Un comprometido equipo lucha contra la miel falsa en España: "La apicultura tradicional no puede competir"
Un dispositivo puede ahora determinar el origen botánico del néctar utilizado por las abejas.

En el marco del proyecto europeo Watson, un grupo de expertos en seguridad alimentaria se ha embarcado en una misión crucial: combatir el fraude en la producción de miel. Aunque este alimento debería ser exclusivamente producto del trabajo de las abejas, en muchos casos se comercializa adulterado con jarabes de maíz o arroz, lo que representa una amenaza directa para los apicultores y la autenticidad del producto.
España se encuentra en el epicentro de este problema. Según un estudio del Centro Común de Investigación de la Comisión Europea, más de la mitad de las muestras de miel importadas al país contenían azúcares añadidos. Esta situación genera una competencia desleal que afecta gravemente a los productores locales, como denuncia Julio Fernández López, apicultor y presidente de la IGP Miel Asturiana.
Para hacer frente a esta problemática, el equipo del proyecto Watson ha desarrollado una innovadora cámara infrarroja portátil capaz de detectar miel adulterada directamente en el lugar de producción. Armando Menéndez Estrada, uno de los líderes del proyecto, destaca que esta tecnología permitirá realizar controles de calidad rápidos y eficaces, sin necesidad de recurrir a laboratorios costosos y lentos.
"Nos hace sentir mal, como apicultores que amamos nuestro trabajo, porque este tipo de miel crea una competencia desleal en el mercado, ya que alcanza precios muy bajos con los que la apicultura tradicional no puede competir", dice el detective alimentario Julio Fernández López, apicultor y presidente de la Indicación Geográfica Protegida (IGP) Miel asturiana
Además de identificar si la miel es pura, el dispositivo puede determinar el origen botánico del néctar utilizado por las abejas, lo que influye en el valor comercial del producto. La investigadora Noemí Quintanal ha creado una base de datos con más de 230 muestras —entre miel auténtica y falsificada— que alimenta el algoritmo de detección del sistema.
Aunque el enfoque inicial está en la miel asturiana, la tecnología tiene potencial para aplicarse a otros tipos de miel en Europa. Esta herramienta no solo facilitará el trabajo de las autoridades locales, sino que también empoderará a los productores para etiquetar sus productos con mayor precisión y transparencia.
