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La directora de una empresa alerta de este síndrome común: "Las empresas lo asocian a dedicación al trabajo"

La directora de una empresa alerta de este síndrome común: "Las empresas lo asocian a dedicación al trabajo"

En cambio, hay otro síndrome, igual de perjudicial, que "está muy estigmatizado porque se percibe como un signo de inseguridad y fragilidad".

Mujer de negocios seria trabajando en la oficina.Getty Images

A pesar de lo negativo que puede resultar para la salud mental, muchas empresas reconocen el burnout como una demostración de compromiso. "Es el primer síndrome que las empresas acogen con agrado porque lo asocian con la dedicación al trabajo", señala a Expresso Filipa Jardim da Silva, psicóloga y directora ejecutiva de Transformar.

Por el contrario, el síndrome del impostor, que también puede tener efectos devastadores, "está muy estigmatizado porque se percibe como un signo de inseguridad y fragilidad". Este patrón psicológico se manifiesta en una constante duda sobre las propias capacidades, a pesar de los logros y la competencia demostrada. Y está muy extendido en el mundo labaoral.

Estudios recientes han revelado que más del 70% de los profesionales experimentan el síndrome del impostor en algún momento de su vida. Entre los altos directivos, la mitad de ellos ha sentido alguna vez este temor, que predomina entre las mujeres líderes, de las que el 80% se ha encontrado en esta situación.

"Las buenas notas no bastaban, había que ser la mejor, sea lo que sea"

La propia experta ha formado parte de esta estadísitica desde su juventud. Originaria de Madeira (Portugal), cuenta que experimentó el síndrome del impostor "antes incluso de entender lo que era". Hija única, siempre tuvo las expectativas puestas sobre ella, lo que la llevó a asociar el amor y el mérito con un rendimiento académico impecable.

"Sentía la carga de multiplicar las buenas notas en todas las asignaturas, año tras año", recuerda. Con el tiempo, esa presión se intensificó, y "las buenas notas no bastaban, había que ser la mejor, sea lo que sea".

A pesar de sus exitosos logros académicos, Jardim da Silva no lograba sentirse satisfecha. Fue solo de adulta cuando logró identificar que ese constante sentimiento de inseguridad era una manifestación del síndrome del impostor: "Quienes padecen el síndrome del impostor no carecen de mérito, éxito ni competencia. Sin embargo, les falta el espacio para aceptar el mérito de sus logros".

El síndrome del impostor afecta a muchos profesionales, independientemente de su posición o éxito. La psicóloga comparte que, incluso después de años en su puesto, sigue sintiendo inseguridad: "Podría llevar seis meses o seis años en mi puesto, y mi nivel de inseguridad probablemente sea aún mayor. Parece que tengo la sensación de que simplemente salgo adelante en las buenas y en las malas". 

A pesar de haber alcanzado logros notables y de estar rodeada de un equipo talentoso, ella sigue luchando contra la autocrítica, pensando que sus éxitos son el resultado de la suerte o de los demás.

Este trastorno cognitivo tiene efectos no solo en la salud mental del individuo, sino también en las organizaciones. Aunque las personas con síndrome del impostor suelen seguir alcanzando metas, su incapacidad para disfrutar de sus logros puede afectar su bienestar y productividad. Las consecuencias pueden ser graves, incluyendo agotamiento, depresión y ansiedad, lo que se traduce en una pérdida de productividad y, en algunos casos, absentismo laboral.

A diferencia del síndrome de burnout, que a menudo se asocia con el esfuerzo y la dedicación al trabajo, el síndrome del impostor sigue siendo estigmatizado, ya que se percibe como una muestra de inseguridad o debilidad. "Todos sabemos que un líder es una persona, pero nadie espera verlo llegar a la oficina llorando", señala un experto. 

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