El parque urbano más grande de Europa mide 707 hectáreas: tiene una fortaleza, un zoo y una reserva de gamos dentro
En su interior se encuentra también el Zoo Aquarium de Madrid, uno de los más importantes de Europa.

En el corazón de Madrid, lejos del bullicio de las avenidas y del ritmo frenético de la ciudad, se extiende un pulmón verde que desafía cualquier comparación en el continente europeo. Se trata de la Casa de Campo, un parque urbano que no solo ostenta el título de ser el más grande de Europa, sino que también encierra en su interior una riqueza histórica, ecológica y cultural que lo convierte en un enclave único.
Este vasto espacio natural, que abarca 707 hectáreas —una superficie mayor que la de algunos municipios españoles—, es mucho más que un lugar para pasear o hacer deporte. Su historia se remonta al siglo XVI, cuando fue concebido como coto de caza para la realeza. Hoy, sin embargo, es un espacio público que combina naturaleza, patrimonio y ocio, y que representa un modelo singular de parque urbano multifuncional.
Uno de los elementos más llamativos de la Casa de Campo es la presencia de una fortaleza: el antiguo Palacio de los Vargas, una construcción renacentista que fue residencia de descanso de la monarquía española. Aunque en la actualidad se encuentra en proceso de restauración, su silueta sigue dominando una parte del parque, recordando a los visitantes el pasado aristocrático del lugar. Este edificio, junto con otros restos históricos diseminados por el parque, como fuentes, puentes y caminos reales, conforma un valioso patrimonio arquitectónico que convive con la vegetación autóctona.
Pero la Casa de Campo no es solo historia. En su interior se encuentra también el Zoo Aquarium de Madrid, uno de los más importantes de Europa. Inaugurado en 1972, este complejo alberga más de 6.000 animales de 500 especies diferentes, incluyendo pandas gigantes, delfines, tigres y aves exóticas. El zoo es un destino habitual para familias y escolares, y forma parte del entramado educativo y científico de la ciudad, con programas de conservación y reproducción de especies en peligro.
Otro de los tesoros menos conocidos del parque es su reserva de fauna salvaje, en la que habitan gamos, jabalíes, zorros y otras especies autóctonas. Esta zona, de acceso restringido, está gestionada por el Ayuntamiento de Madrid y cumple una función ecológica clave: preservar la biodiversidad del entorno y mantener el equilibrio del ecosistema. Los gamos, en particular, se han convertido en un símbolo del parque, y no es raro verlos al amanecer o al atardecer cruzando los senderos o pastando entre los árboles.
La Casa de Campo también es un espacio de recreo para los madrileños. Cuenta con un lago artificial donde se puede practicar remo, kilómetros de rutas ciclistas y senderos para correr, áreas de picnic, instalaciones deportivas y hasta un teleférico que conecta el parque con el centro de la ciudad. Esta combinación de naturaleza y accesibilidad ha hecho que el parque sea un refugio habitual para quienes buscan desconectar sin salir de Madrid.
Además, su ubicación estratégica —junto al río Manzanares y a pocos minutos del Palacio Real— lo convierte en un punto de conexión entre la historia urbana y el paisaje natural. A diferencia de otros grandes parques europeos, como el Bois de Boulogne en París o el Hyde Park en Londres, la Casa de Campo no fue diseñada como jardín ornamental, sino como un espacio vivo, en constante transformación, donde la naturaleza y la ciudad dialogan de forma orgánica.