Hartazgo entre los vecinos de Tres Cantos tras el infierno del incendio: "Si fuera una vez cada 20 años... pero es recurrente"
Toda una localidad ha estado expectante a saber qué había sido de sus viviendas después haberlas abandonado por las llamas que se abalanzaban sobre ellas. No ha sido hasta el mediodía cuando han podido presenciar lo que el incendio de la noche anterior había provocado.

"No es fácil que tu casa salga abriendo los telediarios, ¿sabes? Nosotros estábamos aquí cuando todo empezó, cuando las llamas ya llamaban a la puerta; intentamos mojar con la manguera lo máximo posible antes de salir corriendo por petición de la Guardia Civil y dejamos el riego puesto. Ahora ves cómo ha quedado todo y se te cae el alma a los pies", relata una de las vecinas de la localidad de Soto de Viñuelas, en Tres Cantos. Su casa es la más afectada por el incendio que comenzó el lunes, en torno a las 19:00 u 20:00 de la tarde. El tejado, carbonizado, yace en el suelo de la vivienda, al igual que gran parte de paredes y ventanas. "Tendremos que tirar todo y empezar de cero", comenta junto a su hermano intentando reconocer lo que un día fue su casa.
El fuego protagoniza toda la actualidad y son miles de hectáreas las que han quedado incineradas. Se desconoce qué pudo ser lo que despertara las llamas en el municipio situado al norte de la Comunidad de Madrid. "No se sabe con exactitud a qué se ha podido deber. Lo que puedo contar es que ayer por la tarde tuvimos tormentas secas que produjeron que cayeran varios rayos. Hubo un incendio en La Pedriza que precisamente fue provocado por uno de ellos, pero se contuvo rápidamente. En este tendrán que determinar qué fue lo que pasó", explica a El HuffPost Javier Ayuso, portavoz de Emergencias de la capital que llevaba en el operativo habilitado para gestionar el incendio toda la noche. "El incendio está perimetrado y, en principio, no se va a extender. Sin embargo, hay previsión para la tarde de fuertes vientos y tormenta y eso nos preocupa", explicaba desde el centro de mando.
La precaución y la tensión eran palpables en todo el municipio. Los vecinos esperaban en lo alto de la rampa de acceso a la urbanización de Soto de Viñuelas —un conjunto de casas que se encuentran en la llanera precisamente de la colina que ha ardido durante las últimas horas—. Las mascarillas y conversaciones entre ellos se entremezclaban en busca de una gota de información, algo que arrojara un poco de luz para saber cuándo podrían volver a casa. Además, la indignación también era un ingrediente clave entre ellos. "Toda esa maleza hay que barrerla y limpiarla. Hay muchos incendios ahora porque no se mantienen las cosas como antes. Los políticos tienen parte de responsabilidad. Mi casa se podría haber quemado", relata Maite García, otra de las vecinas que criticaba el mal hacer de las instituciones y que apuntaba "¿Sabes dónde está el alcalde del pueblo? Porque aquí no está".
Llegaba el mediodía cuando la Policía Municipal empezaba a avisar a los presentes de que podían acceder a la zona precintada por el incendio. "Esta todo controlado así que pueden ir accediendo a sus domicilios", informaba el agente. El paseo hasta las zonas más afectadas ronda entre los 10 y 15 minutos. Las viviendas alejadas dejaban intuir lo que había sido la noche anterior debido al color oscuro que se había adaptado a las paredes.

Sin embargo, nada tenía que ver con aquellas que se encontraban más próximas al riachuelo que atraviesa la localidad. "Estábamos en Ayamonte [Huelva] y nos llamaron diciendo que se estaba quemando el campo. Vinimos echando hostias mi padre y yo hasta aquí. Estábamos acojonados, pensando que se iba a meter el fuego en casa", explica Javier en la puerta de la casa de sus padres. En su caso, el fuego se quedó literalmente a las puertas. Las llamaradas saltaron el arroyo y se quedaron a la espera de la vivienda. "Veíamos a través de las cámaras de seguridad cómo el incendio iba avanzando. Realmente lo pasamos muy mal", comenta.
"El problema no es que haya un incendio, sino que no se hagan trabajos de prevención. El año pasado ya hubo uno y en 2022 si no recuerdo mal también. Toda la zona que nos rodea son secarrales que prenden con muchísima facilidad y está claro que, si no se toman las medidas necesarias pasan estas cosas. Si seguimos así habrá otro el año que viene y así sucesivamente", detalla Javier ante todo el terreno calcinado. "Ya ha fallecido una persona, pero la suerte de que no haya habido más daños humanos. Algún día habrá una demanda colectiva de los vecinos de Soto de Viñuelas, o incluso de Tres Cantos, porque esto es algo que no se puede permitir. Si fuera una vez cada 20 años, pues bueno... pero es recurrente", concluye.

