Tiago Sá, especialista en sueño: "Tras 17 horas despiertos, nuestra capacidad es similar a tener 0,5 mg de alcohol por litro de sangre"
"La pérdida de sueño daña los niveles superiores de razonamiento, resolución de problemas y atención a los detalles", advierte.

Dormir bien es fundamental para nuestra salud, tanto física como mental. Algunas personas se sienten descansadas con siete horas, mientras que otras necesitan al menos nueve, pero lo más importante es la calidad del sueño.
"El dormir mantiene todos los aspectos del cuerpo de una forma u otra: el equilibrio energético y molecular, así como también la función intelectual, el estado de alerta y el humor", explica Merrill Mitler, experto en sueño y neurocientífico del Instituto Nacional de Salud (NIH, por sus siglas en inglés). "La pérdida de sueño daña los niveles superiores de razonamiento, resolución de problemas y atención a los detalles", añade.
Por su parte, un estudio del Instituto del Sueño (IIS) destaca que la calidad del sueño influye directamente en la memoria, especialmente en la capacidad de recordar información reciente. Además, la hormona leptina, aunque no afecta directamente el sueño, potencia los efectos negativos de dormir mal sobre la memoria.
El neumólogo y experto en sueño Tiago Sá apoya esta teoría, subrayando también en una reciente entrevista con CNN Portugal que existe una relación clara entre la falta de descanso y el deterioro cognitivo. En concreto, un sueño de mala calidad aumenta el riesgo de demencia. El experto señala que la privación de sueño, la apnea del sueño y otros trastornos del descanso representan factores de riesgo neurológico.
"La apnea también afecta a los vasos sanguíneos que llegan al cerebro, por lo que aumenta el riesgo de que sufra un accidente cerebrovascular", asegura Phyllis Zee, experto en apnea del sueño de la Universidad de Northwestern (Northwestern University). "El nivel de oxígeno baja y se activa la respuesta de hiperexcitación. La presión arterial se dispara, la frecuencia cardíaca fluctúa y el cerebro lo despierta parcialmente para que comience a respirar de nuevo. Esto genera estrés", apostilla.
La falta de sueño es similar a consumir alcohol
Sá ofrece una impactante comparación para ilustrar los efectos de no dormir lo suficiente. Expone que, después de estar despiertos durante 17 horas, nuestra capacidad de atención y reacción se asemeja a la de una persona con 0,5 gramos de alcohol por litro de sangre. Esto afecta no solo a la memoria, sino también a la concentración, el humor y la capacidad de realizar tareas cotidianas.
El experto recuerda que el sueño es clave para el desarrollo cognitivo desde que nacemos. Un bebé recién nacido duerme hasta 17 horas diarias debido al rápido crecimiento de su cerebro. A medida que envejecemos, dormimos menos, pero esas horas siguen siendo vitales. La mayoría de los adultos necesita entre siete y nueve horas de sueño por noche.
Sin embargo, destaca, "hay personas que, sin ninguna patología del sueño, necesitan más de nueve horas para sentirse descansadas, de la misma forma que hay un pequeño porcentaje de la población que, con menos de siete horas por noche, no presenta síntomas de privación del sueño".
Cómo saber si no dormimos lo suficiente
Entre las señales de alarma de que el sueño no está siendo reparador se encuentran la somnolencia diurna, la dificultad para concentrarse, la irritabilidad y los olvidos frecuentes. "Preguntarnos si cerramos la puerta con llave o dónde están las llaves" es un ejemplo de ese estado de distracción provocado por el mal descanso, advierte Sá.
Además, cuando dormir se vuelve una lucha constante, con despertares frecuentes, fatiga matinal o ronquidos intensos, se debe buscar evaluación médica. "Los medicamentos para dormir nunca son una buena opción sin apoyo médico especializado. No debemos desviarnos de la idea de que el sueño es algo natural", advierte.
Zee también aconseja buscar ayuda de un especialista "si usted ronca crónicamente y se despierta ahogado o con la respiración entrecortada y durante el día se siente soñoliento".
Otros dos estudios recientes refuerzan esta preocupación. El primero, realizado por Harvard con más de 2.800 personas mayores de 65 años, reveló que quienes dormían menos de cinco horas por noche duplicaban su riesgo de padecer demencia. El segundo, con datos de casi 8.000 europeos, encontró que dormir seis horas o menos a los 50, 60 y 70 años se asociaba con un 30% más de riesgo de demencia.
La enfermedad de Alzheimer, la forma más común de demencia, representa dos tercios de los casos. Su posible causa, según la Asociación de Alzheimer de Portugal, es la acumulación de proteína beta-amiloide. Durante el sueño, el cerebro elimina esta sustancia. Si no descansamos bien, su acumulación puede acelerar el deterioro cognitivo.
