La orina humana podría revolucionar la agricultura mundial. Esta es la conclusión a la que ha llegado un reciente estudio publicado en New Scientist. Cuando se deja envejecer al sol durante un par de meses, ese líquido excretorio es capaz de convertirse en un fertilizante y pesticida eficaz.

El descrubrimiento se produjo en Níger durante un ensayo agrícola en el que se utilizó este recurso como tratamiento del suelo. Los resultados demostraron también su capacidad para controlar plagas. Por tanto, se trata de una alternativa prometedora en varios sentidos, especialmente en África Occidental, donde los suelos suelen ser pobres en nutrientes y los fertilizantes tradicionales resultan demasiado caros para los agricultores locales. 

Además, el exceso de fertilizantes y pesticidas químicos puede filtrarse del campo y contaminar las fuentes de agua. De igual forma, la lluvia radiactiva puede causar problemas ambientales y de salud, tal y como advierten la Universidad Estatal de Dakota del Norte y Earth.org.

"El olor es muy, muy fuerte", asegura Laouali Amadou, uno de los autores del estudio, al describir los recipientes de orina expuestos al sol, algo esencial para el proceso que elimina los patógenos. Además, aunque los científicos todavía no saben con certeza por qué actúa como repelente, se sospecha que este intenso olor despempeña un papael clave en la disuasión de las palagas. 

Por otra parte, el informe destaca que la orina contiene los tres nutrientes fundamentales para el crecimiento de las plantas: nitrógeno, fósforo y potasio.

Así, la investigación reveló que las parcelas tratadas con orina humana mostraron 20,5 veces menos infestaciones que las parcelas de control, mientras que su rendimiento de cultivo fue 1,8 veces mayor. Si bien los pesticidas sintéticos mostraron aún menor daño por insectos, la orina demostró ser una alternativa económica y ecológica.

Sin embargo, no todo es positivo. Algunos estudios, como los realizados en el sur de China y en EEUU, han encontrado residuos de sustancias químicas peligrosas en orina humana, incluidos los llamados PFAS o "químicos eternos". Esto indica que, para un uso generalizado, podrían ser necesarios sistemas de filtrado o pruebas que garanticen la inocuidad del recurso.

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