Otros no tuvieron tanta suerte. A un par de calles de la casa de Javier, las casas ya se mostraban claramente afectadas. "Estábamos regando, como tantos otros, intentado repeler al máximo el fuego. Intentamos cerrar todas las ventanas para que no entrase, pero se nos olvidó una. Las llamas entraron y destrozaron gran parte de la habitación de nuestro hijo; se iba mañana de viaje y su pasaporte ha quedado reducido a cenizas", comentan dos de los vecinos cuyo jardín ha perdido el verde y se ha convertido en gris. Manifiestan una de las quejas más habituales en todo el vecindario: la irresponsabilidad de las autoridades. "Hace dos días —el sábado— escribí al teniente de alcalde acerca de la situación en la que se encontraban los matorrales de la colina. El terreno pertenece precisamente al Ayuntamiento y, cuando lo podan a la altura que se precisa, dejan los restos en el suelo, sin recogerlo. Que es como dejar una cerilla al lado de un bidón de gasolina. No recibí respuesta. Ayer —lunes— ya se estaba produciendo el incendio que desalojó a todo el vecindario", decía otro de los vecinos.
Su mujer enseñaba la vivienda a uno de los bomberos que pasaban por la zona intentando tranquilizar a quienes se encontrara por el camino. "Podrán ver a lo largo del día humillos que broten de la zona afectada, pero no se preocupen porque está todo controlado y nosotros permaneceremos aquí permanentemente", comentaba. A la par, hacía un breve diagnóstico de una de las razones por las que había afectado a la casa. "No deberían tener este tipo de jardín", introducía el bombero. "Las arizónicas, este tipo de árbol, hiedra... Todo esto hace una combustión muy grande y más estando en mitad de la naturaleza. Deben de tener muros de aluminio o de hormigón, y más con los canales de viento que tiene este tipo de urbanización que está mal hecha de por sí. Lo importante en estas situaciones es que la casa quede cerrada y el riego abierto, pero lo importante es que no ha llegado hasta el interior", desarrollaba.

El resto de vecinos iban de casa en casa, de puerta en puerta viendo cómo había afectado el fuego al resto de viviendas. A la par, agradecían a bomberos, UME o Guardia Civil el trabajo desempeñado a lo largo de toda la noche. "Si no llegan a venir rápido no sabemos qué habría pasado con las viviendas o con nosotros mismos", explica una de las vecinas a las puertas de su vivienda, aquella que ha sido la más afectada y que tendrán que empezar de cero. Desde su posición, avisa a autoridades y responsables: "Al igual que cuando hay fuertes tormentas se avisa a todos a través de SMS o alarmas, con esto debería ser lo mismo. No nos avisó avisó nadie más allá de la Guardia Civil, que vinieron corriendo por toda la localidad para decir que desalojáramos y que saliéramos de aquí por el peligro que corríamos. Debe de haber alarmas cada vez que al vida de alguien esté en peligro", reflexionaba con este periódico.
El futuro al que se enfrentan ahora los vecinos de Soto de Viñuelas es incierto. ¿Cuánto pagará el seguro? ¿Dónde dormirán esta noche? ¿Cuándo se acabará definitivamente el incendio? ¿Habrá responsabilidades ante las irregularidades que presentaba el pasto de la colina? ¿Tendrán que presentar una demanda colectiva por los incendios recurrentes que viven en la zona? Para empezar, muchos de los residentes pasarán fuera la noche. "Nos han dicho que es recomendable pasar dos días fuera por lo que pueda pasar y las condiciones de agua y electricidad a las que nos podemos enfrentar", comentaba Javier. El infierno parece haber pasado, pero como todas las catástrofes ahora viene la parte más difícil, la que se pasa en silencio sin la atención de los medios: volver a lo que un día fue, a las casas que albergaban vida y a que el negro vaya desapareciendo del campo.
