Adiós a la gasolina: esta es la tecnología china que hará bajar las persianas a las gasolineras
El mayor fabricante de baterías del mundo se ha sacado de la manga un modelo más seguro, más barato y con más autonomía que muchos coches de combustión.

China ya marca el ritmo del coche eléctrico. Su industria no se limita a seguir las tendencias: las impone. El mayor fabricante mundial de baterías, CATL (Contemporary Amperex Technology Limited), ha presentado un avance que pone patas arriba al sector. Ha desarrollado una batería que alcanza los 1.000 kilómetros de autonomía con una sola carga, una cifra que no cumplen los vehículos de este tipo en el mercado. Según el portal griego Car and Motor, no se trata de una idea sobre el papel, sino de una tecnología lista para producirse en serie.
El modelo se llama Shenxing Plus y emplea litio-ferrofosfato (LFP), una tecnología conocida por su estabilidad y bajo coste. Hasta ahora, este tipo de batería ofrecía menos autonomía que otras más caras, como las de níquel y cobalto. Lo que ha hecho CATL es precisamente eso: eliminar esos materiales y optimizar el rendimiento del LFP hasta romper su principal límite. El resultado es una batería que mejora en seguridad, reduce costes y amplía notablemente la distancia que puede recorrer un coche eléctrico sin necesidad de recarga.
El director de tecnología del área de electrificación de CATL, Gao Huan, ha subrayado que se trata de la primera batería LFP del mundo capaz de recorrer 1.000 kilómetros con una sola carga. Con esa frase, no solo pone una cifra sobre la mesa: marca una diferencia real respecto a todo lo que existía hasta ahora.
Carga rápida y más años de vida útil
La autonomía ha sido, durante años, uno de los grandes frenos para quienes dudaban entre un coche de combustión y uno eléctrico. Planificar paradas, consultar dónde recargar y mirar el porcentaje de batería durante todo el trayecto eran parte de la rutina. La Shenxing Plus viene a resolver esa barrera. Con 1.000 kilómetros por delante, el conductor gana libertad y, sobre todo, tranquilidad.
Pero la autonomía no es el único avance. Esta batería también soporta recargas rápidas sin degradarse como ocurre con otras tecnologías. Eso se traduce en una vida útil más larga, sin que el rendimiento caiga en picado tras unos cientos de ciclos. Al reducir la dependencia de materiales caros y lograr que la batería dure más y rinda mejor, CATL ha dado con una fórmula difícil de igualar.
El salto no solo beneficia al conductor: también abre la puerta a vehículos eléctricos más asequibles. Si se abarata la fabricación y se extiende el uso de baterías duraderas y de alto rendimiento, la electrificación ya no será exclusiva de modelos premium.
Todo esto afecta también al ecosistema que rodea al coche. Las gasolineras, tal y como las conocemos, tienen los días contados. Si ya no hace falta repostar cada pocos cientos de kilómetros, los surtidores dejarán de ser una parada obligada. La infraestructura tendrá que adaptarse a un nuevo patrón de movilidad.
CATL aún no ha detallado qué marcas adoptarán esta batería ni cuándo llegará a los concesionarios, pero su impacto ya se nota. La autonomía, que era el último gran argumento para resistirse al coche eléctrico, empieza a desvanecerse.