Un profesor se ofrece a pagar los gastos de una reunión con sus exalumnos y al regresar a casa siente un fuerte escalofrío
"Sabía que era una vanidad innecesaria, pero no podía deshacerme de la idea de la dignidad propia de un profesor", confiesa.
Al jubilarse, muchos sueñan con disfrutar de una vida tranquila después de décadas de trabajo. Sin embargo, para quienes no logran ajustar su estilo de vida a unos ingresos reducidos, la jubilación puede convertirse en una etapa de ansiedad y dificultades financieras. Proteger el patrimonio personal y aprender a vivir dentro de las propias posibilidades es, más que un consejo, una necesidad.
El caso de Shu Fukawa, seudónimo de un profesor japonés jubilado, es un ejemplo elocuente de cómo la vanidad y el orgullo profesional pueden poner en riesgo la estabilidad económica en la vejez.
Fukawa, de 69 años, enseñó durante casi 40 años en un prestigioso instituto privado de Tokio. Actualmente, casi una década después de su jubilación, recibe una pensión mensual de unos 220.000 yenes (unos 1.230 euros), una cifra superior a la media nacional. A primera vista, su situación parecería cómoda, pero detrás de esa aparente tranquilidad se esconde una historia de gasto excesivo y arrepentimiento.
El peso del orgullo
Todo comenzó con una llamada inesperada: un antiguo alumno lo invitó a una reunión de exalumnos. La mayoría de sus discípulos se habían convertido en médicos, abogados y empresarios. Aunque Fukawa se sintió orgulloso de sus logros, una punzada de inseguridad lo invadió. "Incluso jubilado, sigo siendo su profesor. No puedo dejar que me vean en un estado tan lamentable", pensó.
Movido por ese deseo de mantener su imagen, reservó un restaurante japonés de lujo con reservados privados y asumió todos los gastos, cuenta Health.udn. Llegó al encuentro vestido con una chaqueta de traje perfectamente confeccionada y una sonrisa impecable. Sus antiguos alumnos quedaron encantados y le expresaron su gratitud.
Durante la velada, Fukawa habló sobre las carreras de sus exalumnos y sobre su propia vida. "Desde que me jubilé, viajo con mi mujer y juego al golf, una vida bastante cómoda", afirmó con una sonrisa. Aunque la afirmación no era del todo falsa, viajaba una vez al año y jugaba golf de forma ocasional, la realidad distaba mucho de esa imagen ideal.
La cuenta final ascendió a unos 300.000 yenes (alrededor de 1.680 euros). Aunque el gasto le dolió, pagó sin dudarlo. "Sabía que era una vanidad innecesaria, pero no podía deshacerme de la idea de la dignidad propia de un profesor", confesó más tarde. Ese gesto, aparentemente inofensivo, marcó el inicio de un deterioro económico que se fue agravando con el tiempo.
Salario alto, ahorros bajos
De regreso a casa, Fukawa revisó su libreta de ahorros y sintió un escalofrío. Su pensión se destinaba casi por completo a la hipoteca y a las reformas de su casa, mientras los ahorros acumulados durante su vida laboral disminuían mes a mes. Su esposa, que trabajaba a tiempo parcial para complementar los ingresos, había comenzado a plantearse dejar su empleo debido a su edad.
El antiguo profesor se dio cuenta entonces de que su orgullo y sus hábitos de gasto habían minado la estabilidad económica que tanto había trabajado por conseguir. Lamentaba no haber aprendido antes a desprenderse de la vanidad y de las apariencias.
Situaciones como la de Fukawa son más comunes de lo que parece. Muchos jubilados que disfrutaron de buenos ingresos durante su vida laboral llegan a la vejez con escasos ahorros, atrapados en una estructura de gastos que crece al ritmo de sus ingresos. Según los expertos, este patrón de "ganar más para gastar más" puede ser devastador cuando los ingresos fijos se reducen drásticamente tras la jubilación.
La realidad es que incluso quienes cuentan con activos considerables pueden enfrentar dificultades si no planifican bien. Facturas médicas, cuidados prolongados, reparaciones del hogar o imprevistos familiares pueden suponer gastos de cientos de miles de yenes o incluso millones.
Cuándo y cuánto ahorrar: importa más la constancia que la cantidad
La verdadera sabiduría, según los expertos, consiste en afrontar la realidad con honestidad y vivir dentro de las propias posibilidades. Ahorrar con anticipación, controlar los gastos y mantener una visión realista de las necesidades futuras son pilares esenciales para asegurar una jubilación tranquila.
De acuerdo con el BBVA, "a la hora de ahorrar para la jubilación… ¡cuanto antes se haga, mejor!". Comenzar a guardar una parte del sueldo mensual tan pronto se entra en el mercado laboral es una de las claves de cualquier estrategia de ahorro. La constancia es más importante que la cantidad: "Es mejor aportar pequeñas cantidades de forma constante que grandes sumas de manera esporádica", señalan los expertos del banco.
El momento ideal para iniciar este hábito es al comienzo de la vida laboral, aunque el porcentaje destinado al ahorro sea pequeño. Con el tiempo, la disciplina permite no solo acumular capital, sino también afrontar imprevistos con mayor seguridad.
En cuanto al monto ideal, los especialistas recomiendan destinar entre un 7% y un 10% de los ingresos mensuales al ahorro para la jubilación. La cifra exacta dependerá de la edad, los ingresos, las expectativas y el estilo de vida de cada persona. Cuanto antes se empiece, menor será el esfuerzo requerido a largo plazo.
Para quienes desean multiplicar su ahorro, existen instrumentos de inversión diseñados específicamente para este fin, como los planes de pensiones, que permiten diversificar el riesgo y obtener rentabilidad a lo largo del tiempo.
Los ahorradores más jóvenes pueden optar por activos de mayor riesgo y rentabilidad, como la renta variable, mientras que quienes se acercan a la jubilación deberían priorizar inversiones más seguras, como la renta fija o los planes de ciclo de vida, que ajustan automáticamente el nivel de riesgo según la edad del titular.