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'Los dos hidalgos de Verona' o cómo la palabra se hace carne

'Los dos hidalgos de Verona' o cómo la palabra se hace carne

Si hay alguien que sabe montar un texto del bardo para los tiempos que corren es Declan Donellan. 

Cantando una serenata en 'Los dos hidalgos de Verona'Javier Naval

Cuando se va a ver Los dos hidalgos de Verona de William Shakespeare en el Teatro de la Comedia se confirman dos cosas. La primera, que si hay alguien que sabe montar un texto del bardo para los tiempos que corren es Declan Donellan. Con la participación de Nick Omerod, por supuesto. La segunda, que el elenco de la producción de La vida es sueño de Calderón de este mismo equipo artístico no era flor de un día o pura casualidad.

La historia es, como las de Shakespeare, algo enrevesada. Dos amigos, hijos de nobles, se separan. Uno se queda en su Verona natal y otro se va a la corte de Milán. Una separación amarga porque el primero decide quedarse ya que está enamorado. Cosa que el otro no entiende, ¿qué es eso del amor? ¿A quién le importa? ¿Quién antepone el amor a los amigos y las aventuras que se pueden correr en la corte? Todo muy adolescente, pues son jóvenes.

Pero el que se queda, que es correspondido por su amada, no sabe que su padre le tiene preparado un viaje para que se haga un hombre hecho y derecho. Así que los enamorados de Verona se separan jurándose amor eterno, antes de que él se vaya a Milán.

En Milán se rencontrará con su amigo que le recibe con los brazos abiertos, pero algo distraído. Y es que se ha enamorado de la hija del Duque milanés. Mujer que, además de tener otros pretendientes, también atraerá al recién llegado, que pronto olvida a la amada que dejó en el pueblo, perdón, en Verona.

¿Verdad que con esta sinopsis se presienten el vodevil, por un lado, y la tragedia, por otro? Pues bien, en manos de Declan Donnellan esto se convierte en una desopilante comedia llena de hermosos versos y parlamentos. Al menos así resultan en la traducción de Josete Corral.

  Goizalde Núñez como Lanza en Los dos hidalgos de VeronaJavier Naval

La verdad es que para que eso ocurra y resulte tan placentero al público se recurre a poco espectáculo. En el sentido de que se usa poca tramoya, pocos fuegos de artificio de grandes escenografías, efectos chocantes de iluminación o un vestuario sorprendente. No es que sean pobres, es que se trabajan con eficiencia aunque se mantiene la estética.

El escenario está ocupado en su parte central por una pared o muro no muy alto sobre el que se harán proyecciones. Habitualmente pequeñas indicaciones para que el espectador en la butaca se sitúe en los distintos escenarios. Ahora en Verona, ahora en Milán. Un muro que lo mismo sirve para hacer de habitación de pared a escalar.

Esa mínima espectacularidad escenográfica, a la que no le falta belleza como en las proyecciones del bosque, hace cierta esa máxima de Peter Brook de que para hacer teatro solo hace falta un espacio vacío, una persona que lo atraviese y alguien que lo observe.

El largo elenco que atraviesa ese espacio vacío sí que son un espectáculo. Desde los desopilantes criados y criadas. Sobre todo, cuando Goizalde Núñez sale a escena. Su monólogo como Lanza, el que los expertos identifican como uno de los personajes más divertidos de Shakespeare, es antológico. Ella es de esas cómicas que amorcillando, sin pasarse y contando lo que hay que contar de su personaje, deja al espectador en un estado de alegría e ilusión, que el resto de los actores saben luego mantener y hacer volar por la sala. Igual que antes prepararon al espectador para que pudiesen recibir este monólogo como se merece.

Esta es la mayor característica de los trabajos de Donnellan. Un director de escena que en el libro Donnellan sobre Shakespeare (Bolchiro 2020), una larga entrevista hecha y transcrita por Arantxa Vela Buendía, insiste en que él está vivo. Y que vive ahora. Por lo que siempre monta desde la vida que vive ahora. Por eso, las mujeres de esta obra observan a distancia el mundo de hombres en el que viven. En el que se las disputan sin contar casi con ellas, de ahí que muchos de sus decires tienen ese rasgo de gritados, de dolor y rabia.

La consecuencia es que en sus montajes los textos siempre tienen esa pátina de otra época sin parecer antiguos ni viejos. Por supuesto, sin sufrir de esa vulgaridad de lo vintage. Porque en ellos encuentra lo que les hace clásicos. Que es el interés que tienen por hablar de la vida, de la que se vive hoy en día.

  Los dos hidalgos de VeronaJavier Naval

Por lo que muchos adolescentes y, por supuesto, todos aquellos que lo hayan sido. Se verán apelados por esa situación en que el mejor amigo o la mejor amiga se enamora. Y, también, porque comparten gustos, cuando comparten inclinación amorosa por la misma persona. Ese conflicto entre amistad y amor de siempre. De formas de querer que a veces llevan a traicionar tanto a los otros como a uno mismo.

Como también se sentirán apelados en cómo las decisiones de los adultos y las condiciones políticas les afectan o les afectaron como personas y en las relaciones que construyeron y cómo lo hicieron. Como les dan un contexto público y político sin el que sería imposible tener una vida propia. Una vida que se desarrolla en cómo se relaciona lo personal con las circunstancias.

Sin embargo, esta crítica se desvía cuando se pone tan filosófica o teórica. Ya que esta producción es más física, más carnal. Hecha en presente y en presencia en el escenario. Todo está puesto para que el público se sienta allí participando de la fiesta que debería ser siempre ir al teatro.

A lo que se añade un compromiso con que el verso se entienda y se disfrute más allá de la belleza con la que se combinan palabras y ritmos. No solo porque los actores sepan decirlo. Sino porque saben encarnar lo que dicen de una manera que lo hacen presente en escena en forma de acciones e intenciones. Que incluso cuando son explícitas, como está medida su explicitud por la experiencia de su director, funcionan.

Sí, ha hecho bien la Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC) en programar esta comedia casi dos meses. Que se estrenó a principios de abril y se podrá ver hasta principios de junio. Pero aquellas personas que no se den prisa se quedarán sin verla, que ya quedan pocas entradas. Y es que la combinación Donnellan-Shakespeare es imbatible. Y lo es mucho más cuando el elenco responde tanto al dramaturgo como al director de escena, como es este caso

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Como el dramaturgo Anton Chejov, me dedico al teatro y a la medicina. Al teatro porque hago crítica teatral para El HuffPost, la Revista Actores&Actrices, The Theater Times, de ópera, danza y música escénica para Sulponticello, Frontera D y en mi página de FB: El teatro, la crítica y el espectador. Además, hago entrevistas a mujeres del teatro para la revista Woman's Soul y participo en los ranking teatrales de la revista Godot y de Tragycom. Como médico me dedico a la Medicina del Trabajo y a la Prevención de Riesgos Laborales. Aunque como curioso, todo me interesa.