en la que la inmoralidad del nazismo, un individuo marca la diferencia a pesar de ser y compartir el ideario nazi. Claro que la pasión por la música y sobre todo por el alemán y ario Bach, según el nazismo, pueden con todo ¿verdad?

Dos obras, por tanto, de fuerte acento o inspiración germánica. Que indican la gran influencia de la cultura alemana en la cultura europea y española. Que se representan y coinciden en la cartelera, justo ahora que la población se derechiza, incluso se ultraderechiza.

La primera, Las amargas lágrimas…, hecha por Rakel Camacho con el espíritu del happening sesentero y el accionismo vienés, más conocido en la actualidad como performance. Lo que sin duda ha influido en la excelente selección musical que se usa en esta obra. Lo mejor de la función, sobre todo la escena en la que se canta y baila una versión garajera de Alabama song de Ascenso y caída de la ciudad de Magahonny de Brecth-Weill. Y, también puede haber influido en la forma tan extrañamente melodramática de decir el texto.

  Aura Garrido y Julia Monej en Las amargas lágrimas de Petra von KantIsa Saiz

Aunque debido a esa misma inspiración se acerca peligrosamente a un producto del teatro off o alternativo hecho con gran producción y al ugly-chic. Lo que da lugar a contrastes muy marcados entre elementos de gran producción, como esa capa de amor y rabia que se intercambian varios personajes, y ese teloncillo que cae en un momento de la obra, sin una función teatral muy marcada, o ese jacuzzi piscina bordeado de brazos de maniquís que no se entiende y que ocupa tanto espacio.

La segunda, Música para Hitler, como producto industrial que busca la calidad para públicos masivos, ha puesto mucho cuidado en que los elementos escénicos resulten bonitos y amables al espectador. Es un producto que muestra eficacia y eficiencia, siguiendo el lenguaje de los negocios, como es el negocio cultural.

Desde la caja escénica de palillería contemporánea, que tanto se usa en los programas televisivos de reformas integrales, que se abre y cierra, hasta el elenco. Y hay que reconocer que Carlos Hipólito hace honor a su fama de gran interprete y Kiti Manver compone con excelencia una de esas mujeres mayores que sabe mover entre la simpatía y la firmeza. Frente a ellos, Cristóbal Suárez hace un nazi más encorsetado, más de malo de película, pero con buen corazón.

Verlas una detrás de otra, es lo que provoca el conflicto, al menos el conflicto crítico. Sobre el papel, resulta más interesante y disruptiva Las amargas lágrimas de Petra von Kant. Tanto que en ciertos ambientes culturales y ante determinados colegas, queda mejor decir que se va a ver un Fassbinder. Y, también, en un ambiente más juvenil, pues, de nuevo, más de la mitad del auditorio que llena Nave 10 Matadero, son adultos jóvenes, de veinte y treinta y tantos, la mayoría con pinta de modernos, que se levanta a aplaudir al final de la función.

  Cristobal Suárez y Carlos Hipólito en Música para HitlerSergio Parra

Pero la crítica también sabe que va a resultar más fiable al público masivo si recomienda Música para Hitler. A pesar de las dudas que pueda provocar lo de presentar a un nazi como buena persona, es al teatro lo que una película de Spielberg es al cine.

Y es que está bien contada por Juan Carlos Rubio y su elenco. Es una producción amable y afable con los espectadores. Que reivindica a un icono pop actual como es el clásico de Bach, y sin riesgo al hacerlo, y lo defiende de cualquier uso o apropiación ideológica que se quiera hacer. Que reivindica y defiende la música como arte sublime, lo que hará que los aficionados literalmente se meen en las bragas. Que promueve el estudio y el esfuerzo, así como la lucha (duele tanto al escribirlo como al escucharlo, teniendo en cuenta que en esta obra lo dice y repite varias veces el personaje nazi) por lo que se quiere.

Además, se ofrece como modelo inspirador a Pau Casals, demócrata, humanista y un intérprete al que no ha olvidado ni la cultura musical mundial ni española, aunque murió en 1973. En definitiva, una obra que se verá inspiradora y que deja muy buen rollo en quien lo ve, sobre todo si le gusta la música y más la música de Bach.

Así que, aunque en su postura de crítico y de análisis artístico, encuentra ambas obras problemáticas en su estar en escena, sabe en su fuero interno, que si quiere quedar bien cuando le preguntan por una, debería recomendar más, darle más estrellas, a una de ellas. Después de lo leído ¿todavía no adivina cuál?

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Como el dramaturgo Anton Chejov, me dedico al teatro y a la medicina. Al teatro porque hago crítica teatral para El HuffPost, la Revista Actores&Actrices, The Theater Times, de ópera, danza y música escénica para Sulponticello, Frontera D y en mi página de FB: El teatro, la crítica y el espectador. Además, hago entrevistas a mujeres del teatro para la revista Woman's Soul y participo en los ranking teatrales de la revista Godot y de Tragycom. Como médico me dedico a la Medicina del Trabajo y a la Prevención de Riesgos Laborales. Aunque como curioso, todo me interesa.