Abandona la universidad para salvar la fábrica de su padre y acaba con el objetivo de salvar una forma de hacer negocios
Este empresario italiano no quiere sólo salvar su empresa y ha inaugurado el movimiento Slow Fiber.

Una historia de vida que merece ser contada. Hace unos años, Dario dio una segunda oportunidad a la empresa de su padre. Se trata de Oscalito, una marca italiana de prendas de alta gama. En declaraciones a la revista Vanity Fair, él mismo relata que dejó la universidad hace diez años para embarcarse en esta aventura. "Mi hermano lo intentó durante unos meses, pero al final me di cuenta de que dependía de mí hacerme cargo de la empresa o todo terminaría".
Tal y como él mismo explica en conversación con el medio, la empresa "produce casi todo en Turín": colabora con tintoreros e hilanderos de excelencia, promueve la idea de un producto "bien hecho", y se centra en salvar no solo la empresa, sino "toda una forma de hacer negocios". "Si perdemos esta oportunidad, no hay más esperanza. Made in Italy se extinguirá antes que nuestros hijos", asegura.
En esta línea, tiene una mirada clara. "La moda se globalizó demasiado rápido. La comida ha resistido porque se ha mantenido vinculada al territorio", explica en sus declaraciones. "La moda ha cambiado por culpa del efecto TikTok. Todo copia todo, y nadie sabe de dónde viene lo que lleva", lamenta.
De acuerdo a la información difundida, dentro de los muros de la fábrica trabajan unas ochenta personas y se producen unas 500.000 prendas al año. "Aquí entra el hilo y sale la prenda terminada. Desde el tejido hasta la fijación, el embalaje, el control de calidad, la logística, todos los procesos son gestionados por nosotros". El resultado es "una fábrica autosuficiente, eficiente y limpia". "Somos una gran familia".
"El 85% de nuestros proveedores están a menos de 180 kilómetros de aquí", explica el empresario. "La lana es de Biella, la seda de Como, el algodón de Lombardía. La materia prima puede venir de lejos, pero la transformación tiene lugar íntegramente en Italia". Este concepto se traduce en su movimiento Slow Fiber. "Nuestra idea es que solo lo que es bueno, saludable, limpio, justo y duradero es hermoso".
"La limpieza tiene que ver con el medio ambiente y el trabajo justo, y la durabilidad tiene que ver con la calidad, o la idea de hacer productos que sean reparables y duraderos", última. "Ya no se necesita una belleza destructiva, que consume recursos y personas. Si una prenda se produce explotando a alguien, no puede hacer feliz a la gente", opina.
Slow Fiber nació en 2022 inspirada en Slow Food, y hoy reúne a empresas que comparten una misma idea: una moda que no se limita a ser estéticamente agradable, sino moralmente sostenible. "Queremos educar al consumidor para que compre menos y mejor y contar qué hay detrás de cada prenda: quién hiló, quién tiñó, quién cosió".
