El puerperio y sus pensamientos: la voz dormida

El puerperio y sus pensamientos: la voz dormida

En el puerperio es bueno despertar y escuchar esa voz dormida que nos habla de los logros conseguidos en nuestra vida. Que nos cuenta bajito al oído lo fuerte que fuimos en tiempos pasados, que nos muestra la ilusión que guiaba nuestras sabias decisiones, lo sensatas que siempre nos hemos mostrado. Confía en ti.

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Imagen: ISTOCK

"Me pase el puerperio de mi primer hijo dándole vueltas y vueltas a la cabeza para nada. Ahora, camino de mi tercero, he aprendido. Lo mejor que hice con la segunda fue no detenerme a pensar, los pensamientos no cocinan, ni ponen lavadoras, ni abrazan. Qué equivocada estuve. ¡La de tonterías que pasaron por mi cabeza!"

El posparto y puerperio, un tiempo difícil. Escuché ese comentario hace años como respuesta ante una madre primeriza agobiada por el posparto. Hay una frase de Buda que dice: "Ni tu peor enemigo puede hacerte tanto daño como tus propios pensamientos."

Principalmente, brotan de nuestra mente cuatro tipos de pensamientos. Ángeles o diablillos que nos agradan o nos hunden en la más completa desolación.

El puerperio, ese tiempo detenido, que nos ancla y nos rescata, está ahí. Un lugar en el que cohabitan con desgarradora frecuencia el amor y el desconcierto, como si fueran amantes.

Hay cuatro tipos de pensamientos:

Pensamientos necesarios. Corresponden a nuestro quehacer cotidiano. Organización del tiempo, gestión de actividades y un largo etc.

Pensamientos inútiles. Inservibles y devastadores. Pueden destrozar la autoconfianza y el autorrespeto como una tormenta de granito sobre nuestra vulnerable autoestima. Anclados en el pasado que no existe ni podemos cambiar, suelen ser del tipo: "Si hubiera hecho...", "Me vería de otra manera si..." Inevitablemente, también contemplan el futuro lejano. "Qué va ocurrir si...", "Qué pasaría si..." Se cree que al día podemos gestar una media de cuarenta mil pensamientos ineficaces. Aunque en el puerperio pueden ser muchos más. Cuando nos vemos tan vulnerables, pequeñitas, agobiadas y agotadas, todo parece un cielo de nubes negras. Estos pensamientos nos debilitan, como un ladrón robándonos la entereza. Una madre con una enorme cantidad de pensamientos inútiles gastará mucha energía y se sentirá más cansada aún de lo que está.

Pensamientos negativos o intrusivos. Son los peores. Cuando estas ideas van dirigidas a nosotras mismas, dañan nuestras estructuras más profundas. Una especie de autocastigo que no merecemos. Aparecen en momentos de actividad, cuando tenemos que realizar varias tareas. Con ellos a nuestro lado, nuestra autovaloración se tambalea. Suelen ser del tipo: soy un desastre, no valgo para nada.

Pensamientos positivos. Son los mejores. Formados por aquellos que nutren nuestra alma y nuestro corazón. El andamiaje que nuestra mente precisa para sentirnos bien. No significa estar en las nubes o ser irreal respecto a la situación. Significa afrontar los conflictos tratando de encontrar soluciones. Aceptar y hacer nuestro el dicho de "Si tiene solución, ¿por qué te preocupa? Y si no tiene solución, ¿por qué te preocupa?" Son pensamientos de tolerancia, paciencia y sensatez.

Somos lo que pensamos. Cierto. Se suele decir: "Así como es tu actitud, así es el mundo". Piensa en positivo. Es mejor dirigirse hacia lo que se quiere conseguir que alejarse de lo que se pretende olvidar. Eres lo que piensas, una afirmación sencilla y certera. Lo que hacemos, lo que decimos, lo que sentimos, todo, absolutamente todo, tiene su origen en la mente.

En el puerperio es bueno despertar y escuchar esa voz dormida que nos habla de los logros conseguidos en nuestra vida. Que nos cuenta bajito al oído lo fuerte que fuimos en tiempos pasados, que nos muestra la ilusión que guiaba nuestras sabias decisiones, lo sensatas que siempre nos hemos mostrado. Porque al final, y al principio, eso es lo que importa, saber que logramos metas que parecían inalcanzables, que fuimos fuertes, y que de la misma manera, esta cuesta vital será igualmente escalada. Confía en ti.

Poema

Conozco el perfil

de la distancia

agazapada en rostros íntimos

el acto de ocultarse

la delata.

Es mi ojo

el que pregunta.

Dulce Chacón