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Franz Heinz, ingeniero: "No puedo usar la palabra 'apagón' en mis charlas, mucha gente lo percibe como un ataque"

Franz Heinz, ingeniero: "No puedo usar la palabra 'apagón' en mis charlas, mucha gente lo percibe como un ataque"

“La gente vive en el presente y no piensa en lo que viene”.

Apagón
ApagónGetty Images

Para la mayoría, la electricidad sigue siendo algo tan simple como enchufar un cargador. Pero para Franz Hein, ingeniero eléctrico y una de las voces más experimentadas del sector, esa visión cómoda puede convertirse en nuestro mayor problema. A sus 79 años, tras décadas en el corazón del sistema eléctrico alemán y europeo, Hein critica que “vivimos en un paraíso energético… pero actuamos como si fuera eterno”.

En una entrevista con un medio local, el especialista —que fue pieza clave en el centro de control de Wendlingen y asesor de la Agencia Federal de Redes— advierte sobre un riesgo que considera inminente: la combinación entre la disminución de los combustibles fósiles y la insuficiencia de almacenamiento energético.

Además, según subraya, el mayor obstáculo no es técnico, sino mental. Aunque la expresión transición energética lleva décadas en el discurso público, se ha convertido, dice, en un concepto vacío para muchos. “No puedo usar la palabra 'apagón' en mis charlas, mucha gente lo percibe como un ataque”, asegura.

“La electricidad sale del enchufe y punto: esa es la mentalidad dominante”, lamenta. “Ni siquiera puedo mencionar la palabra ‘apagón’ sin que parte del público lo viva como un ataque personal. Si no han pasado por una situación, creen que no puede ocurrir”. El ingeniero ve en esta actitud un riesgo real: la incapacidad de aceptar que la dependencia casi total de la electricidad podría convertirse en una vulnerabilidad crítica.

Más paneles solares, más aerogeneradores… sí, pero Hein insiste en que esa no es la raíz del problema. “El objetivo del 100 % renovable es válido”, afirma. “Lo que falta, y lo que casi nadie quiere asumir, es cómo guardar esa energía. Sin almacenamiento, no hay resiliencia. Ni ante un corte normal ni ante una emergencia”.

Otra de sus críticas es que durante años las políticas energéticas hayan penalizado el uso de baterías domésticas con impuestos dobles —por cargar y por verter electricidad—, un planteamiento que, asegura, sigue lastrando la mentalidad del sector. “Aceptamos el refrigerador como almacén de comida, ¿pero almacenar electricidad es impensable?”

Hein cita también las limitaciones que sufren propietarios de instalaciones fotovoltaicas. En momentos de sobreproducción, los operadores pueden desconectarlas aunque el usuario preferiría consumir su propia energía. “Obligar a inyectar electricidad a la red y luego pagar precios altos cuando te cortan… eso es un fallo sistémico.” Para él, estas contradicciones reflejan un mismo problema: “La reflexión ya no está de moda. Se imponen plazos políticos como si fueran leyes naturales”.

Su visión: hogares más autónomos, redes más estables

Lo que propone no es individualismo energético, sino una red más robusta desde abajo:

  • Cada vivienda con fotovoltaica y almacenamiento.
  • Sistemas automáticos que gestionen cuándo lavar la ropa o cargar el coche.
  • Vecinos capaces de compartir energía en momentos de necesidad.
  • Y todo ello integrado en las grandes redes europeas interconectadas, una infraestructura única en el mundo.

Y es que, según relata, “paradójicamente, cuanto más autosuficiente es cada hogar, más estable se vuelve el conjunto”.