"Una bomba nuclear"
Sánchez trata de salvar al Gobierno mientras el abatimiento se instala en el PSOE. Feijóo pide “tranquilidad” a quienes en el PP le piden que presente ya la moción de censura.

"Una bomba nuclear". La frase es de un diputado socialista aún con Santos Cerdán en su escaño, empezando a leer el demoledor informe de la Guardia Civil que le ha puesto en la diana. No, no era un documento fantasma como se quiso vender desde Ferraz. A Pedro Sánchez se le esperaba ese jueves por la mañana en el Congreso pero optó por dejar su escaño vacío para indignación de parte de los suyos. Los socialistas aún están calibrando las consecuencias de lo vivido. "Es difícil que no salgamos muy dañados de esto", avisa un líder territorial.
Según Moncloa, lo que ahora tiene Sánchez es tiempo. Él es el único que puede apretar el botón del adelanto electoral y continúa mirando a 2027. Arguyen que son tantas las cosas que pasan y tan rápido que esto también quedará sepultado por otra cuestión, como pasó con los indultos o con la amnistía. Pero, de partida, la presunta corrupción de Cerdán obligó al presidente a comparecer tras más de un mes esquivando a la prensa. "Pido perdón a las ciudadanía. Nunca debimos confiar en él", declaró compungido.
Para mantener el rumbo, el presidente necesita a sus socios. Para empezar, a su vicepresidenta Yolanda Díaz, cada vez más crítica con la forma que Sánchez tiene de gestionar las crisis que le rodean."“Transparencia y asunción de responsabilidades. Sus problemas están afectando a la acción del Gobierno. Los ciudadanos interpretan que no existimos, que la agenda social ha desaparecido", se exasperan en Sumar. Con más o menos insistencia, sus aliados en el Congreso también han mostrado su enfado con los socialistas.
¿Esto significa que podría salir adelante una moción de censura contra el presidente? En Moncloa están convencidos de que no. Y partidos como el PNV sugieren en privado que "no se les perdonaría" que echen a Sánchez para que salga adelante un Gobierno del PP de la mano de Vox. "Por mucho que nos repugne lo que estamos conociendo", recalcan desde la formación nacionalista.
Así, el presidente intenta encapsular en Ferraz el problema, de forma que el Gobierno pueda ir cogiendo vuelo. De ahí que descarte una cuestión de confianza y que sus dos únicos anuncios hayan sido una auditoría externa en el PSOE -en línea a lo que en su día planteó Mariano Rajoy cuando estalló el caso Bárcenas y que acabó en nada- y un reajuste en la dirección del partido.
Y a seguir, como enfatizan sus colaboradores. "El PSOE extirpa la corrupción", sacó pecho Félix Bolaños este viernes. "En torno a un 90% de las votaciones en el Congreso las ganamos y, por tanto, para mí esa es la estabilidad, no poner encima de la mesa cuestiones que no están encima de la mesa", añadió, en relación a esa posible cuestión de confianza.
En todo caso, el mensaje oficial dista mucho de las sensaciones que expresan muchos cargos del PSOE ya a micrófono cerrado. El jueves, cuando Cerdán salía del hemiciclo para no volver -también ha renunciado a su escaño-, el abatimiento era total, distinto al de otras ocasiones, más crudo.
Una tristeza a la que, con el paso de las horas, se ha sumado la preocupación por lo que aún esté por llegar. "Esto no parece tener fin", resumía un diputado, repasando los otros escándalos que rodean a Sánchez y que se acumulan día tras días. "Menos mal que Sánchez compareció… en caso contrario, no sé que habría pasado", afirma un parlamentario.
"El problema de fondo es que esta no es una crisis que empiece y a la que se le vea un final. Aquí van a venir más audios, más grabaciones… seguro que habrá ramificaciones. Y luego está todo lo demás", expone indignado un cargo autonómico. "Quién nos iba a decir que lo del fiscal general se iba a quedar en una broma", remataba su diagnóstico. En algunas estructuras avisan de que, poco a poco, los comicios autonómicos y locales están más cerca y que todo esto les puede arrastrar.
En Moncloa no temen a esas voces críticas. Al menos de momento. Las tienen identificadas y consideran que hacen “el ruido que hacen”, principalmente “en medios de derechas”, como avanzó este periódico. “No es que hayamos perdido el control de la agenda, esto es mucho más grave”, apuntaba otro cargo consultado por este periódico. Incluso portavoces habituales de Sánchez mostraban en las últimas horas su pesar.
Voces del PP piden la moción
La frustración de Alberto Núñez Feijóo es que él no tiene ese control de los tiempos. En su opinión, hace ya tiempo que Sánchez tendría que haber tirado la toalla y convocar elecciones. Y es consciente de que la impaciencia es total entre los suyos, que le reclaman que haga más y más para "acabar con el sanchismo". "Tranquilidad", les pidió Feijóo tras los primeros datos sobre Cerdán. Poco después, las voces en el PP instando a una moción de censura aumentaban.
"Yo la haría, con el compromiso de que el mismo día en que jure su cargo ante el Rey convocaría elecciones… estoy convencida de que tendría mayoría absoluta", verbalizó Esperanza Aguirre.
En Génova no descartan dar ese paso, pero piden cabeza fría. Feijóo interpreta que Sánchez va a agotar la legislatura, por lo que aún queda legislatura para presentar esa moción. Una estrategia de "fuego lento". "Al final la manifestación del otro día sirvió para lo que sirvió. Al día siguiente, los titulares eran la frustración", razona un presidente que comparte que hay que medir bien las acciones a tomar. "Si mantenemos a raya la ansiedad, llegaremos a la Moncloa. Sánchez está muerto ya, y seguramente ya lo sabe".