Kim y Mathias están cambiando pañales otra vez a los 60 años: "Necesitan un hogar, cariño, alguien que crea en ellos"
"Cada día con ellas es un viaje al corazón, al futuro", reconoce la pareja.
Muchos padres sufren el síndrome del nido vacío. Ver cómo sus hijos se van de casa, las habitaciones vacías y el silencio reinante hacen que, en ocasiones, experimenten ese sentimiento de soledad. Kim Kolze y Mathias Labus pasaron por este trance, pero quisieron ponerle remedio de una forma muy solidaria.
Esta pareja de 60 años ha encontrado la felicidad como padres de acogida. Dos niñas, de uno y tres años, se han convertido en la alegría de la casa: "Estos niños necesitan un hogar, cariño, alguien que crea en ellos. ¿Cómo podríamos haber dicho que no?", reconoce Kim al medio alemán Braunschweiger Zeitung, tras afirmar que las pequeñas llevan en su hogar desde que tenían 6 meses.
La felicidad hecha familia
Si bien en algunos casos la vivienda es ruidosa y algo caótica, las risas de sus pequeños curan todo lo demás. "Vemos su fuerza cada día. Pero también vemos sus pequeñas sombras. Algunas noches son inquietas, algunas situaciones les generan inseguridad. Pero los apoyamos y les damos fuerza. Y cada día adquieren un poco más de confianza", admite Mathias, al mismo tiempo que afirma que sus propios hijos han apoyado su decisión.
Esa misma comprensión no la han tenido por parte de algunos de sus amigos, quienes les dijeron que podrían aprovechar el tiempo que ahora tienen libre para viajar o darse un capricho; unas afirmaciones que saben cómo darles la vuelta: "Estamos viajando, solo que de una manera diferente. Cada día con ellas es un viaje al corazón, al futuro".
La cooperación, clave en el proceso
Kim y Mathias complementan el cariño que depositan a las dos pequeñas con reuniones periódicas, cursos de formación y personas de contacto de la oficina de bienestar juvenil. De hecho, llevan a cada niña a una reunión supervisada con su madre biológica una vez al mes: "La conexión con sus padres biológicos es una parte importante de sus vidas y siempre lo será. Esto debe respetarse y aceptarse", sostiene Kim.
Tras este tipo de encuentros, las pequeñas pueden demandar una mayor cercanía o paz, un sentimiento que la pareja intenta suplir en cada momento, adaptándose a sus ritmos y necesidades: "Pensábamos que les estábamos dando un hogar, pero en realidad nos dan algo a cambio cada día. Risas. Confianza. Sentido", concluye Mathias.