Este país europeo hace historia con la tubería de 2.600 metros bajo el mar que entierra dióxido de carbono en las profundidades
Se calcula que la instalación permitirá la captura de alrededor de 400.000 toneladas de dióxido de carbono al año.

Northern Lights. Ese es el nombre de la revolucionaria iniciativa con la que Noruega puede marcar un antes y un después en la industria mundial. Todo se basa en un depósito subterráneo que permite enterrar directamente el dióxido de carbono procedente de una fábrica.
Gracias a esta innovación, el dióxido de carbono generado por la planta de fabricación de cemento de Heidelberg Materials, en la ciudad noruega de Brevik, se inyecta a más de 2600 metros de profundidad, en un depósito geológico.
Con la puesta en marcha de este sistema (que ha tenido lugar hace apenas unas semanas) se calcula que se capturarán alrededor de 400.000 toneladas de dióxido de carbono al año, lo que representa el 50% de las emisiones de la fábrica de cemento.
Tal y como recoge Europa Press, la instalación forma parte del proyecto Longship del Gobierno de Noruega. El mismo busca desarrollar la primera cadena de valor a escala completa en Europa para la captura, transporte y almacenamiento de carbono de industrias clasificadas como difíciles de descarbonizar.
En concreto, dentro del proyecto Longship, la iniciativa Northern Lights (que ha sido posible gracias a una colaboración entre Equinor, Shell y TotalEnergies) es la responsable del transporte y almacenamiento del carbono.
El funcionamiento del sistema es el siguiente: el dióxido de carbono capturado procedente de la planta de Brevik es licuado y enviado a una terminal terrestre en la costa oeste de Noruega. Y desde allí se transporta por tubería para su almacenamiento permanente bajo el mar del Norte.
