Raluca y su esposo compran una cabaña en el bosque sin baño y la transforman en una preciosa casa de vacaciones: "Los gastos en el pueblo eran bajos, y eso nos ayudó mucho"
La casa cuenta con 36 metros cuadrados bien aprovechados.
Raluca Cocoș y su esposo nunca imaginaron que una pequeña cabaña de madera perdida en el bosque acabaría convirtiéndose en su refugio soñado. Todo comenzó en 2020 como una construcción básica, sin baño y con lo justo para pasar unos días, hoy es una acogedora casa de vacaciones rodeada de naturaleza, fruto de años de esfuerzo, paciencia y una inversión ajustada.
La pareja, amante de la vida al aire libre, encontró esta cabaña en el pueblo de Corbșori, en el distrito rumano de Argeș, a apenas tres kilómetros del lugar donde Raluca creció. Tras años viviendo en Bucarest, el deseo de escapar del ritmo urbano se intensificó con la pandemia.
Casi por casualidad, dieron con el anuncio en un grupo de Facebook dedicado a quienes soñaban con mudarse al campo. “Las fotos nos cautivaron desde el primer momento”, recuerda Raluca al medio Love Deco. Poco después, la cabaña era suya.
Una gran reforma
La vivienda, construida en 2010 por los anteriores propietarios, carecía de comodidades básicas. No tenía baño y las estancias eran mínimas. Aun así, la pareja decidió lanzarse al proyecto y reformarla en dos fases, adaptándose a sus posibilidades económicas. La primera comenzó en otoño de 2020, cuando acondicionaron las dos habitaciones existentes, aislaron paredes, renovaron suelos, techo y carpintería, y construyeron desde cero un baño y un pequeño pasillo.
Un año después, en 2021, llegó la segunda gran etapa: la reconstrucción completa de la cocina, la renovación del tejado y la transformación del porche original en una terraza más amplia. Hoy, la casa cuenta con 36 metros cuadrados bien aprovechados: dormitorio, baño, cocina, recibidor y una terraza que se ha convertido en uno de los espacios favoritos de la familia.
El coste de la reforma
El terreno, de 5.400 metros cuadrados, ha sido otro de los grandes retos. Incluye un huerto de árboles frutales y un jardín que Raluca ha ido transformando poco a poco. “Nivelamos el terreno, retiramos árboles secos, plantamos nuevos y creamos una zona de flores cerca de la casa”, explica. También adaptaron uno de los anexos como despensa y otro como oficina, lo que les permite teletrabajar cuando pasan largas temporadas allí.
Todo el proyecto se llevó a cabo con un presupuesto reducido de unos 22.000 euros en total, financiados principalmente con ahorros y un pequeño préstamo. “Los gastos en el pueblo eran bajos, y eso nos ayudó mucho”, señala Raluca, que durante la pandemia pudo teletrabajar desde allí junto a su marido y su hija pequeña.
La decoración
En cuanto al interior, apostaron por la sencillez y la funcionalidad, con tonos blancos y verdes que conectan con el paisaje exterior. La casa dispone de agua y electricidad, y aunque aún no cuentan con gas ni alcantarillado —obras que comenzaron en el pueblo en 2024—, la cabaña cumple su función como refugio estival perfecto.