El difícil e imposible camino hacia la laicización total

El difícil e imposible camino hacia la laicización total

La única manera factible de alcanzar la total laicización es mediante la confrontación. No se pueden quitar privilegios a la Iglesia sin perjudicarla y esperar que no se defienda. Pero el Estado puede hacer lo mismo.

A finales de junio de 2012 el Instituto de Estadísticas de la Iglesia Católica (ISKK en sus siglas polacas) hizo público el porcentaje de asistencia a las misas dominicales en Polonia. Según los datos, que se toman cada mes de octubre desde hace 32 años en todas las parroquias de Polonia, del 90% de la población polaca que se declara católica, sólo el 40% asiste a misa los domingos. Esta cifra está muy por encima de la media del resto de países de la Unión Europea, pero marca una tendencia decreciente de asistencia desde que se realiza esta encuesta. En los años 80 el número de dominicantes oscilaba sobre el 50%. A mediados de los 90 sobre el 46%. En la última encuesta de octubre de 2011 bajó hasta el 40%.

El sacerdote y sociólogo del ISKK, Wojciech Sadłoń, afirmó en la presentación de los datos que el descenso de participantes en las misas de los domingos responde al efecto de la debilitación de la fe, lo que conlleva, en sus propias palabras, "a que no queramos levantarnos el domingo por la mañana para ir a la iglesia" (Gazeta Wyborcza, 29/06/2012).

Esta explicación del porqué del descenso de asistencia a las misas basado en que por falta de fe la gente no se levanta de la cama, es tremendamente superficial. Hay otras muchas explicaciones para justificar que miles de católicos se queden en sus casas y no asistan a misa más allá del puro debate interno metafísico. Cuántos polacos preferirán no escuchar sermones politizados, cuántos polacos rechazarán ver como en las iglesias se autoprotegen los obispos gremialmente en sus negocios o cuántos polacos se sentirán incómodos al oir desde los altares que la fecundación in vitro es como el aborto pero más refinado.

En Polonia la clase política ha estado siempre al lado de la Iglesia, ya sea por creencia o por conveniencia. Los partidos de izquierda nunca se han enfrentado abiertamente a la Iglesia ni estando en el poder ni en la oposición. En un país donde el 90% se declara católico, se presupone que actuar en contra de los intereses de la Iglesia sería contraproducente en cuanto al número de votos.

Pero esta forma de pensar de la clase política polaca se ha demostrado también simplista. Como se ve en las encuestas del ISKK, una persona puede ser creyente y no estar de acuerdo con la Iglesia. Y no tiene que demostrar necesariamente este desacuerdo quedándose en la cama.

Por este motivo, en las últimas elecciones parlamentarias del 2011 un partido nuevo, abiertamente pro-laicización del Estado polaco, alcanzó el 10% del total de votos. El Movimiento Palikot (Ruch Palikota) tiene 40 diputados de los 460 del Parlamento polaco. Este partido liderado por Janusz Palikot, quien da nombre al movimiento, no tiene pelos en la lengua a la hora de tratar los asuntos de la Iglesia.

Todo esto viene a demostrar lo siguiente: si se pretende alcanzar la total laicización de un estado, no se puede esperar años y años a que primero descienda el número de personas que van a misa y después el número de creyentes para de esta manera no ofender a nadie cuando se establezcan leyes que realmente se puedan considerar laicas. La única manera factible de alcanzar la total laicización es mediante la confrontación. No se pueden quitar privilegios a la Iglesia sin perjudicarla y esperar que no se defienda como institución. Tiene derecho a defender lo que considere justo. Pero el Estado, representado por el gobierno, puede hacer lo mismo. Y eso nos llevaría a una inevitable confrontación.

Tanto España como Polonia tienen firmados concordatos que favorecen la posición de la Iglesia en sus respectivos estados. Romper estos acuerdos sólo lo puede hacer un partido que desde el poder no se dedique al cuento de la lechera, sino simplemente a gobernar. Seguramente después y antes de romper los acuerdos con la Santa Sede habría numerosas manifestaciones, pero también se descubriría que muchos creyentes no estarían en contra y que los miedos eran infundados.

La gente sabe asumir las realidades y sabe reconocer la lógica de las cosas. Por eso en España el matrimonio entre personas del mismo sexo ha pasado de ser ciencia ficción a algo cotidiano.

Además, con lo que le gusta a este gobierno recortar, ¿no sabe el señor Rajoy el pico que se ahorraría metiendo la tijera por ahí? Seguro que mucho más que esos millones que ha escatimado a los mineros, entre otros.