Deja su trabajo corporativo y se pasa 18 meses recorriendo los mares en un velero: España fue uno de sus destinos
Fue uno de los muchos países que visitó.

En plena pandemia, Laura Keys sintió que su vida profesional había perdido el rumbo. Trabajaba como auditora, pasaba el día entero frente al ordenador y las jornadas se confundían entre videollamadas y estrés. El desgaste físico y emocional empezó a pasarle factura: migrañas, cambios de humor y pérdida de cabello. Fue entonces cuando decidió que necesitaba un cambio radical.
Junto a su marido, con quien compartía una licencia básica de navegación obtenida años antes, empezó a imaginar un futuro distinto: abandonar la oficina, comprar un velero y recorrer el mundo. “¿Y si dejamos el Reino Unido y nos lanzamos al mar?”, se preguntaron. La idea, que comenzó como un sueño, pronto se convirtió en un proyecto concreto.
Durante los dos años siguientes se dedicaron a ahorrar y planificar la travesía. En 2022 encontraron el barco que se convertiría en su hogar flotante, aunque les llevó meses ponerlo a punto. El velero, con más de dos décadas de uso, necesitó una profunda modernización del sistema eléctrico antes de zarpar. En la primavera de 2023, Laura renunció a su empleo y comenzó la aventura que cambiaría su vida.
El inicio no fue tan idílico como imaginaba. El espacio reducido, el cansancio y la falta de experiencia en travesías largas pusieron a prueba su entusiasmo. En su primera semana ya habían navegado cuatro días seguidos desde el sur de Inglaterra hasta Escocia, sin apenas dormir. Sin embargo, la sensación de libertad y el orgullo por haber llegado a puerto compensaron el esfuerzo.
A lo largo del verano recorrieron las islas escocesas, aunque pronto comprendieron que el ritmo frenético que se habían impuesto era insostenible. Laura reconoció que había llevado consigo la mentalidad del mundo corporativo: productividad, metas y presión constante. Aprender a ir más despacio se convirtió en su nuevo desafío.
En los siguientes 18 meses navegaron sin prisa desde Escocia hasta el Caribe, pasando por Francia, España y Portugal. En cada parada dedicaban semanas —a veces meses— a conocer los lugares y a descansar. Su esposo trabajaba de forma remota algunos días, mientras ella cuidaba del barco y disfrutaba del mar. La experiencia le enseñó paciencia, flexibilidad y una nueva forma de entender el éxito.
El viaje terminó cuando su marido consiguió un empleo en Nueva York, pero la transformación fue profunda. Laura asegura que la vida en el mar le devolvió la confianza y la capacidad de adaptarse a los cambios. “Puede que haya llegado antes a mi destino esta vez”, reflexiona, “pero mi verdadero viaje no ha hecho más que comenzar”.
