Le despiden por no acudir a su trabajo estando de baja y la Justicia falla a su favor: 19.000 euros de indemnización
Según el tribunal era un despido improcedente.

Cuando una persona enferma o atraviesa la pérdida de un ser querido, lo habitual es tomarse una baja laboral para recuperarse física o emocionalmente. Estas pausas son esenciales para volver al trabajo en condiciones adecuadas, sin poner en riesgo la salud ni el rendimiento.
Sin embargo, al igual que ocurre en los colegios cuando un alumno no quiere asistir a clase, en el ámbito laboral también hay casos en los que algunos empleados intentan sacar partido de estas situaciones, usando las bajas como si fueran unas pequeñas “vacaciones”.
Eso fue precisamente lo que pensó una empresa australiana cuando descubrió a uno de sus trabajadores, oficialmente de baja médica, comiendo tranquilamente en un restaurante en Wollongong, al sur de Sídney.
Un encuentro que lo llevó al despido
El señor Jenkins, estibador de profesión, había entregado un justificante médico que lo eximía de acudir a su puesto el 26 de enero. Aseguró que no se encontraba en condiciones para trabajar, ya que estaba afectado por la reciente muerte de su tía y no se sentía bien ni física ni emocionalmente.
Sin embargo, ese mismo día, el destino quiso que su jefe lo viera en un restaurante de la zona. Para el gerente, la imagen del empleado “disfrutando” de una comida en público no coincidía con la de alguien incapacitado para trabajar. Consideró el gesto una falta grave y una violación del código ético de la empresa, por lo que decidió despedirlo alegando mala conducta y abuso de la baja médica.
A favor del trabajador
Lejos de aceptar la decisión, Jenkins decidió llevar el caso ante la Comisión de Trabajo Justo (Fair Work Commission, FWC), el organismo australiano encargado de resolver conflictos laborales. Tras revisar las pruebas, el tribunal dictaminó que el despido era improcedente y que la empresa no tenía fundamentos sólidos para justificarlo.
Según la sentencia, no existía ninguna evidencia de que acudir a un restaurante impidiera al trabajador recuperarse o constituyera una infracción del código de conducta. Además, el tribunal reconoció el impacto emocional de la pérdida familiar y consideró que el trabajador no había actuado de forma deshonesta.
Se ordenó su reincorporación inmediata y condenó a la empresa a pagarle 33.000 dólares australianos (unos 19.000 euros), correspondientes a los salarios no percibidos durante los meses posteriores a su despido.
