Un abogado se gasta 3 millones de euros en pintar su casa de negro y las autoridades le obligan a cambiar de color
Les dieron un plazo de dos meses para restaurar la fachada.

En muchas ciudades del mundo, el color de las fachadas no es una cuestión de gusto, sino de normativa. Y en los barrios históricos de Londres, estas reglas son especialmente estrictas. Sin embargo, un abogado británico decidió probar suerte y perdió.
La historia, publicada por Daily Mail, se desarrolla en Islington, al norte de Londres, una de las zonas más cotizadas de la capital y repleta de edificios catalogados. Allí, el abogado Edmund Curtin y su esposa emprendieron la renovación de su vivienda en Gibson Street, valorada en 2,6 millones de libras ––casi 3 millones de euros––. Todo parecía rutinario hasta que llegó la elección del color.
La fachada negra que desató la polémica
La normativa urbanística del área es que las fachadas deben mantener el tradicional yeso blanco, conocido como estuco, para preservar la uniformidad arquitectónica de la calle. Pero en lugar de cumplir con la regla, la pareja decidió pintar la vivienda en tonos negros y grises, incluyendo marcos de ventanas, cornisas, dinteles, escalones de entrada e incluso el tragaluz del sótano.
Según varios medios, el personal de mantenimiento del ayuntamiento mostró su indignación y, poco después, el servicio de inspección urbanística intervino de forma oficial. Les ordenaron devolver el color blanco original y les dieron un plazo de dos meses para restaurar la fachada. Los Curtin por su parte presentaron un recurso, pero fue rechazado.
No convencieron a todos
Cuando Daily Mail volvió a visitar la propiedad, comprobó que la pareja había pintado de nuevo la casa de blanco, dejando la fachada en sintonía con la de sus vecinos. Aun así, algunos residentes no quedaron plenamente satisfechos.
Otros vecinos mostraron más empatía, señalando que muchas casas de la calle presentan modificaciones que nunca fueron sancionadas.“Son buenos residentes. Y otras casas por aquí también tienen fachadas grises”, comentó uno de ellos. “No puedes cambiar nada sin que alguien meta las narices, pero supongo que es por una buena razón.”
Una fuente cercana a la familia Curtin afirmó que ellos sabían que vivían en un área protegida y que asumieron el riesgo, aunque remarcaron que “no causaron ningún daño a la mampostería”. También destacó que, según los documentos oficiales, solo una persona había presentado una queja formal.
