La deriva de Feijóo en su discurso contra la migración: de abrazar el Aquarius a seguir a Vox
El líder del Partido Popular ha radicalizado su argumentario contra los migrantes ante el temor de un auge incontrolable de la formación de extrema derecha. Lejos quedan aquellos gestos humanitarios y solidarios que un día protagonizó el gallego.

Se trata de una de las puntas de lanza del discurso de la derecha en todo el mundo. La inmigración se ha convertido en una base discursiva que vertebra cada uno de los auges que han protagonizado la actualidad política global; desde Donald Trump, pasando por Meloni, Bolsonaro o el propio Santiago Abascal (Vox) en España. Sin embargo, esta narrativa está arrastrando a otras formaciones a competir con el mismo argumentario para no perder un electorado que hasta hace no tanto tiempo era suyo. Es el claro ejemplo del Partido Popular y de su líder Alberto Núñez Feijóo. Una deriva que no podría entenderse sin los cálculos electorales de unas hipotéticas elecciones generales y la incertidumbre de cuánto puede crecer la formación de extrema derecha.
La despedida del verano ha sido la última gota de un vaso que lleva tiempo rebosando. "Desde el Gobierno se está mandando un mensaje de que cualquiera puede llegar y que puede estar como quiera", decía el pasado lunes desde la sede de Génova el líder popular. El mismo que fue el primer barón del PP en ofrecerse a acoger a los más de 600 migrantes del Aquarius en 2018 y que instaba a "dejar la política a un lado". "Primero hay intentar mantener esas personas y acogerlas por razones humanitarias, pero esto España lo ha estado haciendo siempre", decía el joven Feijóo de aquel año que presidía la Xunta de Galicia y que incluso llegó a llevar la contraria a voces internas de su partido que le alertaban de "un posible efecto llamada".
Madrid le ha cambiado, o su puesto como máximo dirigente del PP o su compañero de viaje en tantos gobiernos (Vox). Desde su llegada a la capital, aquel Feijóo que abrazó al Aquarius se ha ido desvaneciendo progresivamente con el paso de los meses. El primer cambio de rumbo se tomó desde el atril en el que emitió sus primeras palabras para la investidura del Partido Popular en el 20 Congreso Nacional, donde pasó por encima acerca de la migración refiriéndose a que "España es la primera interesada en que se encuentre el equilibrio entre solidaridad y control de fronteras". "Más aún a la vista de lo ocurrido en las últimas semanas en Lampedusa —una isla italiana próxima a la frontera con África— , que ha registrado en menos de 72 horas más migrantes que habitantes tiene", decía el líder popular refiriéndose a una de las llegadas de migrantes a la costa del país vecino.
En la campaña electoral de julio de 2023, elecciones que pese al resultado del PP este no logró conformar Gobierno, el discurso de Feijóo empezó a ensombrecerse aún más empezando a deslizar sutilmente la relación entre la migración y la violencia. Desde el programa electoral emergió una nueva idea: la de calificar a las personas extranjeras según competencias muy concretas. Este sistema se fundamentaría en un una evaluación por puntos en los que se tendría en cuenta la formación académica, las capacidades lingüísticas o "su capacidad innovadora". Además también enfatizó en "agilizar el cumplimiento de las órdenes de retorno de inmigrantes irregulares en caso de que hayan cometido un delito para evitar el efecto llamada". Algunas de las propuestas, ya comenzaban a mezclarse con las de Vox, pero el discurso seguía siendo comedido en cada una de las intervenciones del líder popular.
En octubre de 2023 tuvo lugar una de las crisis migratorias en el archipiélago canario. Tras el traslado de algunos migrantes a la península debido a las reparticiones de menores no acompañados, Feijóo arremetió contra el Gobierno acusándolo de "irresponsable" y siguió profundizando sobre el "efecto llamada" que, a su juicio, ejercía el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en los diferentes países de los que viene gran parte de la migración. No fue hasta el año siguiente cuando su discurso se empezó a difuminar con el argumentario propio de Vox o de otros grupos ultraderechistas internacionales.

