El intercambio durante el Imperio Romano que explica por qué llamamos salario al pago por un trabajo
Ese número que buscamos ansiosos cada mes en la cuenta corriente tuvo un origen que parece que posaico, pero era fundamental en tiempos de menos modernidad.

Dice la Real Academia de la Lengua (RAE) que "salario" tiene dos acepciones: por un lado se dice que es la "paga o remuneración regular" y, por otro, se señala que especialmente se emplea para hablar de una "cantidad de dinero con que se retribuye a los trabajadores por cuenta ajena". Pero antes de definir la palabra, sitúa su origen: "del latín salarĭum, de sal).
Y es que esa palabra que usas con ansia cada vez al mirar la cuenta corriente tiene, en realidad, un significado complejo, que ha ido variando a lo largo de la Historia, adaptándose a los tiempos.
Hoy por hoy, el principal incentivo que tiene un trabajador a la hora de buscar empleo es el monetario, según explican las encuestas hechas en España y citadas por Santander Consumer, el blog del Banco Santander. Pero el sentido que tuvo el salario en el pasado es otra cosa, parece que más posaica pero fundamental en tiempos de menos modernidades.
Y es que se cree que los primeros pueblos nómadas no obtenían beneficios económicos por su trabajo, sino que cubrían sus necesidades cazando y recolectando. Ya en las civilizaciones antiguas como Grecia y Roma se mantuvo un sistema de trabajo no remunerado basado en el esclavismo, caracterizado por unas condiciones de trabajo infrahumanas. Gracias a estos “prisioneros de guerra”, los emperadores realizaban grandes construcciones, muchas de las cuales aún siguen en pie para admiración de los turistas, pagando únicamente su alimento.
Sin ir muy lejos, las Médulas de León -hoy consideradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO-, son un vestigio de la extracción de oro que construyeron esclavos por orden del emperador Octavio Augusto en el siglo I a.C. Es justo en esta Edad Antigua cuando se empiezan a retribuir determinados trabajos artísticos.
De hecho, la palabra salario tiene su origen en la época romana y se deriva de salarium, como decía la RAE. Este era el nombre que se daba a los paquetes de sal con los que se pagaba a los funcionarios que trabajaban cuidando de la calzada romana llamada Vía Salaria, utilizada para transportar la sal hasta el río Tíber. Se trata de una infraestructura que comunica Roma (partiendo desde la porta Salaria de la muralla Serviana, pasando por la porta Salaria de la muralla Aureliana) y Castrum Truentinum, actual Porto d'Ascoli, en la costa del mar Adriático, que recorre en total 242 km, pasando por Reate (Rieti) y Asculum (Ascoli Piceno).
Y es que, en aquella época, la sal jugaba un papel muy importante en la alimentación, toda vez que la salazón era el método de conservar carnes y pescados. Permitía las importaciones y exportaciones de recursos desde las distintas provincias a Roma y que productos perecederos, tras el tratamiento en las factorías de salazón, pudieran entrar en la red comercial. Ahí están, por ejemplo, los restos de la que hubo en Baelo Claudia (Bolonia, Cádiz), que dan cuenta de ello. Salar abundantemente era también era la única forma para que las poblaciones del interior, lejanas a la costa, pudieran consumir esta fuente de proteínas.
La sal era valiosa en esos siglos, también, como antiséptico para las heridas y para detener hemorragias, por lo que tener la paga en granos y no en monedas no era nada despreciable. Esos paquetes recibidos después eran utilizados en las casas propias y como moneda de cambio, un doble uso.
En la siguiente etapa de la historia europea, la Edad Media, surgen nuevas modalidades laborales como es el trabajo forzoso. Aunque desaparezca la esclavitud, con la servidumbre el agricultor puede trabajar sus propias parcelas, pero debiéndole al señor feudal unos servicios o rentas.
De forma paralela, con la aparición de la artesanía empieza a hacerse patente el pago de un salario. Los artesanos se agrupan en gremios, que tienen la finalidad de normativizar ciertos aspectos técnicos de fabricación, pero también establecen salarios y jornadas. Se produce también una emigración de los campos a las ciudades y se firman los primeros contratos donde se estipula que las mujeres y los niños cobren la mitad que los hombres. Estos salarios, al igual que en la actualidad, dependían de la actividad a realizar.
Si damos un salto, ya en la Revolución Industrial, con la invención de la máquina de vapor, se produce un cambio de estructuras económicas, políticas, sociales e ideológicas. Esta época trae la libertad de trabajo y el cobro de un sueldo, que se afianza como característica del régimen capitalista y de la organización social actual. Tal y como indica el estudio Generalidades del salario (1989) de Guillermo Cardona, la llegada del capitalismo convierte la mano de obra en mano de obra asalariada y, a su vez, surge un nuevo sistema de clases.
Los países comienzan a invertir en maquinaria que más tarde suplirá a la mano de obra. Esto lleva al trabajador a una situación de paro forzoso y, por lo tanto, a aceptar trabajos en fábricas con salarios y condiciones de trabajo inadecuados.
En el año 1919, al finalizar la I Guerra Mundial, se crea la Organización Internacional de Trabajo (OIT), como respuesta a la preocupación sanitaria y humanitaria por las malas condiciones laborales a las que la población estaba sometida. Y es que, en palabras de esta organización, "los salarios pueden causar situaciones de discriminación y privación si no se garantiza a los trabajadores un nivel mínimo que sea digno".
Hoy día, teniendo en cuenta las implicaciones sociales y humanitarias que conllevan los salarios, los Estados van reconsiderando sus políticas salariales en colaboración con los representantes patronales y los trabajadores.
En España, gracias a la aprobación de la Ley del Estatuto de los Trabajadores, se disfruta de unos derechos consolidados en la Sección 4.ª: Salarios y garantías salariales. Adicionalmente, cada año, el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales fija el Salario Mínimo Interprofesional teniendo en cuenta factores como "el IPC, la productividad media nacional, el incremento de la participación del trabajo en la renta nacional y la coyuntura económica general".
Lamentablemente, existen gran cantidad de países a los que todavía les queda mucho por avanzar en materia de derechos salariales. Así que, tanto en España como en otras partes del mundo, la historia de los salarios es una historia interminable en la que aún hay que dar la batalla.