El momento del "tecnócrata aburrido"
En el PSOE preocupa la "guerra cainita" entre Sumar y Podemos mientras en el PP reconocen su sorpresa ante la fuerza demoscópica de Vox.

"Es curioso que tenga que venir un tecnócrata aburrido para que la gente se reconcilie con la política". El mensaje es de un alto cargo del Partido Socialista. Y el protagonista de su reflexión es Carlos Cuerpo, el miembro del Gobierno mejor valorado según el último CIS, encargado de mantener viva la negociación con el Partido Popular y tender puentes con Estados Unidos tras el viaje a China de su jefe, Pedro Sánchez, en plena crisis arancelaria.
El protagonismo de Cuerpo en las últimas semanas es indiscutible. El titular de Economía está llevando las riendas en la respuesta de la crisis arancelaria, lo que el PP ha interpretado como una amonestación a María Jesús Montero, la vicepresidenta y responsable de Hacienda. Y en Moncloa admiten su satisfacción con el ministro “tranquilo y formado” -como le define un compañero de gabinete- pese a los recelos iniciales de un sector del PSOE por la falta de “colmillo político”.
El enfrentamiento que mantuvo con Yolanda Díaz, la vicepresidenta de Sumar, le hizo ganar adeptos en las filas socialistas, donde no gustan sus “salidas de tono” para “ganar protagonismo”.
Negociación con el PP
Frente a la ambigüedad sobre el gasto en defensa, que genera tensiones incluso de puertas para adentro, el Ejecutivo ha sido rápido y rotundo en su respuesta ante la crisis arancelaria. De inmediato, Cuerpo descolgó el teléfono y convocó a Juan Bravo, su homólogo popular, para citarle en el ministerio. Desde entonces, ambos han mantenido abiertas las líneas de comunicación a pesar de la enorme desconfianza de sus líderes. El secretario de Estado de Economía y número dos del ministro, Israel Arroyo, también participa de los contactos.
“No está haciendo fácil pero hay una buena sintonía entre el ministro y Bravo”, corroboran las fuentes consultadas en Génova. De momento, no hay ruptura.
Alberto Núñez Feijóo aún no ha aclarado el sentido del voto en el Congreso sobre el decreto de los aranceles, pero importantes barones y cargos de la formación ven muy difícil argumentar el voto negativo, más aún cuando mantienen viva la negociación. La posición en todo caso no es unánime en el partido, tal y como avanzó El HuffPost, con un ala del PP rechazando cualquier tipo de acuerdo con Sánchez.
“No es un decreto consensuado, es el de Sánchez”, reiteran una semana más en Génova, precisando que el Ejecutivo apenas ha añadido “minucias” de todo lo planteado por el PP. “¿Abstención? Se podría entender porque no aceptan nuestras medidas pero en ningún caso debemos decantarnos por el no. Estamos hablando de ayudas en un momento en el que la gente está muy preocupada. Yo votaría que sí”, en palabras de un presidente autonómico.
¿Bipartidismo?
Esta fase de deshielo ha dado alas para que algunas voces del PP y del PSOE vuelvan soñar con el clásico bipartidismo en el que los partidos minoritarios no marquen las políticas de los dos grandes. De viva voz lo dijeron públicamente el andaluz Juanma Moreno y el castellanomanchego Emiliano García-Page en un reciente acto conjunto. “Nunca se tendría que haber perdido ese vínculo entre los dos grandes partidos pero no creo que con Sánchez se pueda recuperar. La confianza está terriblemente dañada”, según la reflexión de un ministro de Mariano Rajoy.
Olvidada esa promesa de que gobierne la lista más votada, Sánchez y Feijóo con conscientes de que necesitan de otros para gobernar, al menos a la vista de las encuestas de hoy. El PSOE resiste pese al enorme desgaste político provocado por las cesiones al independentismo o los presuntos casos de corrupción. Pero alarma en Ferraz la “guerra cainita” a su izquierda, entre Sumar y Podemos. “O lo arreglan o va a ser muy difícil. Nosotros aguantamos muy bien pero la división es letal”, explica un alto cargo socialista.
Por su parte, la intención del jefe de la oposición de absorber al votante de Vox como al de Ciudadanos se ha convertido en un imposible. Al menos, de momento. En Génova, están los que aún no llegan a comprender cómo Santiago Abascal aguanta también el tipo a pesar de su respaldo a Donald Trump, que ha sido duramente criticado por Feijóo. Según el último CIS, el partido habría escalado casi cuatro puntos en un mes, hasta el 15,2% en intención de voto.
“¿Es mejor un Sánchez maniatado por Puigdemont que un Gobierno de Feijóo con Abascal? Yo creo que no. Tenemos que perder el miedo a decir las cosas como son. El PP es el principal partido de España pero necesita a otra formación para gobernar. Hay que quitarse los complejos”, receta un destacado dirigente de la estructura de Madrid. Una posición que ni mucho menos es unánime en las filas populares.