La cumbre del Partido Popular europeo fue otro de los puntos que marcaron un antes y un después en la trayectoria del líder de la oposición. La ciudad de Cascais, en Portugal, albergaba a los principales partidos conservadores europeos el 3 de julio de 2024 cuando Alberto Núñez Feijoo pidió por primera vez ayuda a la Unión Europea para "controlar la inmigración en España". El "efecto llamada" seguía siendo uno de los ingredientes fundamentales en su discurso mientras vaticinaba que España sería el segundo país de la UE con más inmigrantes extracomunitarios. Al mes siguiente, en pleno agosto, aseguró que Sánchez "promocionaba España como destino" en África y le exigió que los inmigrantes entrasen con "contrato de origen y compromiso para acatar las leyes". "Europa debe estar dispuesta a ayudar económica y materialmente a estos países, que deben cumplir y asegurar que las mafias que trafican con personas no operan en sus costas", decía entonces.
El debate sobre la Ley Mordaza en el Congreso de los Diputados fue otro punto álgido para el líder de la oposición donde afirmó que "el balance migratorio es cero" y exigió que la ayuda Europea para la gestión de la migración fuese por escrito, además de que la propia ley generaría "un atractivo para los extranjeros que quisieran venir de forma ilegal". "No hay política migratoria más inhumana que la que no existe. Cada embarcación que sale con destino a España poniendo en peligro vidas es un fracaso de su Gobierno", remarcaba.
Durante este curso político, Feijóo ha terminado por construir su discurso contra la migración como una de las principales palancas de su estrategia. El 17 de febrero, ante el comisario europeo de Migración, el líder del Partido Popular tachaba la política migratoria del Gobierno de "inhumana" e "irresponsable", reclamando más presencia de Frontex en Canarias, acuerdos firmes con los países de origen y vuelos regulares europeos para el retorno de migrantes. Aquel posicionamiento parecía marcar una apuesta firme, directamente relacionado con el cambio de rumbo desde que llegó a Madrid, por una inmigración "regulada y coordinada con Europa", en contraste con lo que consideraba una gestión errática del Ejecutivo de Pedro Sánchez.
El siguiente paso en esta deriva se produjo el 9 de mayo. Durante el Día de Europa en Córdoba, Feijóo reafirmaba su defensa de una inmigración "legal, ordenada y vinculada al empleo", mientras criticaba los discursos "demagógicos" utilizados —a su juicio— para captar votos. Alertó también contra la "utilización de menores irregulares como paquetería política", un comentario que generó malestar entre organizaciones sociales y parte del arco parlamentario y provocó que la 'hermandad' entre los populares y Vox, en lo que a migración se refiere, empezara a emerger en las conversaciones cotidianas. Pese a su defensa de la inmigración como motor económico, Feijóo advirtió que esta no debe "amenazar la cohesión europea".
Ya en pleno modo electoral de unas elecciones que no están convocadas, el líder popular incluyó a finales de julio el control de la "inmigración ilegal" como una de las prioridades programáticas de su partido, junto a la regeneración democrática, la reducción de impuestos o el acceso a la vivienda. En este contexto, propuso nuevas medidas como facilitar la expulsión de inmigrantes con residencia legal que cometan delitos, limitar derechos y prestaciones para personas en situación irregular, y condicionar la residencia de larga duración al conocimiento del idioma y la cultura española. Además, criticó las vías de arraigo familiar como mecanismos encubiertos de regularización masiva.
El giro ideológico se consolidó con el nombramiento de Rafael Núñez Huesca —una figura cercana a Vox que incluso le llegó a proponer a Santiago Abascal el nombre del partido— como nuevo responsable de la política migratoria del PP, lo que confirmó el endurecimiento del discurso. Un camino que parece de difícil vuelta atrás en una carrera para intentar llegar a la Moncloa en el que la pérdida del electorado que pueda ir a Vox podría sentenciar el objetivo de Feijóo. Lejos queda aquella solidaridad del Aquarius ante centenares de migrantes, el gallego ha decidido colocar todas sus cartas en competición la extrema derecha internacional.
