La joya que combina playa y montaña es uno de los pueblos más bonitos de España
Su clima permite disfrutar de temperaturas suaves durante todo el año.
En el norte de España, donde el verde de los prados se funde con el azul del Cantábrico, se encuentra una joya que parece esculpida por la naturaleza para el deleite de los sentidos. Llanes, un municipio asturiano con alma marinera y corazón montañés, se ha ganado a pulso su lugar entre los pueblos más bellos del país. Su encanto no reside solo en sus playas de postal o en sus montañas que invitan al senderismo, sino en la armonía con la que conviven ambos paisajes en un mismo territorio.
Este rincón del Principado de Asturias no es solo un destino turístico, sino un refugio para quienes buscan autenticidad. Llanes no se disfraza para el visitante: se muestra tal como es, con su historia, su cultura y su naturaleza intactas. Desde el casco antiguo, declarado conjunto histórico-artístico, hasta los acantilados que bordean su costa, cada rincón de este pueblo respira identidad.
A diferencia de otros destinos costeros, Llanes no ha sacrificado su esencia en favor del turismo. Aquí, las casas de indianos conviven con hórreos centenarios, y los bares de tapas se alternan con sidrerías tradicionales. El puerto, aún activo, es testigo del pasado pesquero de la villa, mientras que el Paseo de San Pedro, una senda verde sobre los acantilados, ofrece una de las vistas más espectaculares del Cantábrico.
Pero lo que realmente distingue a Llanes es su capacidad para ofrecer dos mundos en uno. A escasos minutos del centro urbano, el visitante puede sumergirse en playas como Toró, Barro o Gulpiyuri —esta última, una playa interior declarada Monumento Natural—. Sus aguas cristalinas y su entorno virgen las convierten en auténticos paraísos para los amantes del mar. Sin embargo, basta con girar la vista hacia el sur para encontrarse con la imponente Sierra del Cuera, una barrera montañosa que protege al municipio y que ofrece rutas de senderismo, miradores naturales y una biodiversidad sorprendente.
La dualidad de Llanes se refleja también en su clima, que permite disfrutar de temperaturas suaves durante todo el año, y en su gastronomía, donde los productos del mar se combinan con los sabores de la montaña. No es raro encontrar en una misma carta un arroz con bugre (bogavante) y un cabrito al horno, o maridar una tabla de quesos asturianos con una botella de sidra escanciada al momento.
Además de su riqueza natural, Llanes destaca por su patrimonio cultural. La Basílica de Santa María del Conceyu, de estilo gótico, es uno de los templos más importantes del oriente asturiano. Las murallas medievales, aún en pie, recuerdan el pasado defensivo de la villa, mientras que los Cubos de la Memoria, una intervención artística del pintor Agustín Ibarrola en el espigón del puerto, aportan un toque contemporáneo a este enclave histórico.
El municipio no se limita a su núcleo urbano. Las parroquias que lo rodean, como Porrúa, Celorio o Niembro, conservan tradiciones ancestrales y paisajes de ensueño. En ellas, el visitante puede descubrir ermitas escondidas, playas solitarias y caminos rurales que parecen detenidos en el tiempo.