El gesto aparentemente bienintencionado de los clientes de supermercados que acaba molestando a los cajeros
Decir "quédese con el cambio" es música para los oídos de un repartidor o un camarero, pero para un trabajador de supermercado supone un problema.

Nunca sabes cuándo aciertas. Incluso aquellos gestos bienintencionados, de buena fe, que supones que será bienvenido por la otra parte, puede hacerte efecto boomerang y salirte el tiro por la culata. Es el caso de la típica frase de "quédese con el cambio". No nos referimos a que pueda molestar porque denota ir sobrado de dinero, sino por algo mucho más práctico, en este caso si se produce en un supermercado.
Y es que lo que es válido para un restaurante o un delivery, parece que no solo no es válido en un supermercado, sino que es un quebradero de cabeza y, directamente, no se puede aceptar. La razón: que los empleados no pueden aceptar más dinero de lo que dice el ticket final de compra. Ya se sabe, el dichoso "cuadrar la caja" de cada día.
Dejar "propina" en el supermercado no es buena idea
En la mayoría de cadenas de supermercados, los cajeros tienen prohibido aceptar cualquier cantidad que no figure en el recibo. Ni propinas, ni redondeos, ni "quédate con esto". Todo lo que entra en la caja debe corresponder exactamente con una venta registrada.
Cuando un cliente deja el cambio, ese dinero no va al bolsillo del trabajador. Lo habitual es que el sistema lo detecte como un excedente de caja, algo que debe justificarse y anotarse como "otros ingresos". Además, en la práctica el cajero pierde tiempo explicándolo y no recibe ningún beneficio.
Además, muchas empresas funcionan con controles diarios muy estrictos. Al final del turno, la caja tiene que cuadrar al céntimo. Da igual que falten cinco céntimos o que sobren diez: cualquier diferencia se revisa. Flaco favor le haces al empleado con un gesto que podría parecer dadivoso, educado y cómodo.
El verdadero problema: las cláusulas de faltante
En numerosos contratos existen las llamadas cláusulas de faltante. Esto significa que, si al cerrar la caja falta dinero, el trabajador puede verse obligado a cubrirlo de su propio bolsillo o a asumir una advertencia interna.
Lo que no siempre se sabe es que un exceso de dinero tampoco es bien recibido. Un descuadre positivo puede generar sospechas: errores, cobros mal registrados o incluso incumplimientos del protocolo.
Así que recuerda, si ves a un cajero o cajera que responden con nerviosismo o directamente lo rechazan, no es mala educación, sino autoprotección laboral.
