El único pueblo de España que recibió permiso del papa para poder comer en Cuaresma
Un privilegio especial que ha dado lugar a una expresión popular.
Con la Semana Santa a la vuelta de la esquina está a punto de terminar la Cuaresma, ese periodo de reflexión, penitencia y renovación espiritual que se extiende durante 40 días antes de la celebración de la Pascua. Durante este tiempo muchas personas se abstienen de comer carne, ya que es un alimento que se relaciona con el cuerpo de Cristo crucificado, por lo que muchos creyentes ayunan como un acto de penitencia y sacrificio.
En este contexto, ¿sabías que en España existe un pueblo que recibió el permiso del papa para saltarse esta tradición? Se trata de Meco, cuyos habitantes fueron los únicos que podían comer carne en Cuaresma hace 500 años. En una época en la que este periodo de reflexión implicaba una estricta práctica de ayuno y penitencia, la bendición papal autorizó a este pequeño municipio madrileño a disfrutar de la carne durante algunos días determinados.
Esto fue posible gracias a una bula que el papa Inocencio VIII otorgó a Íñigo López de Mendoza y Quiñones, que era un antiguo señor de Meco. La bula es una especie de permiso especial del Vaticano que permite a los beneficiarios comer carne los viernes de Cuaresma, algo que no suele estar aceptado. Pero, ¿por qué se le otorgó dicho privilegio a este municipio de Alcalá de Henares?
Dos posibles razones
Existen dos versiones sobre el origen de esta bula. Una de ellas explica que este privilegio fue concedido a Meco en el siglo XV en recompensa al noble Íñigo López de Mendoza y Quiñones por los servicios prestados y por ser embajador de los Reyes Católicos ante el Papa. Una razón honrada que pone de manifiesto el valor religioso del que siempre ha presumido la localidad de Meco.
Sin embargo, hay una segunda versión que poco tiene que ver con la religión. Esta dice que el papa concedió la bula a Meco por su dificultad para conseguir pescado fresco al estar situado en el centro de la península. Como sus habitantes no podrían cumplir con el ayuno preceptivo, el Papa emitió un permiso especial para que pudieran comer carne durante los viernes de Cuaresma.
Por esta bula de Meco surgió una leyenda popular de que sus habitantes tenían todo tipo de privilegios otorgados por el papa para evitar pagar indemnizaciones o cumplir contratos, entre otros. De hecho, de este permiso especial nace la expresión popular “No vale ni la bula de Meco”, para referirse a algo de lo que es imposible librarse de ninguna manera. Aunque se desconoce cuál fue su origen oficial, esta anécdota hace cuanto menos especial al municipio.