Sylvie, jubilada de 75 años, consigue 50.000 euros vendiendo su casa sin tener que mudarse: "Mi pensión me permite llevar una vida normal, pero sin lujos"
Aunque en un primer momento no le fue como esperaba, con el paso de los años, consiguió un retiro tranquilo.

Una mujer de 75 años consigue 50.000 euros sin abandonar su vivienda, en un contexto en el que muchos jubilados deben vender su casa o endeudarse más para llegar a fin de mes. Pero la historia de Sylvie, exfuncionaria francesa, no es un golpe de suerte, sino una alternativa financiera emergente para quienes poseen vivienda pero tienen un bolsillo cada vez más ajustado.
Sylvie dejó atrás su vida laboral en 2015 tras décadas como empleada pública en Val-de-Marne. Vive sola y se define como alguien que puede pagar lo básico, aunque sin grandes excesos: “Mi pensión me permite una vida normal, pero sin lujos”, asegura.
A lo largo de su vida apostó por el ladrillo y no le fue nada mal. Así, se hizo con un apartamento principal en Fontenay-aux-Roses, dos casas antiguas cerca de Saint-Brieuc que requieren reforma urgente, parcelas agrícolas en Bretaña y en la región de Oise y varios trasteros donde guarda sus pertenencias.
Pero la gestión de todas esas propiedades la llevó a endeudarse hasta 40.000 euros. Cada factura inesperada o avería se convertía en un quebradero de cabeza. Incluso vendió un apartamento que tenía en Normandía para intentar enderezar sus cuentas. Pero no bastó.
Una solución inesperada: vender solo una parte
En abril de 2025 encontró una salida gracias a Merci Prosper, una empresa francesa con una propuesta novedosa: los mayores de 65 años pueden vender un porcentaje de su vivienda sin renunciar a vivir en ella. El mecanismo es simple en teoría:
- Se realiza una tasación profesional del inmueble.
- El propietario decide qué porcentaje vende.
- Recibe dinero inmediatamente y sigue siendo dueño del resto.
Tras la valoración —realizada con herramientas digitales y una visita física— su piso de 73 m² en un edificio antiguo sin ascensor fue estimado en 280.000 euros. La startup le propuso comprar el 34,82% del apartamento. A cambio, Sylvie recibió 50.000 euros en efectivo.
El acuerdo se firmó ante notario: la empresa pasa a ser copropietaria, pero ella mantiene el control total del uso del piso. Entre las cosas que sigue pudiendo hacer están la de seguir viviendo allí indefinidamente,
realizar reformas sin pedir permiso o alquilar temporalmente la vivienda y quedarse con todos los ingresos. Pero estos derechos no están exentos de obligaciones. Ya que que también tiene que pagar el impuesto a la propiedad y asumir las reparaciones ordinarias del hogar
Las obras mayores —como una rehabilitación estructural— se costean entre ambos, siguiendo el artículo 606 del Código Civil. A diferencia de una hipoteca inversa, su casa no se pone como garantía y no existe riesgo de desahucio.
Un contrato con fecha: ¿qué ocurrirá en 2035?
El compromiso tiene una duración de 10 años. Al finalizar, Sylvie podrá elegir entre vender la vivienda y cobrar su 65,18% restante -la empresa está obligada a vender el suyo también-; o recomprar la parte de Merci Prosper a valor de mercado (si la vivienda baja de precio, pagará menos) o por último, pagar una cuota de ocupación y una especie de alquiler que solo afectaría al porcentaje que ya no es suyo.
Además, puede dejar en herencia su parte, reduciendo el impacto fiscal para sus hijos. Pero esto no sale gratis, ya que también tiene que afrontar un gasto de 5.000 euros de comisión para la empresa y gastos notariales convencionales.
Pero el alivio fue inmediato: Sylvie liquidó todas sus deudas y se libró de los cobradores que la presionaban desde hacía años. “Este sistema me ha devuelto la sonrisa. Por fin puedo respirar”.
Después de saldar cuentas, aún conserva 9.000 euros que planea invertir en rehabilitar una de sus casas en Bretaña. Quiere darle vida a uno de esos inmuebles que durante años solo alimentaron su ansiedad.
Una opción en auge para los mayores
Con el aumento del coste de la vida y las pensiones ajustadas, muchas personas de la tercera edad están “ricas en ladrillo” pero “pobres en liquidez”. Modelos como el de Merci Prosper —empresa social registrada— permiten activar ese ahorro inmobiliario sin expulsar a los propietarios de sus hogares. La startup ha cerrado ya una decena de operaciones y asegura que cada caso se estudia con criterios sociales y éticos.
Su historia refleja una realidad muy extendida: tener patrimonio no siempre significa tener libertad económica. Sylvie encontró una solución que encaja con su etapa vital: mantener su casa, recuperar estabilidad y volver a organizar sus finanzas sin miedo al mañana.
