Alberto Salto, 35 años, dueño de una carnicería: "Ganaba 10 euros, hoy rozo los dos millones facturados anualmente"
Su primer trabajo: una pollería donde trabajada 12 horas, de lunes a sábados.

Un carnicero multimillonario. Alberto Salto es un emprendedor de 35 años que ha logrado facturar el millón de euros anual. Tal y como él mismo explica en una entrevista para el diario El Español, "a los 15 años cogí por primera vez un cuchillo por necesidad en casa. Por desgracia, a mi madre le costaba darme los dos euros para el bocadillo del desayuno".
El empresario no tuvo una infancia fácil: huérfano de padre, uno de sus hermanos paso por prisión, y el otro sufrió problemas de adicción, la economía en su hogar era precaria. Su primer trabajo fue en una pollería donde invertía hasta 12 horas al día, de lunes a sábados y, durante los primeros meses, sin contrato. Su sueldo: bastante escaso.
Su primer negocio lo inauguró en el mercado del madrileño barrio de Usera. Fue la crisis de 2008 la que lo obligó a cerrar y a cargar con "una montaña de deudas". "Mi negocio flaqueó. Tuve que cerrar y ponerme a trabajar para otros", explica en el medio de comunicación.
Pero todo sonrío cuando aprendió algo que "ni siquiera usaba": "No tenía ni WhatsApp, pero acabé trabajando en las redes de la carnicería de mis jefes. Empecé a subir contenido y en dos meses comenzaron a venir personas de otros pueblos", señala. "Para mí, lo más importante es la transparencia; pero por desgracia, cuando te muestran el oficio de carnicero te enseñan ciertos trucos", confiesa. De este modo, confiesa que la competencia entre carnicerías se centra en gran parte en "quien engaña más a los clientes".
Con las deudas aun pesando, escuchó a su jefe decir que vendía la carnicería por 60.000 euros. El banco le negó el préstamo, pero no se rindió. Fue entonces cuando volvió a casa de su madre para ahorrar, pagar las deudas y conseguir, finalmente, el préstamo deseado.
Desde entonces, no se ha detenido. Hasta hace dos años tenía hasta cuatro sucursales. Pero esto no le sirvió para entender su negocio. "Pasé varias semanas preguntando a la gente de dónde venía. Me di cuenta de que si cerraba todo y me quedaba solo con la de San Fernando de Henares, tendría mayor facturación y menos gastos", relata. Fue entonces cuando comenzó a facturar los millones de euros.
"Ahora tengo el restaurante, la nave industrial y el punto de origen, que es la ganadería y de la que somos socios", confiesa. Sus "productos estrella": "Vendemos actitud, superación y buen ambiente".
