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Inés, propietaria de 32 años, activa el plan social en su cafetería para evitar la soledad por Nochebuena: “Es la peor enemiga”

Inés, propietaria de 32 años, activa el plan social en su cafetería para evitar la soledad por Nochebuena: “Es la peor enemiga”

Organiza una cena gratuita para que nadie tenga que pasar la Nochebuena solo ni sin un plato caliente, una iniciativa en la que se han inscrito decenas de restaurantes.

En la cena solidaria de este restaurante portugués no faltará el bacalao.
En la cena solidaria de este restaurante portugués no faltará el bacalao.Ricardo Barros

La Navidad tiene mucho de postal y bastante de trampa. Luces, mesas largas y familias felices funcionan bien hasta que alguien se queda fuera del encuadre. En Meixomil, una parroquia de Paços de Ferreira, Inés Neto ha decidido romper ese guion y montar el suyo propio: una cena de Nochebuena gratuita en su cafetería para que nadie tenga que pasarla solo ni sin un plato caliente delante.

Inés tiene 32 años y regenta el Flor de Café. La iniciativa, cuenta al diario Público, no nace de una ocurrencia navideña ni de una campaña puntual, sino de su propia experiencia. “Nunca he pasado la Navidad sola, pero la vida me ha dejado sin familia, y eso te hace entender el dolor de la soledad”, explica en conversación telefónica. Y remata sin rodeos: “La soledad es la peor cosa que existe en la vida”.

La idea llevaba tiempo rondándole la cabeza. Durante años pensó en irse a Oporto para ayudar a “quien está solo”, pero una charla con el párroco de su freguesia terminó de colocar las piezas. “También aquí hay quien necesita ayuda”, se dijo. Así que abrió su propio local como punto de encuentro navideño.

La cena en el Flor de Café no cuesta nada y requiere de inscripción previa para poder organizarse, sobre todo pensando en los más pequeños. “Ya hay cuatro niños inscritos y tienen que tener un detalle”, explica. Aun así, deja claro que nadie se quedará fuera: “Es obvio que quien aparezca en la noche de Navidad será acogido. Voy a hacer comida para 20 personas más”.

La respuesta no ha tardado en llegar. A mitad de semana ya había 36 personas apuntadas, algunas llegadas desde Guimarães, Maia o Penafiel. En el establecimiento caben hasta 70 comensales y, si hace falta, Inés tiene un plan B. “Si se apunta más gente, cambio de sitio y lo hago en un comedor escolar”, asegura.

Uno de los mayores obstáculos no es logístico, sino emocional. “Hay mucha vergüenza. Lo noto cuando hablo con la gente”, admite. Por eso insiste en que la iniciativa no discrimina a nadie: “Quiero que se entienda que es para todos, sin distinción racial ni social. Lo único que quiero es que traigan una sonrisa en la cara. Vamos a tener una noche preciosa”.

En el menú no falta el clásico bacalao con patatas cocidas, huevo y verduras. Para quien no sea fan, habrá leitón, donado por uno de los proveedores. El proyecto, que empezó siendo cosa de una sola persona, ha ido creciendo gracias al apoyo de clientes y proveedores, que han aportado comida, gas o café. “Gracias a Dios, todavía hay gente muy buena”, dice.

Esa noche Inés tampoco estará sola. La acompañarán una empleada del local y una cocinera (ambas también pasarían solas la Navidad) y una pareja de Maia que se ofreció como voluntaria. Y aunque la iniciativa se presenta como ayuda a otros, ella lo tiene claro: “Yo estoy ayudando a estas personas, pero ellas van a hacer mucho más por mí”.

La cena no se quedará en una excepción. Inés quiere repetirla en los próximos años y espera que sirva de ejemplo para otros barrios. Al final, resume con una frase que mezcla realismo y convicción: “Vamos a morir todos de la misma manera”. Y añade, ya sin ironía: “Cuando se trabaja con amor, se consigue todo”.