El caballo más alto de la historia no fue una leyenda ni una exageración rural. Fue una criatura real, de carne, hueso y pezuñas, que vivió en Inglaterra durante el siglo XIX. Su nombre fue Sampson, aunque más tarde sería rebautizado como “Mammoth”, un apodo que hacía justicia a su descomunal tamaño.

En una época en la que los caballos eran esenciales para el transporte, la agricultura y la guerra, Sampson destacó no solo por su utilidad, sino por su imponente presencia. Criado en 1846 por Thomas Cleaver en Bedfordshire, Inglaterra, este caballo de raza Shire rompió todos los esquemas conocidos sobre el tamaño que podía alcanzar un equino.

La cifra que lo inmortalizó en los registros del Guinness World Records fue de 2,197 metros de altura a la cruz, una medida que lo colocó muy por encima del promedio de su especie. Para ponerlo en perspectiva, un caballo común suele medir entre 1,4 y 1,7 metros a la cruz. Sampson superaba esa media por más de medio metro, lo que lo convertía en un verdadero coloso entre los suyos.

Pero su altura no fue su única característica extraordinaria. Sampson también alcanzó un peso de 1.524 kilogramos, lo que lo hacía no solo el más alto, sino también uno de los más pesados caballos jamás registrados. Su cuerpo robusto y musculoso era el resultado de una genética excepcional y de una crianza orientada al trabajo pesado, típica de los caballos Shire, una raza británica desarrollada específicamente para tareas de tiro y carga.

La raza Shire, a la que pertenecía Sampson, es conocida por su fuerza, docilidad y tamaño. Estos caballos fueron fundamentales en la revolución agrícola británica, ya que eran capaces de arrastrar arados, carros y maquinaria pesada. Sin embargo, ni siquiera entre los Shire era común encontrar un ejemplar de las dimensiones de Sampson. Su caso fue tan excepcional que, incluso hoy, casi dos siglos después, ningún otro caballo ha logrado superar su récord.

Curiosamente, a pesar de su tamaño, los caballos Shire son conocidos por su temperamento tranquilo y su disposición amable. Esto también se decía de Sampson, quien, según los relatos de la época, era un animal dócil y cooperativo, lo que facilitaba su manejo a pesar de su tamaño intimidante. Su comportamiento contrastaba con su apariencia, lo que lo hacía aún más fascinante para quienes lo conocieron.

El impacto de Sampson no se limitó a su tiempo. Su figura ha sido objeto de estudios, exposiciones y homenajes en ferias ecuestres, especialmente en el Reino Unido, donde la raza Shire sigue siendo motivo de orgullo nacional. Eventos como el National Shire Horse Spring Show celebran la herencia de estos gigantes gentiles, y Sampson es frecuentemente recordado como el máximo exponente de lo que esta raza puede llegar a ser.