En 1998, el Gobierno francés entregó una moneda de 1 franco a sus funcionarios como gesto de reconocimiento. Casi nadie la tomó en serio: parecía solo un detalle institucional sin más. Lo que entonces se recibió como un simple símbolo de agradecimiento se ha convertido hoy en una pieza legendaria dentro del mundo de la numismática. Según publicó la web Farmitoo, su valor actual supera los 11.200 euros y sigue subiendo.

La pieza se emitió en una edición muy limitada y nunca entró en circulación general. Solo los empleados públicos que asistieron a ciertos eventos internos la recibieron, lo que ha disparado su cotización en el mercado. Julien, que trabajaba en la alcaldía de Lyon, aún la conserva. “Fue durante una celebración por nuestro compromiso. Nos dieron la moneda como un símbolo de reconocimiento. Jamás pensé que llegaría a valer una pequeña fortuna”, cuenta. La guardó en un cajón sin más, hasta que un amigo coleccionista le abrió los ojos: “Me quedé helado al descubrir lo que valía”.

No todas valen lo mismo. Factores como el estado de conservación, el año de fabricación y la historia detrás de cada ejemplar influyen directamente en su precio. Las piezas que han sobrevivido sin desgaste ni marcas alcanzan cifras impresionantes. Esta moneda reúne todos los ingredientes que elevan su cotización: rareza, contexto institucional, simbolismo y, en muchos casos, un estado impecable, ya que nunca fue usada como dinero. Eso la ha convertido en uno de los tesoros más codiciados por los coleccionistas.

Julien ahora se plantea venderla. “Es tentador guardarla como recuerdo, pero con ese valor, cuesta no pensárselo”, admite. Y no es el único. Muchos antiguos funcionarios están revisando cajones en busca de una pieza que, durante años, ignoraron.