Existe una playa escondida en Cantabria que mezcla agua dulce y salada
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Existe una playa escondida en Cantabria que mezcla agua dulce y salada

Es una joya escondida que permanece ajena al bullicio del verano.

Playa El Sardinero en la ciudad de Santander, costa de Cantabria en el norte de EspañaTONO BALAGUER

En el litoral norte de España, donde los acantilados verdes se precipitan hacia el Cantábrico, existe un lugar que escapa a las rutas turísticas convencionales. La playa de Covachos, situada en el municipio de Soto de la Marina, Cantabria, es una joya escondida que permanece ajena al bullicio del verano. Su acceso complicado y su carácter salvaje la convierten en un refugio para quienes buscan una experiencia íntima con la naturaleza.

Lo que hace verdaderamente singular a esta playa no es solo su belleza escarpada o su arena dorada, sino un fenómeno poco común: la convivencia de agua dulce y salada en un mismo espacio. Este encuentro de corrientes crea un microecosistema fascinante que transforma la experiencia del baño y del paisaje.

A diferencia de otras playas más conocidas de la región, Covachos no se deja conquistar fácilmente. Para llegar a ella, es necesario descender por un sendero empinado que serpentea entre la vegetación costera. Esta dificultad de acceso ha contribuido a preservar su estado casi virgen. Desde lo alto del acantilado, la vista es sobrecogedora: una lengua de arena se extiende entre dos paredes rocosas, y frente a ella, el islote de Castro de Covachos parece flotar sobre las aguas.

Existe una playa escondida en Cantabria que mezcla agua dulce y saladaEste curso de agua dulce, que apenas se percibe en épocas secas, cobra protagonismo tras las lluvias, cuando su caudal aumenta y se abre paso entre la arena hasta encontrarse con el mar. El resultado es una zona de baño donde la temperatura y la salinidad varían en cuestión de metros, creando sensaciones únicas al nadar.

Este contraste no solo es perceptible para los bañistas. La biodiversidad de la zona también se ve influida por esta dualidad hídrica. En las pozas que se forman entre las rocas, es posible observar especies de agua dulce conviviendo con pequeños crustáceos marinos. Las aves costeras, por su parte, encuentran en este entorno un lugar ideal para alimentarse y descansar, lejos de la presencia humana.

La playa de Covachos también destaca por su carácter cambiante. La marea transforma radicalmente su fisonomía: cuando baja, deja al descubierto una amplia superficie de arena que conecta con el islote cercano, permitiendo incluso caminar hasta él. Pero cuando sube, el mar reclama su territorio y la playa prácticamente desaparece bajo las olas. Esta dinámica convierte cada visita en una experiencia distinta.

Pese a su aislamiento, Covachos ha ganado cierta notoriedad entre los amantes del senderismo y la fotografía. Su luz, especialmente al atardecer, ofrece un espectáculo cromático difícil de igualar. Sin embargo, sigue siendo un lugar poco frecuentado, en parte por la falta de servicios y señalización, lo que refuerza su carácter de enclave secreto.

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