En la exhumación de la fosa de Ejea de los Caballeros: "Nadie se atreve a decir que los muertos de alguien no tienen que estar enterrados dignamente"
'El HuffPost' habla con Javier Sumelzo, secretario de la asociación Batallón Cinco Villas, y Pablo Arias, uno de los arqueólogos, sobre el proceso de exhumación de este osario colectivo en el municipio zaragozano.

Tal día como hoy pero hace 50 años la historia de España cambió. El que fuera dictador desde el final de la Guerra Civil hasta el 20 de noviembre de 1975, Francisco Franco, falleció y el país comenzó un proceso hacia la democracia actual. Sin embargo, medio siglo después de ese día quedan muchas heridas por cicatrizar y la llama del franquismo no está ni mucho menos apagada.
Una de las herencias más significativas de esa oscura época son las fosas comunes que quedan todavía por exhumar y hasta por localizar. En España se estima, tal y como ha mostrado RTVE, que hay casi 6.000 fosas comunes de las que más de 2.300 estar por abrir. Ejea de los Caballeros (Zaragoza) es uno de los municipios que quiere salirse de esta lista y lleva desde el pasado mes de octubre con las labores de excavación, aunque el proceso comenzó mucho antes.
Javier Sumelzo, secretario de la asociación Batallón Cinco Villas, retrocede en una conversación con El HuffPost hasta 2018 para fechar el inicio de este proyecto. Entonces, varias personas de la comarca zaragozana vinculadas con la memoria histórica de Aragón empezaron a investigar para abrir el mayor número de fosas en las Cinco Villas que fuera posible. Desde entonces, se han hecho exhumaciones en las localidades de Rivas, Orés o Sádaba hasta que ahora, por fin, han recibido el apoyo del Ayuntamiento de Ejea y de la Diputación Provincial de Zaragoza para abrir la fosa común que hay en el cementerio del municipio, considerada la más grande de Aragón con unos 140 cuerpos.
Este responsable informa que, según documentos del archivo, en la cárcel de Ejea se fusilaron a unas 350 personas y que gracias a estudios previos se pudo concretar que hubo 163 personas en la fosa -Sumelzo opina que incluso puede haber algunos más-, aunque en estos 89 años se habría sacado a 28 personas.
En este osario colectivo, explica, hay exclusivamente cuerpos de personas del bando republicano que fueron asesinadas en la segunda mitad del 1936: "En las Cinco Villas, y esto es muy importante, no hubo guerra. El 18 de julio del 1936 se promulgó el golpe de Estado y el 19 de julio del 36 los militares, falangistas y la Guardia Civil tomaron el Ayuntamiento de Ejea, lo depusieron y se organizaron para tomar las Cinco Villas, que siempre estuvo del lado sublevado. Ninguna persona que apoyara a la República aquí pudo alzarse de armas y resistirse y lo único que pudieron hacer fue escaparse y pasarse al bando republicano y luchar desde ahí".

"Los del bando nacional que murieron durante la guerra y eran de aquí fallecieron en el frente", añade este asesor fiscal de 42 años, que no tiene familiares enterrados en ella, pero que sus convicciones políticas le han llevado a realizar tareas como estas con el Batallón.
El proyecto, que está gestionado por el consistorio ejeano, cuenta con una financiación de 80.000 euros para esta primera fase -35.000 de los presupuestos del Ayuntamiento de Ejea y 45.000 euros de la Federación de Municipios del Gobierno de España-, mientras que también se ha pedido otra línea a la partida del presupuesto de la DPZ para la memoria histórica.
De la excavación a la cotejación del ADN
El proceso empezó el año pasado con las catas para saber lo que había bajo tierra y se puede alargar durante dos años al ser "muy grande, extensa y con muchas víctimas para sacar". Además, añade este economista de profesión, "hace falta mucho dinero, arqueólogos y técnicos para llevarlo a cabo y las dos cosas escasean".
Pablo Arias es uno de los ocho arqueólogos dirigidos por Javier Ruíz que están trabajando en la fosa. Ellos, juntos a sus compañeras especializadas en antropología forense, forman el Equipo Arqueológico Forense de Aragón. Se encargan de filtrar la tierra e ir sacando hueso a hueso ubicándolos a cada cuerpo para identificarlos.
"Vamos bajando capa a capa la tierra y la cal con la que están cubiertas las personas asesinadas hasta que van apareciendo sus restos. Al estar amontonados entre sí, unos encima de otros, los individualizamos asignando un número a cada uno y los dejamos in situ, sin manipular nada, pero lo más limpios de tierra que podamos para que a la hora de documentar su posición sea lo más claro posible", relata este historiador de 30 años, informando que hasta el momento han sacado 24 individuos en muy pocos metros.
Los restos, una vez extraídos, se colocan sobre una mesas habilitadas en el mismo cementerio para reconstruir los cuerpos con el objetivo de comenzar el estudio antropológico con el que determinar causas de la muerte, las patologías que podían tener estas personas, la edad o el sexo. "Miriam Gracia, la antropóloga, puede delimitar estas características y junto al trabajo de Cristina Sánchez, que se ha encargado de la investigación histórica, podemos conocer los nombres que figuran en las diferentes 'sacas' o días de fusilamientos y fases de enterramiento, pero la palabra final la tiene el ADN", describe Arias, confirmando que ellos no pueden dar identidades concretas sin esa confirmación del laboratorio genético.

