Descubren a 2.000 metros de profundidad un tesoro imposible que logró conservarse gracias a las aguas tóxicas
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Descubren a 2.000 metros de profundidad un tesoro imposible que logró conservarse gracias a las aguas tóxicas

"Es algo que jamás hubiera creído posible".

Un buceador observa un gran naufragio completamente oxidado y cubierto de mentira submarino en el mar rojo.PREDRAG VUCKOVIC

A finales de 2017, un equipo de expertos británicos y búlgaros descubrió "el naufragio intacto más antiguo del mundo" a más de 2.000 metros de profundidad en el mar Negro, frente a las costas de Bulgaria. Este hallazgo formaba parte del Proyecto de Arqueología Marítima del Mar Negro (Black Sea MAP), una iniciativa pionera que combina tecnología cartográfica avanzada, arqueología subacuática y estudios paleoambientales para explorar los secretos ocultos del fondo marino.

Durante la investigación, el equipo analizó más de 2.000 kilómetros cuadrados de lecho marino y descubrió un total de 65 naufragios en un asombroso estado de conservación, señala la Universidad de Southampton (Reino Unido) en un comunicado. Estas embarcaciones abarcan un amplio rango histórico, desde una flota de asalto cosaca del siglo XVII hasta buques mercantes romanos cargados con ánforas.

Sin embargo, fue en la fase final del proyecto, a finales de 2017, cuando los arqueólogos hallaron el que se considera "el naufragio intacto más antiguo jamás encontrado": un barco mercante griego clásico de madera de unos 23 metros de largo, del mismo tipo que el representado en antiguas cerámicas, como el célebre Jarrón de la Sirena que se conserva en el Museo Británico.

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Tras un análisis de radiocarbono a partir de una muestra de su madera, los investigadores confirmaron que la embarcación que tiene al menos 2.400 años. A pesar de su antigëdad, el barco estaba sorprendentemente bien preservado, conservando su mástil, timón y bancos de remo. Que la estructura se mantenga prácticamente intacta es gracias a la ausencia de oxígeno (condiciones anóxicas) en las profundidades del Mar Negro, lo que impide la descomposición de los materiales orgánicos.

Un hallazgo que "cambiará nuestra comprensión de la construcción naval y la navegación en el mundo antiguo"

El profesor Jon Adams, arqueólogo de la Universidad de Southampton y director del proyecto Black Sea MAP, destaca la magnitud del hallazgo: "Un barco del mundo clásico, intacto y sobreviviente, yaciendo a más de 2 km de profundidad, es algo que jamás hubiera creído posible. Esto cambiará nuestra comprensión de la construcción naval y la navegación en el mundo antiguo".

Para los investigadores, el hallazgo ofrece una oportunidad única de estudiar cómo navegaban los antiguos griegos y cómo se construían sus embarcaciones en una época en la que el comercio marítimo era el motor del Mediterráneo y del Mar Negro.

Además de los naufragios, el equipo descubrió los restos de un asentamiento de la Edad de Bronce temprana en Ropotamo (Bulgaria), situado en lo que fue una antigua costa. Cuando el nivel del mar era más bajo, el lugar albergaba un pequeño pueblo con casas de madera, hogares y cerámica, cuyos restos ahora yacen a 2,5 metros bajo el lecho marino.

Con el paso de los siglos y la subida del nivel del mar, el valle se transformó en una bahía natural que fue utilizada sucesivamente por colonos griegos del periodo Arcaico, navegantes bizantinos y mercaderes otomanos.

"Estos hallazgos excepcionales nos permiten conectar directamente con los pueblos del pasado. Cada naufragio cuenta una historia que ha permanecido dormida durante siglos", sentencia Adams.

Toxicidad del agua

Además de no tener oxígeno, el agua del fondo del Mar Negro es tóxica, ya que las aguas naturales libres de oxígeno casi siempre contienen sulfuro de hidrógeno (H₂S), un gas incoloro y maloliente presente en la naturaleza (gases volcánicos, aguas termales, gas natural) y en emisiones industriales. 

En los sistemas biológicos, se produce durante el metabolismo anaeróbico bacteriano y puede actuar tanto como molécula tóxica como señalizadora, dependiendo de su concentración, explica la Sociedad Española de Bioquímica y Biología Molecular. En altas dosis inhibe la respiración celular al bloquear la citocromo c oxidasa mitocondrial, mientras que en concentraciones bajas actúa como gasotransmisor, al igual que el monóxido de carbono (CO) y el óxido nítrico (NO).

A finales del siglo XX se descubrió su producción intracelular y función como neuromodulador en mamíferos. El H₂S se genera mediante enzimas que metabolizan cisteína y cumple múltiples funciones fisiológicas: vasodilatación, regulación del sistema nervioso, endocrino, inmune y respiratorio. Alteraciones en su metabolismo se asocian con diabetes, cáncer y enfermedades neurodegenerativas.

En plantas, en cambio, el H₂S ha pasado de considerarse tóxico a ser reconocido como regulador esencial del desarrollo y la adaptación al estrés ambiental. Favorece la tolerancia a metales pesados, sequía, salinidad o calor, y participa en procesos como la germinación, fotosíntesis, senescencia, floración y movimiento estomático. Actualmente, se investiga su aplicación en terapias humanas y en biotecnología vegetal para mejorar la resistencia y productividad de los cultivos.

Análisis numismático del galeón San José revela detalles de su historia

Otro naufragio que está dando de qué hablar es el del galeón San José después de que un análisis numismático de las monedas halladas en el área arqueológica del lugar, a cargo del equipo del proyecto Hacia el corazón del galeón San José, determinara su antigüedad y origen.

Las monedas, fechadas en Lima, 1707, confirman que la nave pertenecía a la Flota de Tierra Firme, que conectaba el Virreinato del Perú con Cartagena, y de la cual el San José era su buque insignia, confirma el Instituto Colombiano e Antropología e Historia (ICANH). Gracias a las expediciones no intrusivas realizadas en 2022 y 2024 a 600 metros de profundidad, se documentó con alta precisión la iconografía y escritura de las monedas ubicadas en la popa del naufragio, sin extraer ningún objeto del sitio.

El artículo, publicado en la sección Project Gallery de Antiquity, revista fundada en 1927 y editada por Cambridge University Press, resalta la importancia del estudio para la protección del patrimonio cultural sumergido.

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