"Para tenerlo metemos los restos en unas cajas, que es un procedimiento que viene así por ley, y los mandamos a Pamplona, que es donde está el laboratorio con el banco de ADN con el que trabajamos nosotros", añade Sumelzo.
Ahora, paralelamente, también están recogiendo muestras de sangre a familiares de las personas represaliadas y enterradas en la fosa para cotejar los resultados: "Para iniciar el proceso fuimos más o menos con 50 solicitudes de familiares y han ido apareciendo muchos familiares que han venido a la fosa a hacerse las pruebas de ADN o que nos han llamado para que fuéramos nosotros a hacer las pruebas a sus casas", apunta el secretario, que narra el ejemplo de una señora del municipio que era hija de una víctima que no la tenían localizada.
Además, mientras excavan y sacan los restos se encuentran objetos que llevaban los fallecidos en el momento del asesinato y que fueron arrojados a la fosa con ellos. "Se criba la tierra para sacar absolutamente todo lo que se pueda, desde un huesito de una mano a una bala, un botón o restos de ropa que pueden aparecer. Han salido suelas de los zapatos y, por ejemplo, cuando descubrimos a las dos primeras mujeres tenían en las piernas unas telillas que parecían telarañas, pero que eran restos de medias y, una de ellas apareció, con las dos peinetas en la cabeza. Después aparecieron un par más justo al lado de ellas", indica Sumelzo, que concreta que los arqueólogos son los que tratan de buscarles dueño.
En caso de no encontrar familiares o de no ser capaces de identificar los cuerpos aún no tienen claro qué van a hacer con esos restos, aunque la opinión del Batallón Cinco Villas es la de hacer un espacio de nichos más pequeño de los normales para meter esas cajas e identificar a cada uno en sus lápidas que ponga víctima de la represión en la guerra o una frase similar y su número, por si en un momento dado alguien los identifica para poder sacarlos de ahí. "Lo que tenemos claro es que los vamos a sacar de la fosa y no van a volver", sentencia.
Además, avanza que en ese espacio de la cavidad quedará delimitado como estaba con el fin de que la gente pueda ver las dimensiones y se colocará el monolito de homenaje a las víctimas. "Se mantendrá igual, lo que pasa es que sin nadie debajo", asevera Sumelzo.
"Existe un gran consenso social en Ejea"
A pesar de que pueda parecer que sea un tema espinoso, el secretario del Batallón Cinco Villas no tarda en confirmar que "existe un un consenso social en el que se concluye que las fosas tienen que abrirse y sacar a la gente de ahí para identificarlos y entregarlos a sus familiares". "No me he encontrado a nadie en Ejea que esté en contra de esto. Algunos podrán tener sus reticencias o sus excusas, pero no hay nadie realmente en contra de esto", pone de ejemplo.
De hecho, lo compara con otros temas que están normalizados en la sociedad como el matrimonio homosexual, el apoyo a Palestina o el derecho al aborto: "Son consensos sociales, con la única diferencia que los otros tres son problemas presentes susceptibles de que la gente salga a la calle a defender esos derechos, mientras que con la memoria histórica no haces una manifestación multitudinaria, pero tampoco hay nadie que esté en contra".
También cuenta las conversaciones que tiene con amigos o conocidos de derechas que a priori podrían estar en contra: "Te pueden decir tres tonterías, que el dinero se tendría que invertir en otra cosa, etc. pero nadie se atreve a decir que los muertos de alguien no tienen que estar enterrados dignamente como corresponde. Nadie te puede razonar en contra de esto".
Hasta también reciben la visita de curiosos, aficionados, familiares y de excursiones escolares de los institutos del municipio.
Sin embargo, a nivel político la cosa se complica y han chocado con el Gobierno de Aragón, dirigido por Jorge Azcón, del Partido Popular. Ellos, enumera, tienen el apoyo del Gobierno de España, de la Diputación Provincial de Zaragoza, de la Comarca de las Cinco Villas y del Ayuntamiento de Ejea. "El PP no ha tenido ningún interés en la memoria histórica y lo que han hecho es permanentemente revisión histórica. Si es que lo primero que hizo el Gobierno de Azcón cuando empezó su mandato fue derogar la Ley de Memoria Democrática del Ejecutivo anterior", apunta.
Al final, como concluye, la única misión del Batallón es pelear por dar el descanso que merecen esos cuerpos y un respiro a sus familiares.

